Cuidados para una piel en tratamiento oncológico

El informe 'Las cifras del cáncer en España 2022', de la Sociedad Española de Oncología Médica (Seom), estima que, según los cálculos de Redencan (la Red Española de Registros de Cáncer), el número de cánceres diagnosticados en España en el año 2022 alcanzará los 280.100 casos. Esa cifra va más allá de un diagnóstico y, durante las etapas del proceso oncológico, el abordaje de la enfermedad llega acompañado de consecuencias colaterales donde elementos tan imprescindibles como la salud mental, la percepción de una nueva imagen o el confort de la piel están entre los principales factores afectados.

Desde la Fundación Stanpa y a través de su programa 'Ponte guapa, te sentirás mejor', desde el que llevan una década trabajando por el bienestar de los pacientes con cáncer, aseguran que entre los grandes hándicaps a los que se enfrentan en relación a su imagen (tras un tratamiento de quimioterapia) se encuentran: la caída del cabello (80%), los cambios en las pestañas y las cejas (54%), las modificaciones en las uñas (45%) y el asunto que nos ocupa hoy, la sequedad en la piel (70%).

Algunos de los encuestados (concretamente el 28%) reconocen que esos cambios han influido “un poco” en su estado de ánimo, mientras que el 37% eleva esa apreciación hasta "bastante". Y es que, según revelan desde la firma de cuidados específicos de La Roche Posay, no podemos olvidar que más del 80% de pacientes que padecerán cáncer desarrollan efectos secundarios relacionados con las diferetes terapias.

Los efectos más frecuentes que padece la dermis

Las consecuencias pueden ser muy variadas y que dependen en buen grado por el tipo de tratamiento al que se someten que puede ser la propia cirugía, radioterapia, quimioterapia, terapias dirigidas, hormonales, inmunoterapia… Muchas veces se combinan y, gracias a la constante investigación, el abanico de posibilidades se amplía de un modo exponencial. Así, Leonor Prieto, farmacéutica y directora científica de L'Oreál Cosmética Activa España, reconoce que uno de los efectos casi universales es que la piel se suele volver más sensible, provocando también fotosensibilidad.

Entre las manifestaciones en la dermis más populares se identifican la sequedad severa (también llamada xerosis), el picor, el enrojecimiento, la deshidratación, la aparición de hiperpigmentaciones o erupciones, la tirantez, la descamación, el pelado de pies y manos (conocido como eritema palmo-plantar), la sensación de que la piel está caliente… La suma de todo ello puede provocar fisuras y erosiones en la superficie cutánea, de mayor o menor grado, o incluso infecciones. Sin olvidar el cuidado de las cicatrices tras una posible intervención. Esto es traduce en una considerable incomodidad para el paciente (muchas veces supone la imposibilidad de conciliar el sueño). Sin embargo, en este punto también es necesario recordar que no todos los pacientes que se someten a los procedimientos médicos sufren los nombrados efectos secundarios en su propia piel.

Gestos universales y esenciales

Todos los expertos coinciden en que es muy importante dedicar un extra de atenciones a la piel antes de someterla al tratamiento oncológico. La razón es sencilla: cuanto más nutrida y enriquecida se encuentre, mejor podrá hacer frente a cualquier tratamiento que le afecte y eso tendrá una repercusión directa en la calidad de vida del paciente al paliar el efecto acumulativo cutáneo que tienen estas terapias. Por supuesto, esos cuidados deben extenderse también mientras duran las sesiones y una vez que el protocolo ha finalizado, con el fin de lograr una recuperación completa de la tez.

Para ello, durante todo el proceso, las referencias elegidas deben respetar al máximo la sensibilidad de estos casos a través de fórmulas minimalistas, de máxima seguridad, que sean de eficacia probada y, muy importante, que estén testadas en pacientes oncológicos. “El cuidado de apoyo se basa en la utilización de productos dermocosméticos con un requisito de calidad muy exigente. Combinados con una buena recomendación y con pautas de cuidado, se han convertido en el complemento esencial para continuar el tratamiento oncológico con la mejor calidad de vida posible", declara Dr. Didier Guerrero, consultor dermatológico de los Laboratorios Dermatológicos Avène.

Limpieza, hidratación y fotoprotección

Esos son los pasos básicos que debes mantener con las premisas nombradas. Aunque el primer mandamiento, más allá de los productos, es tratar la dermis con el mayor respecto a través de cada gesto hacia ella evitando frotarla, masajearla en exceso, rascarla o, por ejemplo, utilizando agua demasiado caliente o demasiado fría que pueda provocar un extra de deshidratación. Así, la clave es seleccionar limpiadores sin jabón (denominados “syndet”), que respeten al máximo el pH cutáneo para ayudar a mantener sus virtudes como barrera protectora del organismo. Un consejo es que estén enriquecidos con ingredientes suavizantes que también permitan conservar la hidratación como puede ser la glicerina, las ceramidas, el pantenol, el aloe vera, la manteca de karité, la urea, la niacinamida… Nota mental: las aguas micelares pueden ser grandes aliadas.

Respecto a la hidratación, resultará más necesaria que nunca y, tal y como indican los expertos, es preferible optar por referencias sin demasiados ingredientes, con activos seleccionados que, además de hidratar, nutran, calmen y reparen a nivel cutáneo. Además, resulta necesario posponer la aplicación de activos exfoliantes (peelings físicos, químicos o enzimáticos o cualquier que pueda irritar la piel), así como de ciertas vitaminas que puedan resultar agresivas o de aceites esenciales. No te olvides de fijarte en si prescinden de alcohol o de perfumes (al menos que no contengan alergenos), también para las opciones corporales o los cuidados específicos de manos. Una vez más, las aguas termales son de gran ayuda ya que se pueden aplicar sin medida, a demanda.

¿Y sobre la fotoprotección? Es esencial usarla cada día puesto que, durante estos procesos, la dermis pierde su capacidad intrínseca para protegerse ante el sol. Lo más recomendable es elegir filtros de amplio espectro, que cuenten con estudios de eficacia y tolerancia en personas con circunstancias similares. "Generalmente estas opciones contienen una combinación de filtros físicos, químicos y biológicos que aseguran el factor solar de protección declarado", afirman desde María D'Uol. Pero, por supuesto, lo fundamental es ser constante en su uso.