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Por qué Raffaella Carrà se convirtió en icono gay y feminista: hablan los expertos
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Por qué Raffaella Carrà se convirtió en icono gay y feminista: hablan los expertos

Analizamos los motivos por los que la cantante logró alcanzar ese estatus de mito para colectivos que han gritado por la libertad desde el divertimento que ofrecen sus canciones

Foto: Raffaella Carrà. (Cordon Press)
Raffaella Carrà. (Cordon Press)

La triste noticia de la muerte de Raffaella Carrà ha dejado, por un momento, las pistas de baile congeladas, el confeti en suspensión cósmica y las copas de los brindis vacías. Decimos 'por un momento', porque lo cierto es que su voz y su presencia nunca desaparecerán. No solo porque fueran sinónimo de divertimento, algo a lo que la especie humana jamás renunciará a pesar del paso del tiempo, sino porque la Carrà trascendió a la artista para convertirse en icono de causas mucho más profundas e importantes, como la feminista o la de los derechos y la visibilidad del colectivo LGTBI.

Foto: Raffaella Carrà, en una actuación. (EFE)

Para entender cómo una cantante italiana logró alcanzar ese estatus de mito mucho antes de su fallecimiento, de representante de colectivos que han usado sus coreografías, sus letras y su talento para gritar por la libertad desde el divertimento, hablamos con tres expertos.

“Un nuevo modelo de mujer”

Ana Bernal-Triviño es profesora de la Universitat Oberta de Catalunya, periodista y autora de numerosos trabajos centrados en la defensa de los derechos de las mujeres. En su opinión, “el principal aporte de Raffaella Carrà y por lo que se le supone una transcendencia feminista tiene que ver mucho con el contexto en el que aparece, tras una Italia y una España con dictaduras recientes, que imponen un papel muy opresor y conservador a la mujer. Su mensaje en todos los sentidos es rupturista, define un nuevo modelo de mujer en la sociedad en una constante búsqueda de la libertad y de la capacidad de decisión”.

placeholder Raffaella Carrà en una imagen de archivo. (Getty)
Raffaella Carrà en una imagen de archivo. (Getty)

“Ahora que hablamos de la ley de libertad sexual, tantos años antes, Raffaella ya planteaba la importancia de la decisión libre sobre nuestros cuerpos y del placer femenino. Su discurso contribuye a romper con el silencio de temas tabúes en la sociedad, tanto la italiana como la española, y con la amplificación e impacto que supone ese mensaje en un medio de masas como la televisión”.

“Ofreció un espacio de libertad”

Juan Carlos Alfeo es profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación Aplicada de la UCM, experto en género y representación audiovisual, y autor de numerosos trabajos sobre análisis del colectivo LGTBI en cine y TV.

“Raffaella Carrà responde, por un lado, al icono camp, en el sentido que Jack Babuscio decía hacia finales de los 70 en su texto incluido en el libro ‘Cine y homosexualidad’, de Richard Dyer, y otros entre los que se encuentra él. Este hombre hablaba del concepto del camp, que define muy bien esa subcultura gay, al menos de esas décadas. Decía que el camp estaba definido por cuatro características: la ironía, el humor, la estética y la teatralidad. Yo creo que Raffaella Carrà encaja como un guante en esta puesta en escena tan especial”.

“Estos personajes como Carrà, o Rocío Jurado, o Judy Garland, o Liza Minnelli, o incluso Alaska, Massiel o Sara Montiel, que son personajes que en España han contado con el aplauso y el amor incondicional del público gay, son personajes que o bien por su obra o bien por su vida, o por ambas cosas, han ofrecido espacios de libertad al colectivo. También son personas que en algún momento de su vida han hecho explícito su apoyo al colectivo LGTBI, a veces en tiempos nada fáciles. Incluso hay divas lésbicas, como Mari Trini, aunque siempre han llevado un perfil más bajo y han podido ser, en ese sentido, menos combativas a nivel público. La visibilidad pública del lesbianismo, incluso en los mismos parámetros de cultura pop, ha sido menor que la visibilidad gay. Eso está conectado con una sociedad patriarcal."

placeholder Raffaella Carrà en una de sus actuaciones. (Cordon Press)
Raffaella Carrà en una de sus actuaciones. (Cordon Press)

“Raffaella Carrà tiene todo esto. Tiene la puesta en escena, tiene el humor, tiene la ironía y la teatralidad, incluso yo creo que en escena se llegaba a parodiar un poco a sí misma, en la exageración, en las coreografías, en los números… No hay que olvidar que a finales de los 70 publica el tema ‘Lucas’, donde entra directamente al trapo con la cuestión gay, sin ambages. Ella misma se ha posicionado explícitamente como respaldo. Una de sus características, a diferencia de otros personajes, es su posicionamiento político muy claro. Abanderaba todas las causas por la libertad que consideraba: abanderaba el feminismo, la lucha LGTBI, ponía en cuestión la sociedad puritana italiana de su momento, que también le creó algunos problemas en televisión, etc”.

