'Alma en suplicio': la agresión de Rocío Flores a Rocío Carrasco vista por Hollywood y Joan Crawford
La película de Michael Curtiz recobra actualidad en nuestro país, mientras se debate la violencia filioparental a raíz de la docuserie 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'
Casa de Mildred Pierce-Interior Día. Aparece en pantalla un salón comedor en blanco y negro. Dos mujeres, una Joan Crawford con el flequillo típico de los años 40 y una jovencísima Ann Blyth, discuten acaloradamente. En la ficción, son una madre y una hija. Esta última hace todo tipo de reproches a su progenitora. El más rocambolesco, echarle en cara que "huele a grasa", recordándole sus orígenes humildes y su trabajo como camarera. El tono va in crescendo hasta que la progenitora y su despiadada hija van caminando hacia una pequeña escalera. El espectador, atónito, asiste a un momento 'camp' e impagable: la joven Veda (así se llama el personaje) propina una bofetada, le cruza la cara a su progenitora, una atónita Mildred Pierce con el rostro y los ojos desorbitados de la Crawford.
La secuencia de 'Alma en suplicio', tal y como se tituló 'Mildred Pierce' en nuestro país, pasó a la historia del cine y fue pionera a la hora de demostrar, dentro del clasicismo de Hollywood, que las hijas podían ser muy crueles con sus madres. ¿Les suena de algo? La España que ha vivido esta semana el episodio de la agresión de Rocío Flores a su madre, Rocío Carrasco, probablemente no conozca el clásico de Michael Curtiz. Las similitudes, sin embargo, son innegables.
A lo largo de la cinta, que significó el regreso de Joan Crawford al cine tras su despido de la Metro-Goldwyn-Mayer tres años antes, la buena de Mildred hace de todo por sus dos hijas. Tras divorciarse, busca trabajo infatigablemente en las interminables calles de la América de la Gran Depresión. Empleada como camarera, la abnegada madre decide montar su propio negocio de restauración. Sin embargo, nada es suficiente para una hija adolescente que se avergüenza de ella y no deja de torpedearla en favor de su padre.
En términos de ficción hollywoodiense, Veda fue la villana adolescente más cruel y despiadada desde aquella púber entrometida de 'Esos tres', la película de William Wyler en la que el cotilleo de una cría desencadenaba una tragedia. 'Alma en suplicio' cambia el tono de la novela original de James M. Cain y lleva a la pobre madre (atención, SPOILER) a ser acusada de un asesinato que ha cometido la hija, tan arpía que incluso es capaz de robarle a su segundo marido. La trama es mucho más desmelenada que el episodio de la nectarina que llevó ante un juez a Rocío Flores, condenada por agredir a Rocío Carrasco, pero igualmente cruel. De hecho, esa ha sido la palabra más repetida por muchos usuarios de Twitter esta semana al saber que, tras la agresión, la nieta de Rocío Jurado fue a comisaría a denunciar a su madre y llamó a Antonio David para decirle ese 'papá, ya está hecho' que promete pasar a los anales de la historia pop de nuestro país.
Una joya del melodrama... y del cine negro
Si hacemos un repaso a los adolescentes cinematográficos que han supuesto un verdadero calvario para sus padres, lo cierto es que ha habido unos cuantos. Desde aquellas 'Criaturas celestiales' de Peter Jackson que acababan cometiendo matricidio, pasando por el psicópata que tortura a la pobre Tilda Swinton en 'Tenemos que hablar de Kevin'. Al hilo del 'caso Rocío Carrasco', el propio Jorge Javier Vázquez ha rememorado la reciente 'Quién te cantará', en la que Natalia de Molina se mostraba rebelde y maltratadora con su madre, una atribulada Eva Llorach. Pero la Mildred Pierce de Joan Crawford fue la primera en la que el espectador supo reconocer la violencia filioparental, todo un hito en la década de los 40.
