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Mayra Gómez Kemp o Liam Payne: la cara oculta de una vida en el foco
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CUANDO SE APAGAN LAS LUCES

Mayra Gómez Kemp o Liam Payne: la cara oculta de una vida en el foco

La presentadora hizo compañía a los espectadores a través de la televisión y el cantante puso banda sonora a una generación, mientras en casa lidiaban con sus propios demonios

Foto: Mayra Gómez Kempt en una foto de archivo. (EFE)
Mayra Gómez Kempt en una foto de archivo. (EFE)

La vida en el foco de la fama a menudo esconde un lado oscuro que permanece oculto para el público. Este tiende a imaginar que los artistas viven en el entorno donde les ven todos los días, rodeados de gente y con una sonrisa siempre en la cara, pero rara vez se paran a pensar en los momentos en el camerino, después del espectáculo, cuando se quedan solos. La trayectoria de figuras tan icónicas como Mayra Gómez Kemp o Liam Payne revela que el brillo de los escenarios no siempre corresponde a la felicidad personal. La soledad, la ansiedad, la depresión y las adicciones han marcado las vidas de muchos famosos que, a pesar de llevar alegría a millones de hogares, han lidiado en privado con profundas dificultades.

Mayra Gómez Kemp, conocida por ser la carismática presentadora del programa ‘Un, dos, tres... responda otra vez’, enfrentó una vida marcada por la soledad, especialmente después de la muerte de su esposo, el actor Alberto Berco, en 2021. Su fallecimiento, tras 47 años de matrimonio, dejó a la periodista devastada y enfrentando los últimos años de su vida prácticamente sola. Hubo un triste episodio, días antes de su muerte, que puso de manifiesta la realidad de su aislamiento: sufrió una caída en su casa y pasó casi 20 horas en el suelo sin que nadie la asistiera.

Si bien Mayra fue un ícono de la televisión, que logró que más de 20 millones de personas siguieran sus emisiones, su vida personal fue, hacia el final, muy distinta. Ramón García, amigo y compañero de profesión, compartió públicamente cómo la presentadora se había abierto a él para hablar del vacío que sentía, haciendo evidente que el aplauso de la audiencia no podía llenar ese hueco. “Cuando murió su marido, se le fue la vida”, expresó García en ‘En Compañía’, su programa en la televisión autonómica de Castilla-La Mancha. A pesar del cariño del público, la soledad marcó sus últimos días, sin hijos propios y con la distancia física de su familia.

placeholder Mayra Gómez Kemp, junto a su marido, Alberto Berco. (Gtres)
Mayra Gómez Kemp, junto a su marido, Alberto Berco. (Gtres)

Su hermana Georgina, la única familiar consanguínea que le quedaba, vive en Miami y debido a problemas de salud no viajó a España para el funeral, como explicó en ‘Y ahora Sonsoles’. El hecho de que no pudiera desplazarse complicó los trámites para sacar el cuerpo de Gómez Kemp del Instituto Anatómico Forense, donde residió hasta cuatro días después de su muerte, como informó Vanitatis en exclusiva. Finalmente, fue Roxana, una de las hijastras de la presentadora —hija de Alberto Berco de un matrimonio anterior— quien viajó desde Buenos Aires para hacerse cargo del funeral y de las gestiones relacionadas.

Una de las últimas veces que la locutora estuvo en televisión fue en ‘Gente Maravillosa’ con el conductor del Grand Prix. “Ese día, Mayra ya venía tocada por algo de lo que siempre hablamos aquí, que es la soledad”, afirmó García con la voz quebrada por la emoción. El presentador también hizo una llamada a reflexión, cuestionando dónde estaba toda esa gente que, tras su muerte, se apresuraba a compartir fotos con ella o a recordar su amistad: “Morirse sola tiene que ser lo peor que hay. Y no es justo que alguien que acompañó a tantos millones de españoles se muriese sola”.

placeholder Mayra Gómez Kemp, en una imagen de archivo. (Gtres)
Mayra Gómez Kemp, en una imagen de archivo. (Gtres)

Gómez Kemp estuvo siempre para otros, por eso bajaba las escaleras del programa tocando a los espectadores con una cercanía que nunca se había visto. “A veces un aplauso nos reconforta porque es la recompensa impagable a un trabajo que solo conocemos nosotros. No hablo de dinero, ni de premios, hablo del público, de sentirse querido por los espectadores”, concluyó García. Un sentimiento muy parecido al que tuvo Liam Payne, exintegrante de One Direction, horas antes de su muerte, el pasado miércoles tras caer de un tercer piso, pues se paró a saludar a algunas fans que le esperaban en la puerta de donde estaba hospedado.

La comunicadora se convirtió en un símbolo de la televisión española e hizo compañía a millones de personas cuando entraba en los salones de sus casas en las diez temporadas del 'Un, dos, tres', pero detrás de ese éxito existía un vacío profundo. El mismo que sentía Payne cuando se apagaban los focos y se encontraba solo frente al minibar de una habitación de hotel.

Liam Payne: una vida entre adicciones y agorafobia

El cantante alcanzó la fama global a una edad muy temprana —a los 14 años pisó por primera vez un estudio de televisión y a los 16 era miembro de una de las toy band más conocidas—, pero, mientras millones de fans lo aclamaban, él lidiaba con adicciones y trastornos de salud mental, como la agorafobia y la ansiedad. Desde que se unió a la banda tras su participación en ‘Factor X’, su vida se convirtió en un torbellino de giras, entrevistas y apariciones públicas.

placeholder Liam Payne en 2022. (Reuters)
Liam Payne en 2022. (Reuters)

Sin embargo, la presión de estar siempre en el centro de atención tuvo un alto coste. El cantante siempre mencionaba que uno de los mayores desafíos que enfrentó fue encontrar el equilibrio emocional en su vida. “Salir y poner esa sonrisa feliz en mi cara mientras cantaba era como ponerme un disfraz, la gente realmente no ve lo que está pasando”, contaba.

