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Encontramos al hombre acusado de saquear las cuentas de Carlos Cano: así es su versión
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SU ALBACEA HABLA por primera vez

Encontramos al hombre acusado de saquear las cuentas de Carlos Cano: así es su versión

Su abogado, albacea y amigo se sincera ante la apertura del juicio que lo sentará en el banquillo acusado de apropiación indebida y administración desleal

Foto: El cantante Carlos Cano en una imagen de archivo (Gtres)
El cantante Carlos Cano en una imagen de archivo (Gtres)

Carlos Cano decía que nunca deseó ser cantante. Decía que no era de aquellos que crecían diciendo “mamá, quiero ser artista”. Escribía por necesidad íntima pero, a los treinta años, le ofrecieron grabar 'La miseria'. Fue su primera canción. A partir de entonces, confesó, se “inventó a Carlos Cano”. El joven que a los 22 años había emigrado a Barcelona para trabajar de albañil dio paso al trovador y a uno de los mejores embajadores que ha tenido Granada. Falleció de un aneurisma cuando estaba a punto de cumplir 55 años. Hasta entonces tuvo una trayectoria marcada por incontables éxitos que el próximo mes de marzo reivindicarán figuras como Miguel Ríos, Pasión Vega , Kiko Veneno, Estrella Morente, entre otros, en su setenta aniversario. Una fecha en la que también se sentará en el banquillo el que fue su amigo, albacea y abogado, José María Rosales de Angulo, enfrentado a su viuda, Alicia Sánchez, y a sus dos hijas, Amaranta y Paloma.

“No hay ningún delito. Ni administración desleal ni apropiación indebida”, sostiene al otro lado del teléfono el abogado al que la familia del cantautor denunció por apropiación indebida y gestión desleal al frente de la sociedad Dalur, que gestionaba los derechos del autor. No ha sido fácil hablar con él. No ha concedido entrevistas sobre el tema y se muestra parco en palabras. “No quiero ni voy a hablar, pero sí quiero ser rotundo y claro en este tema. No hay nada y todo se demostrará en su momento y cada uno que aguante su vela”, se defiende. Para este abogado con 40 años de trayectoria a sus espaldas es la primera mancha en su historial profesional. Quien habla al otro lado de la línea telefónica ha sido exdecano del Colegio de Abogados de Granada, consejero del Consejo General de la Abogacía, académico y promotor del grupo de abogados jóvenes de Granada. De hecho, fuentes jurídicas confiesan que fue difícil encontrar un abogado y procurador que se atreviera a interponer una querella contra él. Al final, fue el despacho de Elisardo Martínez y Carlos López (inmersos ahora en los casos del jugador de futbol Neymar Da Silva o Abengoa) quienes decidieron seguir adelante con la causa.

Rosales de Angulo no habla demasiado sobre el caso y tampoco quiere entrar en pormenores, pero sí contesta muy vehemente cuestiones que, según él, deben estar claras. Por ejemplo, quiere matizar que Carlos Cano nunca puso en duda su gestión en los 25 años que trabajó para él. “Nunca”, insiste. “Era un amigo y sigue siéndolo”, añade. Entonces, ¿cuándo empezaron los problemas? Aquí las versiones no coinciden. El abogado no sabe señalar el momento en el que empezaron las discrepancias. “Quizás fue porque, tras la muerte de Carlos (el 19 de diciembre de 2000), yo señalé que Pablo (tercer hijo del cantante y fruto de su relación con la sevillana Eva Sánchez Martínez) era un heredero con todos los derechos y eso no gusta”, explica.

El cantante siempre dijo que su padre había abandonado a su madre y a sus hermanos cuando él tenía tan solo tres años. Mamá Lola se convirtió en la figura paterna y materna que sacó adelante a la familia. Carlos Cano tuvo ese ejemplo. Nunca abandonó a sus hijos. Eva fue su segunda mujer, aunque nunca se casaron, pero sí compartieron vida en la localidad sevillana de Espartinas. De esa relación nació Pablo, a quien el cantante ha dirigido emotivas cartas en vida. Aunque la repartición de la herencia del autor no fue fácil (las hijas del cantante no reconocieron a Pablo), el procedimiento que ahora se abre no tiene que ver con la gestión de ese legado, sino con la administración de Dalur S.L, la compañía editorial y discográfica que debía gestionar los derechos que Cano había cedido como autor, compositor y escritor. Una empresa que, según Carlos López, solo debía gestionar ingresos y realizar inversiones.

