Biarritz, entre la majestuosidad de París y la bohemia del surf
Imaginen París con playa y mar y tendrán la postal perfecta. Ahora añadan olas, tablas de surf y todo el sabor chic de la costa atlántica francesa. Piérdanse con nosotros en esta ciudad
Fue Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, esposa de Napoleón III, quien trasladaba la corte al sur del país cada verano. Un médico le recomendó que realizara baños de agua por motivos de salud y se inauguró así el uso de la playa por motivos medicinales y de ocio.
En el siglo XIX, Biarritz despertó como un pequeño puerto pesquero con no más de 3.000 visitantes, que había conquistado a alguna mente sensible como la de Victor Hugo. El lugar empezaba a ser conocido hasta que Eugenia se casó con Napoleón y el presidente quiso construir un palacio a su esposa. Se alzó entonces un maravilloso 'palais', conocido como ‘Villa Eugenia’, un lugar que se convertía cada verano en el centro de la diversión de la aristocracia europea. La reina Isabel de España, Leopoldo II de Bélgica, Alberto de Baviera, los reyes de Portugal, Merimée, Fuillet, el mariscal Bismarck. No faltaba nadie.
El palacio terminó convertido en hotel, uno de los mejores de Europa, un establecimiento que ha vivido momentos íntimos e históricos. Como cuando en en 1906, Alfonso XIII conoció a su futura esposa, Ana de Battemberg. Hablamos de la época de la Belle Epoque, años locos e inspiradores para muchos, que dieron paso a la aristocracia del arte. Ernest Hemingway, Charles Chaplin, Gary Cooper, Frank Sinatra y, cómo no, los duques de Windsor, que no se perdían un sarao.
Biarritz es ahora destino de lujo, eso no lo ha perdido, pero también bohemio, en el que los surfistas pasean con sus chanclas y sus tablas entre preciosos edificios de estilo clásico francés. Los restaurantes más delicados comparten calle con tiendas de moda, donde uno puede encargar un ‘Kelly’ a Hermès (y esperar sus meses hasta recibirlo, previo pago de varias decenas de miles de euros) o adquirir un collar de cuentas hecho a mano por un hippie callejero.
María León, Blanca Suelves y Borja Semper son asiduos a este mágico lugar, en el que el lujo pasado se mezcla con la bohemia surfera. Lejos de los focos de los paparazzi españoles, que visitan el pueblo solo de vez en cuando, Biarritz es paraíso de famosos nacionales e internacionales. Que se lo pregunten a Madonna y Bruce Springsteen, a quienes se ha visto allí algunas veces. Un pequeño recordatorio da cuenta de lo que hablamos: hace unos años, Marta de la Rica Entrecanales, sobrina del presidente de Acciona, se casó con Guillermo, hijo de Jaime Castellanos, presidente de Lazard, en una boda que llenó Biarritz de adinerados invitados. Samantha Vallejo-Nájera es otra cara conocida que suele pasear sus elegantes calles, así como la familia Goyanes y los chefs Arzak y Berasategui.
Dónde comer
No es nada complicado comer bien en Biarritz. Casi cualquier lugar es garantía de calidad y honestidad en la cocina. La mezcla de tradición francesa y vasca convierten a esta pequeña localidad costera en un pequeño paraíso donde degustar un buen foie acompañado de un Burdeos (la región es vecina), probar un delicioso ‘cannelé’ en cualquier de sus pastelerías o cenar una merluza a la vasca estupenda en sus restaurantes del puerto. En la rue de Mazagran y la Rue Gambetta se concentran los locales más modernos, donde se dan citas los jóvenes que luego salen de marcha por la zona.
Pizzerías, hamburgueserías y creperías hacen las delicias de paladares y bolsillos menos exigentes. Lo mejor para probar la cocina francesa es acercarse a los restaurantes que rodean el mercado de Les Halles, donde locales como el Bistro des Halles ofrecen los clásicos platos franceses de calidad más que recomendable. En el Port Vieux, Le Surfing y el Arena son dos restaurantes donde el producto de mercado y de temporada impera en los platos. También el Café Miguel ofrece buen producto, más sencillo pero de calidad. Además, el local se convierte en bar de copas, algo que suele hacerse hasta tarde aunque estemos en Francia.
Donde dejarse ver
Además del ya mencionado Café Miguel, en Biarritz hay discotecas en las que bailar a ritmo de hits. En la avenue Eduardo VII está Duplex Nightclub, que cierra tarde, algo que las costumbres españoles suelen agradecer. No hay que dejar de ir al Casino, antes una terraza para tomar un café y una buena merienda y ahora un casino con todas las letras en el que se puede cenar, tomar copas, ver espectáculos y, claro está, jugar.
También hay que dejarse ver por sus tiendas gourmet, no hay nada mejor que un encuentro entre golosos. Pueden acercarse a Les Halles y hacerse con alguna delicatessen. Los domingos, además, hay mercado de antigüedades, en el que podemos encontrar auténticas reliquias, incluida ropa de años pretéritos bella y elegante.
