Pillamos a Rodrigo Rato en el campo antes de enfrentarse a la petición de 5 años de cárcel

Corría el 25 de julio de 2015. Hace justo tres años. Rodrigo Rato pasaba unos días de descanso en Mallorca. El expresidente del FMI había viajado con su entonces novia, Alicia González, hasta la isla balear por recomendación de Juan Chozas, amigo del banquero, con quien compartió una fiesta unas semanas antes.

Ataviado con un traje de baño amarillo y un sombrero panameño, Rato y su novia parecían dos hermanos conjuntados más que dos novios de vacaciones, tal y como se pudo ver en unas instantáneas que dieron la vuelta al mundo por las transparencias del bañador del político popular, que no tenía forro alguno. Este año no hay yates ni lujos. No está el panorama como para hacer ostentaciones.

El juicio por la salida a bolsa de Bankia comenzará el 26 de noviembre. La Fiscalía pide penas de cinco años para Rato. Además, solicita para el exministro de Economía una multa de 60.000 euros e inhabilitación especial para el ejercicio de sufragio pasivo y la actividad bancaria durante el tiempo de la condena.

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En el pueblo de su mujer

El exministro de Economía se refugia en el pueblo de su mujer, la localidad segoviana de Navafría, donde tienen casa familiares. Ha sido una entrada de vacaciones abrupta, ya que Rato fue incluido por primera vez en la lista de morosos que publica cada año Hacienda. La deuda es de casi 1.002.000 euros.

Rodrigo Rato salió al paso para defender su honor con un comunicado público en el que argumentaba que todo se debía a la situación judicial en la que se encuentra, y que mantiene bloqueados todos sus bienes, impidiendo así que pueda hacer frente al pago de sus obligaciones tributarias. Según el comunicado que ha enviado, Rato explica que desde el año 2015 "todos mis bienes y rentas están embargadas por causa de una denuncia temprana de la AEAT" ante el juzgado 31.

Lo que le garantiza un entorno tranquilo y rural como el del pueblo de su mujer es calma absoluta. Allí Rodrigo Rato lleva una vida apacible, se mueve por la localidad con gorra y pantalones cortos y tiene un trato cordial y cercano con quien se le acerca. Acude él mismo a la compra en su flamante BMW, un vehículo que no llama la atención porque hay una zona junto al río Cega donde hay varias mansiones de fortunas de Madrid, y suele pagar en efectivo.

Alicia González tiene en propiedad una pequeña parcela en Navafría y puede que el sueño de la pareja pase por tener una casa allí, un lugar a una hora y cuarto de Madrid donde disfrutar los fines de semana, si la Justicia se lo permite, claro.