Analizamos el lenguaje no verbal de la reina Letizia en su visita a Panamá para reencontrarse con la princesa Leonor
El ansiado reencuentro entre madre e hija se produjo cuatro meses después de la marcha de la princesa Leonor
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Cuatro meses habían pasado sin que la reina Letizia y la princesa Leonor pudieran abrazarse. Concretamente desde que el buque escuela Juan Sebastián de Elcano zarpara de Cádiz el pasado mes de enero con la princesa a bordo. Una despedida entre madre e hija llena de emoción y lágrimas por parte de la reina al ver partir a su hija mayor.
Tras unos largos cuatro meses ayer se produjo por fin el ansiado reencuentro entre ambas en Panamá, donde el buque atracó ayer. Un reencuentro plagado de gestos emotivos donde el lenguaje no verbal ha jugado un papel muy importante.
Y es que nuestro cuerpo transmite constantemente información sobre nuestras intenciones, sentimientos y sobre nuestra personalidad. En las imágenes se puede apreciar cómo la princesa Leonor acelera rápidamente el paso en cuanto visualiza a la reina Letizia, un gesto de la princesa que revela la necesidad de acelerar el momento para llegar a los brazos de su madre cuanto antes.
En el rostro de la princesa Leonor podemos observar, en primer lugar, tensión para tratar de intentar controlar la emoción del momento del reencuentro mientras que en el rostro de la reina Letizia se muestra una sonrisa cálida, con la mirada relajada y ligeramente entrecerrada, unas señales claras de emoción contenida, orgullo y ternura.
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Ambas se inclinan levemente hacia la otra en el momento previo al abrazo sin que haya rigidez ni tensión. Esa aproximación natural revela una relación cercana y cómoda entre ellas en la que no hace falta sobreexagerar para que se note el vínculo que impera entre madre e hija. La reina Letizia transmite protección a su hija mientras que la princesa Leonor responde con una postura corporal abierta y receptiva.
Las miradas entre ambas son directas y llenas de validación. La reina Letizia no aparta los ojos de su hija, incluso cuando ella no está hablando. Es la típica mirada de una madre que acompaña y que está presente con todos los sentidos. Por su parte, la princesa Leonor mantiene el contacto visual sin incomodidad, demostrando seguridad y un claro vínculo emocional que es estable.
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El contacto físico entre madre e hija es delicado pero firme. No hay gestos invasivos sino caricias que hablan de confianza y cariño. La reina Letizia acaricia a Leonor con orgullo, mientras que la princesa acepta ese gesto con naturalidad, lo que refuerza la sintonía emocional que existe entre ambas que se materializa en el momento de fundirse en el abrazo.
Un abrazo en el que la reina Letizia atrae y acerca a su cuerpo a su hija colocándole los brazos en la espalda y atrayéndola hacia su pecho en un gesto de protección, amor y cariño maternal. Pese a los objetivos de los medios de comunicación allí presentes y la presencia del resto de familias de los compañeros de travesía de la princesa Leonor la conexión entre madre e hija fue evidente y natural, sin necesidad de forzar ninguna situación.
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Por la noche, la reina Letizia asistió junto a la princesa Leonor, y el resto de sus compañeros guardiamarinas, a una recepción en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano. Allí de nuevo quedaron patentes los gestos de cariño y ternura que se profesaron madre e hija mutuamente.
La princesa Leonor se mostró sonriente en todo momento y encantada en el rol de anfitriona con su progenitora, algo que se puede apreciar claramente en las fotografías que tomaron los compañeros de la prensa gráfica.
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Sin lugar a dudas un reencuentro muy especial que coincide con la celebración del día de la madre en nuestro país, una fecha tan señalada en el calendario que ha sido ideal para que se produjera el ansiado reencuentro en la reina Letizia y la princesa Leonor.
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