Después, no hay que obviar una visita a las zonas cool de la ciudad, que son un street style constante. El 64 es el número de distrito de Biarritz y la vecina Bayona y el logo se suele ver por las calles en motos, coches y ropa. Para más ropa surfera, podemos ir a Wallako, tienda clásica a la que son asiduos los surfistas del lugar, que son muchos. Si nos apetece algo más suave, en Les Sandales d’Eugenie podemos comprar alpargatas típicas vascas y francesas, distintas de otros modelos regionales. Y para el dulce, hay dos lugares imprescindibles: Pralinerie Didier Gaborit y Miremont, esta última con vistas a la Grand Plage.
Y, por supuesto, están las playas. Un place to be. Que nadie vaya a Biarritz pensando en pasar el día tumbado en la arena y poniendo los pies en remojo. No. El mar Cantábrico es salvaje en estos lares y las mareas hacen de las suyas con los turistas más despistados. En la Grand Plage, las olas pueden llegar a ser altas como torres, y eso que es una playa familiar situada en el centro del pueblo, justo delante del Casino. No se dejen engañar.
En la playa Miramar no está permitido el surf, aunque las olas son también fuertes. Donde uno puede relajarse un poco es en la Plage du Port Vieux, donde suelen ir los niños porque el riesgo es menor. Pero si lo que uno busca son olas grandes y fuertes, que es lo que suele suceder cuando uno va a Biarritz, lo mejor es ir directamente a la Playa de los Ascos (cómo no), donde los surfistas imperan por aplastante mayoría. Con la llegada de la marea alta deja de tener arena y de la roca pasas al agua: por la mañana hay arena y por la tarde va desapareciendo con la plenamar y te bañas o surfeas desde el asfalto o las rocas.
Dónde dormir
Está claro que si el bolsillo y las ganas lo permiten, uno tiene que ir directamente al Hôtel du Palais a alojarse. Son unos 1.000 euros la noche y solo el desayuno vale 50 euros, pero si eso nos da igual, habrá que probarlo. Si somos más sencillos o lo es nuestra economía doméstica, podemos encontrar lugares magníficos a precios mucho más ‘normales’. El Hotel Edouard VII es un buen refugio donde alojarse, un establecimiento clásico, cómodo y elegante. Como Biarritz. Si lo que buscamos es surf, entonces mejor alejarse de lo elegante y adentrarse en lo práctico: el Surf Hostel Biarritz lo tiene todo, incluso clases para niveles de iniciación o avanzados. Muy parecido es el Victoria Surf, un hostal sencillo pero con encanto en el que el surf es el protagonista.
El Biarritz de Samantha Vallejo-Nájera
"Volver a Biarritz siempre es un placer. Cuando vamos a San Sebastián es visita obligada pasar unos días allí. Las playas son estupendas, hay muchas escuelas de surf y clubes y chiringuitos donde improvisar comidas a base de bocatas y crêpes. Los niños y nosotros disfrutamos mucho de toda la oferta que hay tan divertida. Los balnearios públicos de la zona son maravillosos", explica Samantha que ahora está inmersa en el lanzamiento de su nueva finca para eventos, la Dehesa de Valbueno, en Guadalajara.
Una de las apuestas de Samantha para comer toalla en mano es La Plancha con “pescado fresco muy rico en Bidart, en una hermosa playa entre San Juan de Luz y Biarritz. Si queremos algo más cool para comer y luego salir de copas, el sitio de moda es el Blue Cargo. Su club es estupendo
Mi playa preferida es Chambre d'Amour à Anglet, un lugar increíble frente al Océano. Nunca olvido ir a los mercadillos de San Juan de Luz y hago parada obligatoria en el pueblecito de Bidart".
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La sofisticación de esta villa francesa, en la que antaño recalara la nobleza europea, bien merece un 'vanity case' apto para unos días de veraneo. ¿Buscas un rostro radiante de la mañana a la noche? Nada como el Cushion Compact de La Mer, complementado con la nueva hidratante Moisture Surge de Clinique que nos encanta. Este es un destino que pide manicuras y pedicuras perfectas en escalas cromáticas de rojos y rosas, como el pack de viaje que ofrece OPI (¡solo podrás encontrarlo en el aeropuerto!). Otros travel exclusive imprescindibles; el dúo Eight Hour Cream (con crema de manos y bálsamo labial) de Elizabeth Arden y las miniaturas que componen el set Mon Guerlain de Guerlain. Unas gotitas de esta fragancia completará tu kit para sentirse como la mismísima emperatriz Eugenia de Montijo.
Set de lacas de uñas Best Crew Aboard, de OPI, maquillaje Cushion Compact de La Mer, conjunto de miniaturas Mon Guerlain, de Guerlain, pack de viaje Eight Hour Cream -para labios y manos-, de Elizabeth Arden y crema hidratante Moisture Surge 72h, de Clinique.
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Fue Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, esposa de Napoleón III, quien trasladaba la corte al sur del país cada verano. Un médico le recomendó que realizara baños de agua por motivos de salud y se inauguró así el uso de la playa por motivos medicinales y de ocio.
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