Rosales de Angulo era administrador solidario, administraba cuentas bancarias y los derechos. Cuando falleció el cantante, su viuda e hijas decidieron seguir confiando en él hasta que un día le pidieron que rindiera cuentas, les pusiera al corriente de la situación patrimonial y de la falta de fondos que habían notado. “Él se niega y, tras muchas reuniones y conversaciones, accedió a presentarles unos documentos inservibles que no justificaban nada y cuya única conclusión fue que la empresa no iba bien. Las cuentas no salían. En las cuentas bancarias debía haber un poco más de un millón de euros y no había más que 40.000”, afirman fuentes jurídicas. ¿Dónde estaba el resto? Corría 2005. El 12 de abril lo cesaron de su cargo. A partir de entonces varios peritos (uno nombrado por el juzgado y los señalados por ambas partes) escudriñarían entre 70.000 folios para poner un poco de luz en la gestión de esta empresa.

¿Dónde está el dinero?

Según ha podido comprobar Vanitatis, parte del dinero que “se ha distraído” (unos 480.563 euros) fue a parar, según consta en la demanda, a pagar gastos de hoteles, restaurantes, tarjetas, compras de colecciones de libros… cargados a cuenta de la sociedad cuando en realidad eran gastos personales del albacea. Rosales de Angulo lo niega y afirma que todos los gastos eran en representación de la empresa. Ha sido un largo camino que, después de muchos años de instrucción y vericuetos legales, parece llegar a su fin con la apertura de juicio que se celebrará en la Audiencia Provincial de Granada. La Fiscalía solicita dos años de prisión, una multa y una indemnización de medio millón de euros que compensaría los 480.563 euros que estiman que presuntamente se ha apropiado el exdecano.

Dalur ya no existe y se ha transformado en Carlos Cano Producciones, empresa gestionada por sus hijas y con oficina en la casa que Carlos tenía junto a su primera familia en la Vega de Granada. Entre sus planes, recuperar la voz de Cano con el concierto homenaje, reediciones de discos, exposiciones retrospectivas y otros proyectos después de revisar en numerosos archivos para unificar su obra. Una forma de recuperar a su padre y su canto por la justicia social y la dignidad del ser humano. Ya lo dijo el autor en una entrevista: “Es una pena que la honestidad sea un factor de riesgo”.

Pablo, el hijo pequeño de Cano, está fuera de todo foco. En diciembre, cuando se cumplía el aniversario de la muerte del cantante, lo recordaba así en su blog: “Tengo muchos recuerdos y aquí sigo. Pese a no salir en público ni exponerme… Se organizan conciertos conmemorativos y se te pasea por ferias para no olvidarte, aunque yo no creo que ese sea el camino para recordarte… ¿Quizás la memoria de esta tierra sea tan leve? Sinceramente, no lo creo. No hace falta publicitarte ni parafrasearte, yo te recuerdo en mi corazón”.

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Carlos Cano decía que nunca deseó ser cantante. Decía que no era de aquellos que crecían diciendo “mamá, quiero ser artista”. Escribía por necesidad íntima pero, a los treinta años, le ofrecieron grabar 'La miseria'. Fue su primera canción. A partir de entonces, confesó, se “inventó a Carlos Cano”. El joven que a los 22 años había emigrado a Barcelona para trabajar de albañil dio paso al trovador y a uno de los mejores embajadores que ha tenido Granada. Falleció de un aneurisma cuando estaba a punto de cumplir 55 años. Hasta entonces tuvo una trayectoria marcada por incontables éxitos que el próximo mes de marzo reivindicarán figuras como Miguel Ríos, Pasión Vega , Kiko Veneno, Estrella Morente, entre otros, en su setenta aniversario. Una fecha en la que también se sentará en el banquillo el que fue su amigo, albacea y abogado, José María Rosales de Angulo, enfrentado a su viuda, Alicia Sánchez, y a sus dos hijas, Amaranta y Paloma.

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