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El renacer de Arnau Blanch, exvocalista de Arnau Griso: “La máscara de buenrollismo ha sido contraproducente para mi salud mental”
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ENTREVISTA

El renacer de Arnau Blanch, exvocalista de Arnau Griso: “La máscara de buenrollismo ha sido contraproducente para mi salud mental”

Hablamos con el cantante, que arranca su carrera en solitario y lanza su primer libro, sobre depresión, discursos de odio, límites del humor y el nuevo rumbo de su vida sin Eric Griso

Foto: Arnau Blanch en una foto de archivo. (Cortesía)
Arnau Blanch en una foto de archivo. (Cortesía)

Su voz es reconocible porque ‘Es gratis’ escucharla, como decía su éxito de 2014, cuando era el vocalista de Arnau Griso. Sin embargo, su apellido ha tomado importancia ahora. Hace un año se despedía de los escenarios junto a su compañero y amigo Eric Griso para cuidar su salud mental y su amistad. Arnau Blanch, o como su ahora nombre artístico, Blank, es una persona irónica, sarcástica y graciosa en la cercanía, pero con una gran conciencia de clase y una perspicaz crítica social. Los motores idóneos para lanzarse a la piscina y publicar su primer libro, ‘El odio mueve el mundo’.

Esta novela, con una trama totalmente descabellada sobre un hombre que viaja en bicicleta de Barcelona a Asia para rescatar a su novia de las garras de unos comunistas que no existen, habla mucho más por los silencios y sus dobles sentidos que por las palabras. Mediante la sátira, el artista navega por temas peliagudos como el racismo, la homofobia o el machismo desde la cabeza de alguien que se postula en contra de todas las luchas sociales con una única intención: despertar y hacer reflexionar al lector.

Pregunta: Escritor o cantante, ¿con cuál te sientes más identificado?

Respuesta: Soy más escritor que cantante teniendo en cuenta que las canciones también las redacto yo. Me sale mucho más escribir que no cantar. De hecho, lo segundo es algo que siento que no se me da demasiado bien. Todo lo escribo y después lo paso a otros formatos, ya sean proyectos audiovisuales, melodías o ahora un libro.

placeholder El cantante posando con su primera novela. (Instagram/@arnaublank)
El cantante posando con su primera novela. (Instagram/@arnaublank)

Esta primera novela está firmada como Arnau Blanch, pero su música la saca bajo Arnau Blank. ¿Por qué esa dualidad?

Desde el primer momento me surgió la duda de cómo debía llamarme como escritor. Arnau Blank es el personaje 360 que engloba todo, el que es capaz de cantar, de hacer un libro, de subirse a un escenario… Y, en cambio, Blanch lo quiero usar más para esta faceta.

Entonces, ¿tiene pensado seguir escribiendo novelas?

Mientras creas la primera ya tienes ideas para la segunda e incluso la tercera, pero es la cosa más complicada que he hecho en mi vida. Ha sido un parto en el que el niño venía de espaldas y con unas piernas de futbolista. Tengo varias tramas pensadas, aunque necesitaría una temporada larga para poder hacerlo bien.

“A los machistas, homófobos y racistas les mandaría un puñetazo con cariño”

¿Cómo surgió la idea de escribir ‘El odio mueve el mundo’ con un argumento tan particular?

Está inspirada en un amigo que decidió de un día para otro ir en bici desde Barcelona hasta China y llegó hasta Indonesia. No tiene nada que ver con el personaje de la novela, que es un absoluto desgraciado, pero me sirvió para hacer un viaje del héroe —o antihéroe— que tiene que superar situaciones complejas y cada vez más polémicas que generan moralejas. La idea era usar una trama surrealista, la ironía y el sarcasmo para llevar a reflexiones más profundas que, sin estos elementos, serían más complicadas de leer, de aceptar y sonarían pedantes.

Parecía que lo menos real de la historia era la travesía y no tanto el carácter de Ado. ¿En quién está basado este protagonista?