Hollywood pasó de las madres que lo sacrificaban todo por sus dulces hijas, como la 'Stella Dallas' interpretada por Barbara Stanwyck, a las que padecían la maldad de un retoño despótico y cruel. El paso no fue fácil. 'Alma en suplicio' supuso un auténtico parto, nunca mejor dicho, para muchos de sus implicados. El húngaro Michael Curtiz, acostumbrado a lidiar con estrellas difíciles como Errol Flynn, no estaba de acuerdo con la elección de Crawford como protagonista. La estrella había luchado con uñas y dientes por conseguir el papel tras unos años en dique seco. Ninguna actriz que aún se considerase joven quería interpretar a la madre de una adolescente, y la gran Joan, una de las actrices con más fama de Hollywood desde finales de los años 20, se sometió incluso a una prueba de cámara, algo humillante para cualquier intérprete de su tamaño.
Una vez contratada por Warner, los problemas tras las cámaras fueron inevitables. El director insistía en que tenía que parecer una mujer de clase baja en las primeras secuencias de la película, cuando Mildred apenas tiene dinero para mantener a sus hijas. La estrella aseguraba elegir vestuario de saldo, pero durante todo el rodaje ocultó al equipo de la cinta que su propia modista le ajustaba la cintura. Curtiz también le reprochaba el uso de hombreras pese a que ella trataba de esconderlas y acababa en el camerino llorando histéricamente. Durante muchas jornadas, la actriz acabó rogando a Warner que reemplazasen al realizador y contratasen en su lugar "a un ser humano".
Definición de la diva por antonomasia, Crawford era mucha Crawford y no podía permitirse aparecer vulgar o poco glamurosa en pantalla. Conocida es aquella anécdota del rodaje de '¿Qué fue de Baby Jane?' (recreada en la serie 'Feud') en la que la actriz debía aparecer moribunda en la playa pero puso prótesis a sus pechos para que no pareciesen caídos. El glamour por encima de todo, incluso de la muerte.
Finalmente, estrella y director se entendieron y 'Alma en suplicio' acabó siendo un enorme éxito. El propio James M. Cain se enamoró de la adaptación de su novela y mandó una afectuosa misiva a la actriz: "A Joan Crawford, que dio vida a Mildred Pierce tal como siempre había esperado que fuera, y tiene mi gratitud de por vida", escribió. Nominada al Oscar, Joan no asistió a la ceremonia por miedo a perder el premio, que desde siempre la había obsesionado. Su excusa fue que padecía una neumonía, pero su hija Christina, autora del libro 'Queridísima mamá', en el que destapa los abusos de la actriz, asegura que todo fue un paripé. Tras saberse ganadora, Crawford se maquilló y se puso su mejor bata para recibir el Oscar en la cama, ante la estupefacción de todos los fotógrafos que la rodeaban.
Aunque la ficción es mucho más divertida y redentora que la realidad (Mildred acaba feliz, comprendiendo que no puede hacer nada por evitar la cárcel de su hija, y volviendo con su ex), nadie duda que la agresión de Rocío Flores a Rocío Carrasco es digna no solo de un documental sino de cualquier melodrama hollywoodiense. Los fans de Joan Crawford reconocerían enseguida la similitud entre ese episodio de violencia filioparental y la secuencia de su actriz favorita, así como recuerdan lo que Mildred Pierce le decía a su hija tras recibir el bofetón que la dejaba tirada en el suelo: "Fuera de aquí. ¡Saca tus cosas de esta casa antes de que las arroje a la calle y a ti con ellas!". Puro Hollywood. Pura vida.
Casa de Mildred Pierce-Interior Día. Aparece en pantalla un salón comedor en blanco y negro. Dos mujeres, una Joan Crawford con el flequillo típico de los años 40 y una jovencísima Ann Blyth, discuten acaloradamente. En la ficción, son una madre y una hija. Esta última hace todo tipo de reproches a su progenitora. El más rocambolesco, echarle en cara que "huele a grasa", recordándole sus orígenes humildes y su trabajo como camarera. El tono va in crescendo hasta que la progenitora y su despiadada hija van caminando hacia una pequeña escalera. El espectador, atónito, asiste a un momento 'camp' e impagable: la joven Veda (así se llama el personaje) propina una bofetada, le cruza la cara a su progenitora, una atónita Mildred Pierce con el rostro y los ojos desorbitados de la Crawford.