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Georgie Dann y lo peor
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OPINIÓN

Georgie Dann y lo peor

Contemporáneos como Luis Aguilé, Manolo Escobar o Palito Ortega tuvieron la decencia de irse quedando por el camino. Georgie Dann surfeó décadas y listas de éxitos

Foto: Georgie Dann. (Ilustración: Jate)
Georgie Dann. (Ilustración: Jate)

“Un disco per l’estate”. Italia 1964. Me imagino que lanzar la idea del disco del verano tuvo que ir irremediablemente seguida de un “Y que se jodan”. Las risas en la sala de reuniones de la Asociación Italiana de Fonografía debieron retumbar con ciertos matices nerviosos ante la magnitud del hallazgo.

La perversidad del capitalismo consumada y calendarizada a través de un concurso. Eureka. El espíritu competitivo de los cantantes de temporada nos ha traído hasta aquí casi sesenta años después. Da grima repasar su historia. Como da grima repasar las coreografías a las que nos han sometido. La uniformidad de las melodías, solo afectadas por los cambios de década, también dan grima. No sé qué es lo siguiente a la grima. Igual es grimo. Igual esgrimo mi argumentario después de no saber cómo definir el estado en el que me ha dejado la lectura comprensiva de las letras de la mayoría de las canciones del verano que sufrí. “E foterli”, tuvieron que decir “E foterli”, los mamones.

Foto: Los tres hijos de Georgie Dann, en el tanatorio. (Gtres/Jesús Briones)

A España la estrategia comercial llegó muy pocos estíos después. Que “Perdóname”, del Dúo Dinámico, fuera una de las primeras canciones del verano no despierta en mí la más mínima complacencia. La turra que llevan dándonos desde que yo era pequeño no merece compasión. La idea cuajó de inmediato y creció por medio mundo bien nutrida de la venta de sencillos y de la expansión comercial de los cassettes.

placeholder El Dúo Dinámico en una imagen de 2016. (EFE/Paco Santamaría)
El Dúo Dinámico en una imagen de 2016. (EFE/Paco Santamaría)

No había forma de pararla. A la omnipresencia de la televisión, “unipresencia” más bien, le añadieron el atractivo de la modernización de los bailes regionales. La sublimación del concepto no admitía competencia. La Yenka es la primera coreografía colectiva moderna que recuerdo. Nietos y padres exponíamos descoordinación corporal ante la atónita mirada de los abuelos espeluznados fuera de la zona de confort de su folclore. En una especie de mezcla de jotas, sardanas, sevillanas y “protogimnasia”, la simplificación de los pasos y la actualización de los ritmos dieron con la tecla. Perduran hoy después de hacernos pasar por ridículos históricos tras intentar el baile de la mayonesa, de la lambada, del tiburón, de la Macarena, de los pajaritos… Ni la reciente pandemia ha podido con “Jerusalema”.

Las canciones del verano son un eje troncal de nuestra historia. Eso no vamos a negarlo. Puedes no acordarte de mil cosas de tu infancia, pero no puedes olvidarte de las canciones del verano. Esa banda sonora machacona y repetitiva conserva además la capacidad de ubicar muy distintas experiencias.

Recuerdo con preocupante sensación de realidad cercana algunas escaramuzas en esas verbenas agosteñas del “Help”, “La chica Ye-Ye” y “Un rayo de sol” que sublimaban el poder de tres o cuatro notas encadenadas y repetidas.

placeholder Miguel Bosé, en una imagen de archivo en 'Lazos de sangre'. (TVE)
Miguel Bosé, en una imagen de archivo en 'Lazos de sangre'. (TVE)

El registro mental de las letras se limitaba a la retención del título. Hoy sería más capaz de armar un relato solo con títulos de canciones de verano que de poner nombre a mis primeros besos, pero a casi todos ellos les da contexto algún éxito de verano. Era lo que tenía no ir a colegios mixtos, que había que esperar al verano.

“Cuéntame que te pasó”, pues “Me lo dijo Pérez”. Que “Eva María se fue buscando el sol en la playa”. Entonces “saca el güisqui cheli”. “Acalorado estoy” “En la fiesta de Blas”. “Tómame o déjame”. “Black is Black”, “Super Superman”. “Que pasa contigo tío”, ”Échame a mí la culpa”… Y podría continuar y subir el tono de la descripción de mis primeros escarceos sexuales acercándome a los ochenta sin necesidad de recurrir a otras fuentes que mi memoria.