Solo tuve que replicar a personas que ya existen. En una época de mi vida destrocé todas mis cookies [eliminó su sesgo político para conocer mejor el movimiento que describe] y empecé a investigar acerca de estas personas que creen en el mundo más tradicional, que son machistas, homófobas, racistas, idolatran al hombre convencional… Descubrí que existe un movimiento en internet a nivel global. Son sujetos que a mí me dan bastante miedo porque además son aquellos que tienen acceso al poder.

¿Te resultó difícil ponerte en la piel de alguien como él, tan alejado de sus ideales?

Todos, en nuestro hábitat, con nuestros amigos, pareja, etc. llevamos el humor negro hasta un extremo que, si fuera público, sería desagradable y maleducado. Solo he tenido que ir uniendo piezas de comentarios absurdos e imitaciones para imaginarme un personaje que podría existir en nuestro entorno. Me he divertido siendo él durante un tiempo porque he podido desinhibirme y preguntarme qué pasaría si no hubiera educación o tabús y el humor pudiera ser un canal sin compuertas. Y por suerte es ficción.

placeholder El artista en un concierto en Zaragoza. (EFE)
El artista en un concierto en Zaragoza. (EFE)

¿Hay algo de Arnau Blanch en Ado?

Tiene este punto alocado con la fiesta, incluso con las drogas, y de rabia hacia el mundo. Pero, él lo canaliza con un odio contra todos; yo intentando cambiar la sociedad hacia lo que considero que es mejor.

Le dedica el libro “a todos los gilipollas”. ¿Quiénes son exactamente?

Es una larga lista. Cualquier persona que, en esta época de la humanidad en la que tenemos suficiente información para ser empáticos, no lo son. Son aquellos que prefieren ser machistas, homófobos, racistas y que no entienden que somos todos iguales. Les mandaría un puñetazo con todo el cariño del mundo. Estamos intentando cambiar las cosas, pero los que tienen poder normalmente suelen ser quienes menos quieren que evolucione el mundo. A veces es necesario este punto incendiario, radical y casi de violencia, y te lo dice el que cantó “regala buenrollismo”.

“No sé si podré vivir de la música otra vez”

Ado es un incomprendido, con una madre adicta, que batalla con el trauma del abandono y experiencias de bullying. ¿Cree que eso justifica su odio como adulto?

De pequeño me marcó cuando me contaron que somos lo que hemos vivido y llegamos a ser estas personas por lo que hemos sentido durante nuestra vida. Aprendí a empatizar y a decir: “Me ha hecho daño porque probablemente se lo harán y lo canaliza de esa forma”. Es muy sencillo de entender y difícil de aplicar. Está justificado que Ado sea así. Teniendo la vida que tuvo, yo también sería de esa manera. Otra cosa es tengamos que aceptarlo y no pedirle a esta gente que cambie. En lo segundo debería estar nuestro esfuerzo.

¿Es fácil tener empatía con gente que no la tiene con los demás?

No, pero tenemos que ser conscientes de que ellos no la van a utilizar y luchar, no con las mismas armas, pero con escudos del mismo tamaño y dureza. Si no, la ultraderecha nos va a arrasar.

¿Cómo cree que reaccionaria alguien como el protagonista a su libro?

Puede que no entiendan que es ironía y sarcasmo. Me inspiré en Alejandro Riaño, un humorista que hace un personaje que se llama Juanpis González. Consigue criticar tan fino que hay gente que no los distingue. Y ahí pensé: “Hostia, puedo crear un sujeto que sea capaz de confundir a quien quiero juzgar”.

placeholder Arnau Blanch en una foto de promoción. (Cortesía)
Arnau Blanch en una foto de promoción. (Cortesía)

¿De dónde cree que nace el odio en nuestra sociedad?

Del capitalismo. En el momento en el que empezamos a poseer cosas, las defendemos. Cuando necesitamos una organización jerárquica en la que hay alguien arriba y alguien abajo, el de encima va a estar aplastando al otro que va a intentar subir. Deberíamos cambiarlo porque es la única forma en la que el odio nos nos aplaste. Y por eso se llama así la novela, porque el odio mueve el mundo más que el amor.

Si el odio mueve el mundo, ¿qué papel tiene el amor?

La solución. Pero el amor que conocemos es muy naíf. No podemos entenderlo como simplemente tapar el cañón de una escopeta con una flor porque eso no va a parar una bala. Es también defenderse con fuerza.

