Diego Costa y sus baches vitales: una cobra asesina, la muerte de su perro y Hacienda

Es un hecho, Diego Costa se va del Atlético de Madrid. El club madrileño y el jugador separan sus caminos tras la solicitud del hispanobrasileño de desvincularse del club rojiblanco por motivos personales. Su entorno, su familia, siempre ha sido un pilar fundamental para él. La de Diego Costa fue una infancia compleja de la que tanto él como el resto de su familia han salido tras pelear como leones. El futbolista, en el centro de la actualidad por su marcha del Atlético de Madrid, nació y se crio en un remoto pueblo de Brasil, Lagarto, con sus padres y sus dos hermanos.

El camino a la gloria, no obstante, tiene sus baches. Y en su caso son bastante dramáticos: a los 15 días de vida casi muere atacado por una serpiente que trepó por su cuna, con 14 años tuvo un grave accidente de autobús, hace unos años atropelló a su perro sin querer y lo mató… Quizás por eso, cuando Diego Costa fue investigado por Hacienda en España, no sufrió tanto como otros futbolistas.

En junio de este año, Costa aceptó el pago de una multa de 543.0000 euros al reconocer un fraude al fisco de algo más de un millón de euros en el impuesto de la renta de las personas físicas (IRPF) de 2014, una deuda que saldó en 2019. El juicio se celebró en la Audiencia Provincial de Madrid y terminó con un pacto entre ambas partes por el que se sustituía la pena de seis meses de cárcel por el pago de la citada multa.

"Lo aplastó"

Para superar ese bache contó con la ayuda de su familia, en especial de su hermana, Talita, una conocida abogada en Brasil. Jair Costa, el tercer hijo de José de Jesús y Joseleide, sigue a Diego allá donde va, puesto que forma parte de su equipo. Muchas de las anécdotas que aquí relatamos aparecen en el libro ‘Diego Costa: el arte de la guerra’ (Al Poste Ediciones, 2014), escrito por el periodista Fran Guillén. Poco antes de que se publicara el libro, Costa mató, sin querer, a su perro. Así se narra el episodio: “Diego trajo a su yorkshire terrier a Madrid. Pero un día, cuando estaba aparcando su coche, no se dio cuenta de que el perro estaba detrás del vehículo y lo aplastó. [...] Estuvo devastado, totalmente deprimido durante un mes”.

Se sabe más de su infancia, de sus hermanos y de sus padres que de su mujer, quien ha preferido mantenerse siempre alejada de los focos. Isa Daiana es el nombre de la misteriosa pareja de Costa, con quien ha tenido a sus dos hijas. La segunda de las pequeñas nació en 2018 en el Hospital Montepríncipe de Boadilla del Monte, donde vive la familia.

Las Lomas

Nacionalizado español para jugar con la Roja, Costa se había instalado en la capital, donde cuenta con una propiedad. Se trata de una lujosa vivienda en la urbanización Las Lomas, una zona en la que, en el momento en el que se compró la casa, contaba con vecinos como el también brasileño Felipe Luis, ahora en el Flamingo. Thibaut Courtois, portero del Madrid, es otro de sus ilustres vecinos. Cuenta con una propiedad en España, pero ni él ni nadie de su familia ha invertido en empresas o negocios de ningún tipo.

Eso sí, la vida personal de Diego Costa ha dado mucho que hablar, y no solo por sus duros inicios. Han sido muchas las mujeres que han salido en público para contar sus relaciones con el brasileño, y los medios británicos, cuando militaba en el Chelsea, publicaron incluso imágenes de Costa con sus amigas. Pero él nunca ha dicho nada, y cuando se trata de su vida privada, se limita a colgar imágenes con amigos y con su hermano Jair, con quien suelen hacerse muchas bromas.

La familia

La familia es su centro, su gran apoyo, y hasta la abuela de Diego, Romana, ha hablado alguna vez con los medios. Lo hizo, por ejemplo, para contar cómo salvó a su nieto de aquella cobra que trepaba por la cuna directa al bebé recién nacido. “Mi nieto tiene un ángel que le protege de todos los peligros”, declaró la abuela hace unos meses en un reportaje del diario ‘Marca’.

Doña Romana, como los padres de Diego Costa, vive en Lagarto, el pueblo en el que el futbolista es un ídolo. Allí mismo, además, tiene una escuela de fútbol a su nombre en la que se entrenan los pequeños del lugar, una forma de salir de la miseria y de olvidarse de las penurias.