Los diez éxitos del verano de esa década -los ochenta- en consonancia con la de otras estaciones, son más música que las del resto. Exceptuemos por favor la de “Pajaritos por aquí, pajaritos por allá”, nadie es perfecto. “Ma quale idea” de Pino D’angio, “Voyage, Voyage” de Desireless, “Live is Live” de Opus y “Gimme Hope Jo’anna” de Eddy Grant se alternaban con los éxitos patrios de Alaska, Mecano, Miguel Bosé o Los rebeldes.

placeholder Alaska durante una actuación en 2019 en el Wizink Center de Madrid. (EFE/Víctor Lerena)
Alaska durante una actuación en 2019 en el Wizink Center de Madrid. (EFE/Víctor Lerena)

Con fuerzas renovadas y acreditadas experiencias lograron competir Julio Iglesias o Raffaella Carrà en una época de claro cambio de tendencia. De los más veteranos reaparece Georgie Dann con el “Koumbó” y “El Africano” para engancharse a un carro del que no se bajó en más de veinte años.

Caso de estudio este Dann. Olvidemos la perspectiva. Nunca entendí del todo sus éxitos. Los postreros me refiero. Porque su primer gran hit “El Kazachok”, coreografía incluida, lo tengo entre mis favoritos de la infancia. El alarde de baile ruso en tiempos del final de Franco tenía morbo y exaltaba el ánimo, también el etílico, de las verbenas más populares. Me recuerdo en cuclillas intentando bailarlo. También me recuerdo intentando ayudar a levantar a mi tío del suelo o pidiéndole a mi padre que no alzara el puño izquierdo.

placeholder Georgie Dann en una imagen de los 80. (Getty)
Georgie Dann en una imagen de los 80. (Getty)

Contemporáneos como Luis Aguilé, Manolo Escobar o Palito Ortega tuvieron la decencia de irse quedando por el camino. Georgie Dann, en lo que podría ser otro alarde más de los Illuminati, surfeó décadas y listas de éxitos contándonos lo que quería o no podía un negro. O bajando a ras de suelo, o más abajo, el poder comparativo de las metáforas y los eufemismos cuando quería contarnos una de sus barbacoas o las virtudes de su nuevo chiringuito por ejemplo.

Por aportar una teoría: quizá ese pelo exuberante, que también mostraba sin pudor ninguno en el pecho, esa sonrisa marfiliana, ese exótico acento, componían una imagen que, como en otros exitosos eslóganes publicitarios, relacionábamos con el anuncio año tras año, y antes de tiempo, de la llegada del verano y no solo al Corte Inglés. No nos podía caer mal quien nos traía tan estupendísima noticia.

placeholder El cantante Georgie Dann en una entrevista para TVE. (YouTube)
El cantante Georgie Dann en una entrevista para TVE. (YouTube)

Hablaría de las letras pero no he superado el impacto. Solo me gustaría recomendar a todos los que ahora las están juzgando que presten atención a la nueva ola de canciones del verano. A Georgie Dann le haremos bueno. Lo de “que se ponen como locas cuando prueban mi sardina” es zafio incluso en el contexto propagandístico de tu chiringuito. Para mí, lo era también en el año 2000 y siempre preferí el “Ya no quiero tu querer” de José El Francés o “La Bomba” de King Africa de ese mismo año.

Pero qué me dicen de la carga poética de las canciones de hoy para el verano: “Por ti me controlo y me quedo quieto, aunque quiero comerte t’o eso”. O de lo edificante de sus recomendaciones: “Pepas y agua p’a la seca, todos en pastilla a la discoteca”. O de su aportación a terminar con la cosificación de la mujer: “Yo ya le di en to’as las posi”. Apócope forzado para que rime con “glossi” y “oxi” supongo. Términos de los que aún sigo investigando su significado, pero vamos, que vayan temiéndose lo peor.

“Un disco per l’estate”. Italia 1964. Me imagino que lanzar la idea del disco del verano tuvo que ir irremediablemente seguida de un “Y que se jodan”. Las risas en la sala de reuniones de la Asociación Italiana de Fonografía debieron retumbar con ciertos matices nerviosos ante la magnitud del hallazgo.

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