“El momento en el que llega a España, que es un momento de paso a la transición democrática, también supuso un soplo de aire fresco que España estaba necesitando en ese momento. Aunque yo creo que eso explica el éxito que tuvo en España en general, independientemente de la orientación sexual del espectador. Pero en el colectivo gay, Raffaella Carrá representó, por un lado, un posicionamiento claro y explícito a favor del colectivo, y también una puesta en escena, unas letras y unas canciones que permitían al colectivo posicionarse, proyectarse, explayarse y apropiarse. En el colectivo LGTBI hay una apropiación de lo que Raffaella Carrà estaba ofreciendo”.

Entrar rompiendo barreras

Paco Tomás es periodista y actualmente dirige y presenta 'Wisteria Lane', programa relacionado con el movimiento LGTBI, en Radio 5.

“Hay que entender el contexto histórico, cuándo aparece Raffaella, para comprender por qué es tan importante dentro de lo que puede ser un discurso feminista o de liberación LGTB. Ella llega a España a finales de los 70. Del mismo modo que las canciones de Rocío Jurado eran una revolución, cuando cantaba aquello de “hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo”, porque eso no lo podía cantar una mujer, eso ya lo hacía también Raffaella cuando cantaba “para hacer bien el amor hay que venir al sur”. Hay una teoría que me resulta fascinante sobre la canción ’53-53-456’. Si reparas en la letra, no tiene tanto que ver con marcar un número de teléfono, y sí con una masturbación femenina. Era capaz de contar cosas o de crear esas dobles lecturas, desde un ambiente aparentemente blanco, porque sus canciones las bailaba todo el mundo. No era un discurso que procedía de una mujer que ejercía un activismo desde ese sector que parece a veces elitista o distanciado de la sociedad y que a veces no cala y no llega a la gente. Ella lo hacía desde la cultura popular y eso es fascinante”.

placeholder Raffaella Carrá en el programa televisivo 'La Voz Italia', en Milán. (EFE)
Raffaella Carrá en el programa televisivo 'La Voz Italia', en Milán. (EFE)

“Normalmente, si tú entras rompiendo ya barreras desde el feminismo, es muy fácil que enseguida saltes al ámbito LGTBI, porque bebemos de la misma fuente y nuestro enemigo es el mismo. En el 78, saca la canción de ‘Lucas’, que es una canción sobre dos hombres. Me parece que eso es profundamente importante, tener en cuenta en el momento en el que lo hace y cómo lo hace, desde la cultura popular”.

“Para el colectivo LGTBI, en concreto, sus canciones eran una celebración. Muy pocos recordamos baladas de Carrà. Todos recordamos canciones que eran fiestas, porque era lo que necesitábamos reivindicar. Cuando vives en la oscuridad, la clandestinidad y el miedo, a veces hay muy poco espacio para la fiesta, pero en el mismo, que siempre ha formado parte de nuestra cultura, siempre está Raffaella”.

“Los gais, cuando suena Raffaella Carrà, rompemos completamente cualquier expresión de género, damos paso a la pluma, a disfrutar de esa canción con la libertad con la que esa canción y esa cantante nos estaba diciendo que debíamos hacerlo. Creo que por eso se convierte en algo icónico que, con seguridad, va a trascender. Yo, desde que tengo uso de conocimiento, bailo a dos iconos, que son ABBA y Raffaella Carrà. Da igual las generaciones que pasen, ahí siguen sonando para que la gente salga a la pista a darlo todo, porque son dos símbolos de nuestra cultura y de nuestra libertad, incluso de la libertad de expresarnos como queremos. No se puede bailar a Raffaella Carrà con las manos en los bolsillos. Hay que bailarla levantando las manos y con pluma”.

La triste noticia de la muerte de Raffaella Carrà ha dejado, por un momento, las pistas de baile congeladas, el confeti en suspensión cósmica y las copas de los brindis vacías. Decimos 'por un momento', porque lo cierto es que su voz y su presencia nunca desaparecerán. No solo porque fueran sinónimo de divertimento, algo a lo que la especie humana jamás renunciará a pesar del paso del tiempo, sino porque la Carrà trascendió a la artista para convertirse en icono de causas mucho más profundas e importantes, como la feminista o la de los derechos y la visibilidad del colectivo LGTBI.

Raffaella Carrà
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