Cuatro restaurantes en Madrid para viajar por el mundo este fin de semana

No es lo mismo pero por momentos parece igual. Entregarse a un estofado de reno, una tosta de gambas de Estocolmo, un tiradito de vieiras y apionabo o unos tacos de oreja y sepia con salsa de chile habanero también es viajar. Como Stevenson pero tirando de papilas gustativas y a cuerpo de rey. Es lo que podrás hacer en estos cuatro restaurantes de Madrid. Escaparte al norte de Europa, a México, a Perú y a toda Sudamérica. Funciona, ya lo verás.

1. Guito's, rumbo a Escandinavia

La decoración ya le delata. Este garito tiene que ser de inspiración nórdica. Y lo es, cosa de Cousi Interiorismo pero también del recetario, que se mueve entre Suecia y España, lo mismo que el chef, Íñigo Verdugo (al que sus primo suecos llaman Guito), que es de allí y de aquí. Con tanta madera, pieles y mantas de cuadros a tu disposición y la luz colándose por grandes ventanales te sentirás en la típica cabaña escandinava y más cuando te sirvan en la mesa el salmón noruego, las albóndigas suecas, según la receta de su abuela materna (no todo iba a ser Ikea), o el estofado de reno, que es el que se come en su casa con alce en Navidad. De postre: crumble de ruibarbo. Como curiosidad, su madre, Caroline Svensson, es propietaria de la marca de golosinas suecas Oomuombo, que ¡puedes comprar online! Toda una lección de lo que es el hygge.

Un plus: tienes pan de masa madre hecho en horno de leña para llevar.

Dónde: Blanca de Castilla 5.

2. Pomerania, a Perú con sello nórdico

Un nuevo restaurante sirve al grupo Rantanplan para declarar su amor a los perros. Tras Teckel, Pointer y Chow Chow, el universo canino crece con Pomerania, que es el que nos invita a dar un garbeo por el norte vía decoración (por María Villalón) para terminar comiendo productos mediterráneos de los nuestros, obra del chef Gonzalo Menéndez, que ha viajado mucho a Perú (y nos hará cruzar el charco hasta el pais andino) en un espacio con dos plantas, un reservado y ¡terraza!, que ya probaremos. En la carta, tiradito de vieiras y apionabo, carpaccio de carabinero, esencia de gamba, whisky, curry rojo o ikura de salmón, y de postre, fruta de temporada con sopa de clorofila. En el ambiente, la modernidad de las líneas puras y geométricas, los materiales naturales, los tonos tierra y el verde de la vegetación, más la iluminación natural y la de las lámparas y apliques de latón.

Un plus: en Pomerania podrás tomar la lubina a la sal de Pointer, los langostinos tigre en tempura con salsa de chiles coreanos de Chow Chow y los flamenquines de calabaza de Teckel. Esto es hermanamiento, sí señor.

Dónde: María de Molina 4.

3. Sugarcane, un salto a Latinoamérica y Asia

Esto es cosmopolitismo en estado puro con sabor a azúcar, esa caña que viene del sureste asiático y que Colón, recuerdan, llevó a América, cultivándose en Cuba, Brasil, México, El Salvador, Argentina o Perú. Justamente el recorrido que hace la carta de este restaurante que acaba de cumplir un año en el flamante barrio de Salamanca y donde puedes desayunar, comer, cenar e incluso entregarte a los primeros cócteles (¿un Sexy Sandía?) o las últimas copas (con música por añadidura los fines de semana). Se come empanadas argentinas con solomillo de vaca cortado a cuchillo, rollitos imperiales con ternera y gambas, cañón de vaca brasileña cocinada a baja temperatura o tequeños venezolanos con salsa de chipotle azul. ¿El postre? Lemon pie o la sartencita de cookie. En cuanto a la decoración, en manos de las interioristas Patricia y Alejandra Pombo, es el reflejo de lo Phileas Foggs que son sus propietarios. Desde el Wetbar, con papel antiguo adamascado, techos de cañizo y lámparas de ganchillo, hasta el segundo espacio con farolillos y guirnaldas.

Un plus: las carpinterías que enmarcan la fachada fueron rescatadas del antiguo hospital de O'Donnell.

Dónde: Diego de León 7.

4. Mawey, vacaciones en México lindo

Tacos a gogó anticipando una michelada. Y a los tacos, que son de trigo, de maíz o de harina de maíz azul, hay que añadir el bacalao crujiente con salsa de romescu de chile mulato y aguacate, la oreja y la sepia con salsa de chile habanero, o la carrillera con salsa de chile poblano y jardín. Es lo que puede tomarse en esta taquería de tintes modernos que ha llegado a la capital para quedarse. A Mawey Taco Bar se va a comer y a beber. Por ejemplo, un mezcal o La Paloma, un combinado de tequila, zumo de lima y zumo de toronja que te hará volar a Guanajuato, Oaxaca o Sonora mientras sigues en Chamberí. Quieren huir del tex-mex, que se sepa. De postre, flan de cajeta con cacahuete garrapiñado.

Un plus: además de los tacos de creación propia, están los tradicionales, como los de cochinita pibil con xnipec, la salsa de la península del Yucatán; los del pastor con cebolleta, piña y cilantro, o los del Gobernador con queso oaxaca y polvo de kikos.

Dónde: Olid 6.

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