Payne comenzó a desarrollar una relación problemática con el alcohol, alimentada por el aislamiento que su equipo de seguridad les obligaba a cumplir. “Desde fuera parecía que podíamos hacer lo que quisiéramos, pero estábamos encerrados. Íbamos del concierto al coche y de ahí al hotel y cuando eres un adolescente necesitas libertad”, detalló en el documental ‘This is us’. Así, la bebida se convirtió en su refugio y su forma de escapar de la frustración: “Tocar ante miles de personas y después quedarte solo en un país en el que ni siquiera puedes salir a ningún sitio. ¿Qué vas a hacer? El minibar siempre estaba ahí”.

Su vida se complicó especialmente tras la disolución de One Direction en 2016, periodo en el que incluso pensó en suicidarse. Sin el ritmo frenético de las giras y la compañía de Harry Styles, Zayn Malik, Niall Horan y Louis Tomlinson, se encontró perdido, lidiando con la ansiedad y el abuso de sustancias. Un año más tarde, ingresó a rehabilitación tras el nacimiento de su hijo, Bear, que tuvo con expareja Cheryl Tweedy.

placeholder El cantante durante un concierto. (Gtres)
El cantante durante un concierto. (Gtres)

Al salir del centro, el cantante comenzó una relación con Maya Henry, con la que llegó a prometerse, pero que terminó abruptamente en 2022. La escritora llegó a presentar una orden de cese y desistimiento contra Payne, acusándolo de acoso. Además, la modelo publicó una novela inspirada en sus experiencias que aborda temas como el abuso y la violencia, y mencionó en entrevistas cómo la presión y el alcoholismo del joven afectaron su romance.

Ella intentó ayudarlo, pero él rechazaba la asistencia psicológica. Hasta 2023, cuando completó un programa de 100 días para tratar su alcoholismo y salud mental y logró seis meses de sobriedad. “Necesitaba tomarme un poco de tiempo, porque ya no me reconocía”, dijo en su vuelta a YouTube. Entonces fue su agorafobia la que no le dio tregua.

Aunque a veces la gente lo reconocía y lo paraba por la calle, su verdadera lucha era interna y constante. Relató lo complicado que le resultaba hacer cosas tan simples como estar fuera de casa o pedir un café, ya que la ansiedad le hacía dudar de cada movimiento. "Hay días en los que simplemente no quiero salir, ni siquiera para hacer una compra. Pienso: 'No quiero estar aquí'", confesó en redes sociales. También mencionó que en ciertas épocas apenas salía a la calle, enfrentando ataques de ansiedad tan intensos que lo dejaban paralizado, a menudo en su coche, sin poder moverse.

Otros casos: Robin Williams, Matthew Perry o Verónica Forqué

El caso de Payne o Gómez Kempt no son los únicos en el mundo del entretenimiento, de hecho, se puede decir que hay una tendencia. Robin Williams, el aclamado actor y cómico, también se enfrentó a una lucha interna que terminó trágicamente. Aunque se ganó el corazón de muchas generaciones con su humor y sus entrañables personajes, como Peter Pan o Alan Parris en ‘Jumanji’, Williams sufría en silencio. Tras su suicidio en 2014, la autopsia reveló que padecía demencia con cuerpos de Lewy, una enfermedad degenerativa que le había desencadenado una profunda depresión. La ironía de su vida fue que, mientras él hacía reír a millones, en su interior lidiaba con un dolor insoportable.

placeholder Robin Williams en una foto de archivo. (Gtres)
Robin Williams en una foto de archivo. (Gtres)

Una paradoja que el público de ‘Friends’ también pudo ver en pantalla. Matthew Perry luchó contra la adicción a las drogas y el alcohol durante gran parte de su vida y en varias ocasiones explicó que era capaz de saber a qué estaba enganchado viendo una imagen de la temporada. Aunque logró mantenerse sobrio en algunas épocas, su vida terminó por una sobredosis, que presuntamente le inyectó su asistente.

Verónica Forqué, la reconocida actriz, también mostró que la fama no es sinónimo de felicidad. La ganadora de cuatro premios Goya fue una de las figuras más queridas del cine español mientras lidiaba con una depresión. En diciembre de 2021, su muerte conmocionó al país, revelando una vez más que las enfermedades mentales no discriminan entre anónimos y famosos.

La historia de estos artistas ilustra que la popularidad puede ser tanto un privilegio como una carga. Detrás de las sonrisas y el glamour, muchos sufren en silencio, atrapados entre la presión de mantener su imagen pública y el peso de sus propios demonios. Cuando los aplausos se acaban y las luces se apagan, los artistas se quedan solos, enfrentando realidades tan humanas como las de cualquiera, con la diferencia de que las suyas, el público las vive a través de la pantalla.

La vida en el foco de la fama a menudo esconde un lado oscuro que permanece oculto para el público. Este tiende a imaginar que los artistas viven en el entorno donde les ven todos los días, rodeados de gente y con una sonrisa siempre en la cara, pero rara vez se paran a pensar en los momentos en el camerino, después del espectáculo, cuando se quedan solos. La trayectoria de figuras tan icónicas como Mayra Gómez Kemp o Liam Payne revela que el brillo de los escenarios no siempre corresponde a la felicidad personal. La soledad, la ansiedad, la depresión y las adicciones han marcado las vidas de muchos famosos que, a pesar de llevar alegría a millones de hogares, han lidiado en privado con profundas dificultades.

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