¿Cuáles son los mayores males de los que hay que defenderse?

La misoginia, el racismo, el capitalismo extremo, la transfobia… Hay muchos y todos terminan en la empatía. No somos iguales, pero merecemos los mismos derechos.

“He dejado prácticamente los antidepresivos”

El libro es una crítica social, de igual manera que lo son sus canciones. Ha tratado temas delicados como las violaciones, el aborto, la violencia machista, el alcoholismo y un largo etc. ¿Es la ironía una buena herramienta para combatir los discursos de odio?

Es la más efectiva que conozco porque llega de rebote. Cuando te dicen una opinión que no compartes, te pones a la defensiva. En cambio, cuando se utiliza la ironía y el sarcasmo bien hilado, generas una reflexión y un debate interno, que es el que intento producir en el público.

¿Dónde están los límites del humor?

No tengo la respuesta exacta, pero creo que residen en la educación del emisor y el receptor. Los he estado surfeando en este libro. Había momentos en los que he querido superarlos y generar asco o rechazo, pero luego revisaba y rebajaba porque me parecía demasiado.

En el primer capítulo, menciona que “el alcohol es causa y solución de todos los problemas”, que es uno de los versos de una de sus nuevas canciones. ¿Con qué energía vuelve a la música después de un año de parón?

Tan absolutamente revolucionado que me lío yo solo. Tengo tantas ideas raras y estoy tan contento de no tener límites que me cuesta seguir un ritmo normal. Estoy escribiendo una cosa y ya pienso en la siguiente. Esto hace que casi no disfrute del proceso, pero a la vez estoy superalegre de haber tomado esta decisión. Confío en que Eric [su compañero en Arnau Griso] también tenga la misma sensación. No sé si podré vivir de la música otra vez o si la gente estará gozándolo tanto, pero yo lo estoy haciendo. Ha sido un proceso muy difícil como para no disfrutarlo ahora.

placeholder Blanch en una foto de archivo. (Cortesía)
Blanch en una foto de archivo. (Cortesía)

Uno de los motivos por los que dejó la música el año pasado fue la salud mental. ¿Cómo se encuentra ahora?

Estoy mucho mejor. He dejado prácticamente los antidepresivos, que es algo que me daba un poquito de miedo porque tuve una recaída al soltarlos una vez. Y es que da vértigo mantenerlos para toda la vida y también apartarlos para siempre. Además, estoy bastante ansioso porque empezar de nuevo me genera muchas inquietudes. Me ha ayudado mucho contarlo públicamente, ya no solo en redes, sino especialmente a mis amigos y familia, que es lo que más recomiendo a cualquier persona que esté mal.

A la gente que no está familiarizada con la depresión le suele sorprender que una persona con la vitalidad que ha derrochado sobre el escenario esconda tanto en una fachada. ¿Cómo le afectó durante el proceso esa versión de usted?

Esta máscara de buenrollismo, que nos pusimos y nos mantuvieron, ha sido muy contraproducente para mi salud mental. Para cualquier persona lo es. Mi psicóloga me decía que era normal, que estuviese mal si tenía que esconderlo con una sonrisa delante de miles de personas cantando: “Espabila que sonreír es gratis”.

¿Qué le hacía seguir con esa actitud?

La educación que recibimos y la sensación de no poder permitirme estar mal. Lo he cambiado y ahora cuando no tengo un buen día aviso. Igual voy a tomar unas cervezas y les comento a mis amigos: “Hoy no estoy bien. No estaré ni divertido ni nada e igual me voy dentro de media hora”. Y transformar esta actitud me ha dado mucha libertad.

“No tengo problema en parar y mandarlo toda la mierda”

Había perdido la ilusión por la música. ¿La ha recuperado?

Sí y no. Voy a seguir haciendo canciones, aunque no va a ser mi único trabajo porque quiero ser coherente con mis impulsos. He descubierto que tengo muchos más campos por explorar y algunos totalmente antagónicos: estoy disfrutando mucho de la novela y me he enamorado de la programación. Son actividades menos rentables que ser artista, pero que me llenan muchísimo más. Así que estoy motivado con la música al 100%, pero he llegado a un punto en mi vida en el que tengo la estabilidad suficiente como para arriesgar en cosas que quizás no son las correctas con el camino que he tomado.

