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Casarse en brackets: las Campos se van de boda
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OPINIÓN

Casarse en brackets: las Campos se van de boda

Las Campos han ido a una boda que se parece mucho a la mayoría de las bodas que no salen normalmente en las revistas

Foto: María Teresa Campos. (Jate)
María Teresa Campos. (Jate)

Hace falta mucha seguridad en una misma para casarte en brackets. Que es una cosa que, nos pongamos como nos pongamos, no favorecen a nadie. Hace falta ser muy libre para prometer amor eterno como a una le venga en gana porque, total, siempre habrá alguien a quien no le guste. El vestido, el peinado, el color de las servilletas, la música con la que abrirás el baile, escoger entre el chocolate y los frutos rojos para el postre, si procede repartir puros o mejor alpargatas para que las señoras descansen de tacones.

Paola Olmedo se ha casado con el nieto mayor de María Teresa Campos y ha hecho todo eso y más. Sonríe sin disimular ni uno solo de los hierros de su dentadura. Se ha puesto un peinado que algunas denominamos en cascada, la espalda transparente con la hilera de botones porque solo las de medio pelo necesitamos un sostén que las aguante. Y ha lucido bien hidratados y sin atisbo de desgaste los tatuajes. Un paisaje semejante al palmeral de Elche a la altura del húmero y una especie de dragón mitológico junto a su hombro izquierdo. Escote de encaje, por supuesto.

placeholder Portada de 'Semana' con un destacado sobre la boda.
Portada de 'Semana' con un destacado sobre la boda.

Las Campos han ido a una boda que se parece mucho a la mayoría de las bodas que no salen normalmente en las revistas. El papel acepta con más agrado a ese tipo de gente guapa y rica, que saben todo de tejidos, que conocen lo mejor de todos los géneros posibles para epatar y generar envidia, y tienen un sinfín de propiedades familiares para el convite. Paola se ha casado con José María Almoguera, que tiene cara de buenísima persona y la mira con un amor que me desarma. Un hombre que llegó en moto a su boda y cuyos amigos le esperaban rugiendo el motor de las suyas y haciéndole el paseíllo.

Son una pareja que aporta lo mismo que cualquier otra en España. Padres divorciados que aún no han limado asperezas del todo, hijos de anteriores parejas, familiares que se llevan regular, familiares a los que no parece apetecerles mucho haberse pasado la tarde del sábado en Torrejón de Velasco. Mañanas de laca e iluminador, bolsos pequeños en los que caben muy pocas cosas.

placeholder Portada de la revista 'Lecturas'.
Portada de la revista 'Lecturas'.

El tirón de esta saga de rubias es evidente. Son veinte páginas en la revista ‘Lecturas’ en las que una ve lo que ha visto en otros enlaces a los que ha ido de invitada. Pero solo las Campos merecen un monográfico, así que sabe a poco.

Vemos mariachis por encargo de la madre de la novia, un novio ya sin chaqueta pero con el sombrero típico mexicano y el micrófono en la mano. Los recién casados dándose a probar la tarta nupcial después de haberla cortado con una espada que parece un estoque. Algunos invitados agitando las servilletas al aire, lágrimas de emoción, brindis entusiastas, pedicuras a juego con los zapatos, tobillos hinchadetes, un festival de tonos pastel frente al rojo pasión de todas las damas de honor, labiales permanentes.

placeholder María Teresa Campos con sus hijas, Terelu y Carmen. (Mediaset)
María Teresa Campos con sus hijas, Terelu y Carmen. (Mediaset)

Y asistimos fascinadas a otros detalles, como el de la suegra colocando la liga a la novia. En sitios como del que yo vengo eso acaba cortado en trocitos que se reparten entre los invitados a cambio de un módico precio, e incluye también la corbata del novio y un amago de que suceda lo mismo con los calzoncillos. Me gusta especialmente una imagen de la matriarca Campos con la madre de la novia en la que no se miran, ni siquiera sonríen ambas, con un pie de foto que asegura que “María Teresa mostró mucha complicidad con Katy, la madre de la novia”.

No he venido a opinar aquí de los vestidos porque cada una se ve mona con lo que quiere, pero mi extracto favorito de ese porrón de páginas lo escribe doña Teresa Lourdes Borrego Campos, aka Terelu. Cuando se refiere a su hermana pequeña y dice de ella que estaba “radiante con un vestido de unas diseñadoras de Murcia”. No sé si es dejadez o maldad, pero en el fondo no importa.

A las Campos, por educación sentimental, les perdono casi todo.

Hace falta mucha seguridad en una misma para casarte en brackets. Que es una cosa que, nos pongamos como nos pongamos, no favorecen a nadie. Hace falta ser muy libre para prometer amor eterno como a una le venga en gana porque, total, siempre habrá alguien a quien no le guste. El vestido, el peinado, el color de las servilletas, la música con la que abrirás el baile, escoger entre el chocolate y los frutos rojos para el postre, si procede repartir puros o mejor alpargatas para que las señoras descansen de tacones.

María Teresa Campos
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