La herencia del conde de Romanones: sólo un título aristocrático para cinco hijos (muy distintos)
Álvaro Figueroa Griffith, hijo de la famosa condesa de Romanones, falleció el viernes pasado. Ella dejó sus pertenencias en vida a sus 21 herederos: poco queda de aquellos años
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Cuando la condesa (viuda) de Romanones murió, su herencia ya había sido repartida en vida en casi su totalidad. Así que ahora que su hijo Álvaro Figueroa ha fallecido, poco queda de aquellos oropeles de una de las mujeres más fascinantes de la historia reciente de nuestro país.
El que era conde de Romanones por derecho propio desde 1988, tras el fallecimiento de su padre, había participado con cargos diversos en numerosas empresas pero ya no estaba activo ninguno de esos puestos. Su madre repartió parte de su legado en vida, y a su muerte, la herencia se repartió entre 21 personas, entre hijos y nietos, con lo que se diluyó su fabuloso legado.
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Ni siquiera en la sociedad que gestiona la finca familiar y que era uno de los lugares favoritos de su madre en el mundo: Pacualete, situada en Extremadura, tierra que enamoró a esta mujer nacida en Nueva York y que nunca perdió ese acento americano tan característico.
La mansión de la condesa
Álvaro Figueroa tampoco cuenta con propiedades a su nombre en España, por lo que si deja alguna herencia económica, será de otro tipo. En 2019, una de las propiedades más emblemáticas de la que fue la espía más famosa de la alta sociedad española, su mansión en El Viso, se puso a la venta. Una casa a reformar que se puso en el mercado por 5,5 millones de euros. Dos años antes habían intentado venderla por cuatro millones sin éxito.
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Son cuestiones más simbólicas las que deja el conde en herencia: su título nobiliario, heredado de la familia de su padre. Álvaro era el primero de tres hermanos, con lo que es de suponer que el condado de Romanones pasará ahora, si ella lo solicita, a su primera hija.
Él tuvo cinco hijos en total, todos con su primera mujer, Lucila Domecq, hermana de Sandra, la que fuera mujer de Bertín Osborne. De los cinco Figueroa Domecq, la única mediática es Lulú, pintora reconocida y miembro de la jet set. A sus exposiciones suelen acudir personajes conocidos como las hermanas Osborne, sus primas, o la ilustradora Brianda Fitz-James Stuart.
Artistas, influencer...
La pintura también forma parte de su vida, puesto que su bisabuela paterna, madre de la condesa, fue Marie Dexter, pintora impresionista estadounidense. Y su tío materno es Christian Domecq, quien cuenta con una reconocida carrera artística y cuyas obras se han expuesto incluso en el Museo Reina Sofía.
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No es la única de la familia con vena artística: su hermana Carla es pintora de surrealismo figurativo y ya ha realizado seis exposiciones individuales. Carla saltó a la prensa hace unos años (2017) por aparecer desnuda en la portada de ‘Interviú’ y declarar en la misma entrevista que había mantenido un romance serio y apasionado con Willy Bárcenas, cantante de Taburete, que entonces era más conocido por ser el hijo de Luis Bárcenas, extesorero del PP. Esta aristócrata siempre se ha sentido “la oveja negra” de la familia, en sus palabras.
La intelectual
Mientras, su hermana mayor es todo un ejemplo de intelecto y esfuerzo. Formada en varias universidades, con un currículum excelso, la primogénita del recientemente fallecido aristócrata sería además quien tendría mejor derecho para solicitar el condado de Romanones. Cristina es catedrática del departamento de Economía de Empresa de la Universidad Juan Carlos I y profesora de Business Administration.
No era el único titulo nobiliario de la familia, algo que también se repartió entre los nietos de la condesa en vida de esta. Fue precisamente Álvaro, el tercer hijo del conde de Romanones y el primer chico, quien en 2005 reclamó un título familiar. Tal como aparece en el BOE, solicitó la sucesión en el título de Conde de la Dehesa de Velayos. Alonso, el pequeño de los hermanos, es otro 'cerebrito': es especialista en Inteligencia Artifical y trabaja desde hace 10 años a jornada completa en una gran empresa de comunicaciones.
Cuando la condesa (viuda) de Romanones murió, su herencia ya había sido repartida en vida en casi su totalidad. Así que ahora que su hijo Álvaro Figueroa ha fallecido, poco queda de aquellos oropeles de una de las mujeres más fascinantes de la historia reciente de nuestro país.