¿Qué aprendiste sobre ti mismo durante ese proceso que ahora puedes reflejar en la música y la novela?

Que soy mi mejor y mi peor enemigo. Creía que debía estar mal para crear porque sientes muchas cosas y el sufrimiento se canaliza de forma artística mucho más fácil que la alegría. Pero he aprendido que no vale la pena poner en juego mi felicidad y la de las personas que me quieren por el proceso artístico.

¿Cómo manejas ahora esa relación entre tu creatividad y la salud mental?

Sustentado en tres patas. No teniendo ningún tipo de problema en parar y mandarlo toda la mierda las veces que haga falta. Me dan igual los seguidores, el dinero, el trabajo… No tiene sentido alargar las cosas si estoy mal. Me he dado cuenta de que a veces mi gente detecta antes que yo si estoy sobrepasado o estresado y les he pedido que me lo digan cuando lo noten. E ir relativizando mi carrera, que es algo que no he hecho nunca. Siempre le he dado más importancia al trabajo, por encima de mi salud mental. He conseguido así muchas cosas, pero la más importante, que era estar bien, cada vez estaba más lejos. Ahora prefiero meter a 50 personas en una sala antes que a 5.000, pero estar contento.

¿Qué rol ha jugado el humor, tan intrínseco en su personalidad, en su recuperación?

A pesar de que muchas veces he estado fingiendo sonrisas, cuando me he reído lo he hecho de verdad. Para mí es la base de todo. Cuando me enfado o trato un tema profundo, lanzo pullitas o cuelo alguna tontería para liberarme de esa seriedad con la que me siento incómodo. No sé si la risoterapia funciona porque no la he probado, pero sí que genera una falsa sensación de bienestar y aunque sea mentira, yo la abrazo.

Hablar de usted sin nombrar Arnau Griso es como hacerlo con un triunfito y no nombrar Operación Triunfo. ¿Extraña la compañía?

Totalmente. Teníamos un equipo gigante de gente (desde Eric hasta Rubén, nuestro mánager o toda la banda) con la que de repente dejas de trabajar. Un equipo que se dedica a que tus ideas lleguen a lo más alto. Eso se extraña, pero no estoy solo. Tengo mi productora audiovisual, por ejemplo. A la vez también te da una libertad que no había tenido nunca, aunque las posibilidades de equivocarme sean gigantes.

“Eric Griso es ahora como una expareja con la que tienes hijos”

¿Cómo es ahora su relación con Eric, que también está lanzando música?

Oscila mucho. Al final es como una expareja con la que tienes hijos. Hay algo que nos va a unir toda la vida, pero hemos tomado esta decisión para estar bien. No tenemos la misma relación que antes, lo que era evidente. Él vive en Madrid, yo en Barcelona. Irá moviéndose hacia la amistad a distancia, hacia la cordialidad o volver a ser mejores amigos. No lo sé, pero que estemos bien es lo más importante. Me gusta pensar que, a pesar de todo, siempre nos hemos respetado y apoyado y eso dice mucho de los dos.

¿Crees que el espíritu de Arnau Griso sigue vivo en tu nuevo proyecto?

Sí. Había mucho de mí en el grupo e intentar cambiarlo, que me lo he planteado durante estos meses de parón, sería contradictorio. Sigo siendo ese tío, más maduro, distinto e igual con otra forma de ver el mundo, pero el mismo que se quiere tomar la música con humor y lanzando crítica social.

Su voz es reconocible porque ‘Es gratis’ escucharla, como decía su éxito de 2014, cuando era el vocalista de Arnau Griso. Sin embargo, su apellido ha tomado importancia ahora. Hace un año se despedía de los escenarios junto a su compañero y amigo Eric Griso para cuidar su salud mental y su amistad. Arnau Blanch, o como su ahora nombre artístico, Blank, es una persona irónica, sarcástica y graciosa en la cercanía, pero con una gran conciencia de clase y una perspicaz crítica social. Los motores idóneos para lanzarse a la piscina y publicar su primer libro, ‘El odio mueve el mundo’.

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