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"Vete en paz, Raffaella, y disfruta de un merecido descanso en la fiesta del cielo"
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Se ha celebrado el funeral en Roma

"Vete en paz, Raffaella, y disfruta de un merecido descanso en la fiesta del cielo"

Se han congregado decenas de personas para dar el último aplauso a la estrella. Dentro de la iglesia, una ceremonia sobria con la presencia de sus seres más queridos

Foto: Raffaella Carrà, en una imagen de archivo. (Getty)
Raffaella Carrà, en una imagen de archivo. (Getty)

En el altar de la basílica de Santa Maria in Aracoeli lució una gran foto de la Carrà con un montón de bebés a su alrededor. El mensaje era evidente, como dijo uno de los padres que oficiaron la ceremonia, su amigo Simone Castaldi, de la congregación de su adorado Padre Pío: “Se ha dicho que no tenía hijos, pero toda esta gente que ha venido a despedirla son, de alguna manera, como hijos suyos”.

Lo de ser madre para alguien que quiso a tanta gente y a tantos niños fue una opción de vida y no el fruto de algo que saliera de sus entrañas. Ese es parte del legado que deja Raffaella. “Se ha ido tras la puerta de la vida terrenal para instalarse en la eternidad (…). Raffaella no se ha ido, solo se ha movido un poco más allá”, dijo su amigo sacerdote en la ceremonia citando una frase de su famosa canción 'Tanti Auguri'.

placeholder El altar con la foto de Carrà. (Reuters)
El altar con la foto de Carrà. (Reuters)

La Carrà se ha ido con la coreografía de sus espectáculos: ella en el centro y un enorme coro y cuerpo de baile alrededor aplaudiendo. La última escena de Raffaella, eso sí, ha tenido algunas lágrimas más de lo que le gustaba a ella. Lo de las despedidas alegres cuesta menos pregonarlo que practicarlo y son muchos los que han llorado frente a su féretro en estos tres días de capilla ardiente y funeral.

“Nosotros estamos aquí por su humanidad. Era una excelente persona. Hacía mucha beneficencia en secreto. Cuando íbamos a sitios a ayudar nos decía: ‘Nadie dice nada de que estoy aquí o nos damos media vuelta’. Y ella luego nos invitaba a comer a todos”, explicaba Paolo, uno de los miembros de su cercano club de fans presentes en la plaza del Campidoglio en la última ceremonia.

Palabras de recuerdo

Había allí congregadas decenas de personas bajo un sol duro que acudieron a dar los últimos aplausos a la estrella. Dentro de la iglesia, una ceremonia sobria con la presencia de sus seres más queridos.

Casi toda la flor y nata del mundo del espectáculo italiano, especialmente de la televisión, ha ido allí estos dos días a presentar su respeto por la 'reina' fallecida. Pippo Baudo, famosísimo presentador italiano, resumía en estas palabras al personaje que cuando se apagaban los focos, o se le apagaba la vida, se metía entre bambalinas: “No pensé que estuviera enferma. Ninguno de nosotros pensó que estaba enferma porque escondió su enfermedad de una manera excelente. Ha dado una prueba de fuerza, secreto y enorme coraje. Raffaella era divertida, era buena, estaba preparada. Raffaella era Raffaella”.

placeholder Cientos de admiradores dan su último adiós a la artista. (EFE)
Cientos de admiradores dan su último adiós a la artista. (EFE)

“La suya era una televisión de contenido y elegancia, donde nada se dejaba al azar. Espero que lleguen más Carrà, pero por ahora deja un vacío gigantesco”, manifestaba el coreógrafo del festival de San Remo, Gaetano Castelli. El bailarín, coreógrafo, compañero de baile de Raffaella y marido de la artista Carmen Russo, Enzo Paolo Turchi, comentaba entre lágrimas: “Como ella no había nadie. El baile del ‘Tuca Tuca’ nació como un juego. Si lo hubiera hecho otro, se habría olvidado”.

La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, concentrando el sentir de las miles de personas que se han acercado a despedirse de Raffa, cuando recibió en el ayuntamiento el féretro, resumió así lo que se ha elevado hoy por encima de las cúpulas de la ciudad: “Se va una estrella”.

Parece una frase hecha, porque estrellas se van muchas, pero a muy pocas Roma, como a sus viejos emperadores, les prepara un cortejo fúnebre y una capilla ardiente y las despide entre el cariño de muchos en la deslumbrante basílica de Santa Maria in Aracoeli. Esa iglesia es muy especial para los romanos y tenía una talla del Niño Jesús del siglo XV hecha con madera de olivo del huerto de Getsemaní que hacía milagros. En 1994 robaron la talla, ahora hay una réplica, pero la devoción se ha quedado entre sus muros. El templo, donde está enterrado el papa Honorio IV y varios cardenales y obispos, con frescos de Pinturicchio, fue el perfecto escenario en el último adiós para la mujer que estuvo por encima de su personaje. “Estoy seguro de que ella hubiera querido algo menos ostentoso”, dijo el fraile Simone Castaldi antes de la ceremonia.

placeholder El funeral en la basílica de Santa Maria in Aracoeli. (EFE)
El funeral en la basílica de Santa Maria in Aracoeli. (EFE)

Luego, su amigo religioso, que anunció que la Carrá pidió antes de morir dar un último viaje hasta San Giovanni Rotondo, 'casa' de su adorado Padre Pío, para después tener el reposo eterno en su amado Argentario, despidió a Raffaella con una bella frase: “Vete en paz, Raffaella, y disfruta de un merecido descanso en la fiesta del cielo”. Y a los muchos que la quieren, tristes, les pareció que allí arriba hoy estarán algo más contentos.

El final fue un largo y profundo aplauso. Lo pidió, al concluir la ceremonia, la presentadora Lorena Bianchetti y no pararon de aplaudirla todos hasta que su sencillo ataúd se subió a un coche y se elevó a las nubes.

En el altar de la basílica de Santa Maria in Aracoeli lució una gran foto de la Carrà con un montón de bebés a su alrededor. El mensaje era evidente, como dijo uno de los padres que oficiaron la ceremonia, su amigo Simone Castaldi, de la congregación de su adorado Padre Pío: “Se ha dicho que no tenía hijos, pero toda esta gente que ha venido a despedirla son, de alguna manera, como hijos suyos”.

Raffaella Carrà
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