La novia portuguesa que viajó hasta Madrid para diseñar su look de novia: abrigo de tweed y vestido con flecos de cristal

A pesar de tener a su disposición a los diseñadores de su país y como admiradora del trabajo de Macarena Gavira y Javier Zumárraga de From Lista With Love, Isabel Souza-Mattos, una portuguesa de 28 años, no dudo en escribirles un correo para concertar una cita. Viaje de Estoril a Madrid. "Para mí era un sueño trabajar con ellos. Fijamos una fecha y, al conocernos, sentí que ya éramos amigos. Eso facilitó todo", cuenta esta diseñadora de interiores. Los artífices de algunos de los vestidos de novia más relevantes de nuestro país, como el de la influencer María Fernández-Rubíes o expertas en bodas como la escritora Ana García Gayoso, firmarían el look nupcial de Isabel.

Pero antes de adentrarnos en la historia de su vestido de novia, empecemos por su historia de amor. "Francisco y yo nos conocimos hace 14 años en un sitio llamado Tamariz en Estoril y antes de casarnos llevamos 11 años juntos", comienza Isabel.

"En 2024 decidimos que íbamos a casarnos y empecé a dibujar mi anillo, quería que fuera atemporal y con zafiros. Luego Tito, en secreto, lo encargó y el 17 de julio de ese año me hizo la petición de mano oficial en la azotea de nuestra casa en Cascais. Después había organizado una cena con nuestros padres y hermanos". El novio, ingeniero de IT en Microsoft en Dublín, y la novia, arquitectura y diseñadora de interiores con su propia empresa, ISM/ en Estoril, estaban a punto de unir sus vidas en matrimonio.

La boda, fijada para el 22 de febrero de 2025, sería en la iglesia de Santo Antonio en Estoril y la celebración en La Estufa Fría, un jardín botánico situado en el Parque Eduardo VII, en pleno centro de Lisboa.

Ahora sí, Isabel mandó ese email a From Lista With Love. En su primera cita, la novia tenía las ideas muy claras. "Sabía que quería dos piezas. Un abrigo, por ser invierno, que fuera cerrado y muy elegante. Luego, durante la celebración, quería quitármelo y llevar un vestido igualmente elegante, pero completamente opuesto al abrigo, más moderno, más atrevido y, quizás, con brillantes".

Ya en el taller que la pareja de diseñadores tiene en Madrid, comenzó el proceso de creación. "Les expliqué mi idea del abrigo y el vestido, y lo captaron al instante. Además, tenían casi todas las telas. Para el abrigo, elegimos la primera opción tras decidir el tono de blanco. Luego, pasamos al vestido y al tema de los brillantes", narra la diseñadora de interiores.

Una historia que nos cuenta en profundidad. "Probamos varias telas, pero no era lo que buscaba. Hasta que Javier sacó una caja con una tela inesperada y la colocó sobre mí. Recuerdo que dijo que nunca había logrado hacer un vestido con ella. Al verla en mi cuerpo, supe que era la elegida. Javier lo concluyó todo en los dibujos y nunca cambiamos nada".

Otro punto álgido del proceso fue cuando escogieron una joya que completaría el look con el vestido. "Recuerdo cuando surgió la idea del choker: queríamos algo sencillo que estilizara mi cuello, y Javier no dudó en probar distintas opciones: con brillantes, sin ellos, en el pelo, en los brazos… Al final dimos con la pieza perfecta".

Isabel confiesa que, "lo que más me gustó de las pruebas fue la libertad de experimentar, incluso teniendo los dos diseños definidos. Esa flexibilidad y creatividad hicieron que el proceso fuera aún más especial, permitiéndome sentirme cómoda y partícipe de cada detalle. Sin duda, fue una de las partes que más disfruté de la boda".

En palabras de From Lista With Love, "Isabel llevaba un abrigo con cuello alto en tejido tipo Chanel de algodón y seda con cola postiza en el mismo tejido. Bajo el abrigo, lució un vestido en jacquard en lamé de plata con falda de tul bordado en flecos de cristal transparente. Quería un look de noche para la fiesta, pero no quería renunciar a un traje de novia más tradicional para la ceremonia, el aperitivo y la cena. Aunque tuvimos la idea muy clara desde el principio, Isabel fue poco a poco comprendiendo que no podía vivir sin su falda de cristal. Fue un proceso divertido en el que, como siempre, disfrutamos mucho con la novia, su madre y su hermana".

El dos piezas estaba en marcha. Era el momento de saltar a la sección de los complementos. "Como el vestido de brillantes ya era demasiado llamativo, opté por joyas sencillas: unos pendientes discretos que quedaban bien con las dos prendas y lo ya comentando, un choker de la misma tela de la parte de arriba del vestido que lo decidimos durante el proceso. Dudé sobre llevar algo en la cabeza, pero lo descarté".

En cuanto a los zapatos, "inicialmente elegí unos burdeos de 14 cm, preciosos, pero demasiado altos junto a mi padre. Los sustituí por unos similares, más bajos y azul oscuro, de la marca española MIM. Al final de la noche cambié por unos que utilizo siempre de Lady Pipa".

El ramo de novia puso el broche. "Me encantan las flores, y todo lo que sé sobre ellas lo aprendí de mi abuelo materno. Por eso, no dudé en pedirle ayuda. Quería orquídeas con guiño a mi novio, ya que siempre me regala una cuando me enfado. Mi abuelo añadió hojas de eucalipto para darle más volumen y el resultado me encantó".

Francisco, el novio, cumplió con el 'dress code' con un chaqué clásico. "Hicimos a medida la parte de arriba y los pantalones, mientras que el chaleco y la corbata los compramos en una tienda. Elegimos un chaleco de lino verde para darle un toque más fresco y moderno a un traje tan clásico. La corbata, que combinaba detalles verdes y tonos azules, completaba el conjunto perfectamente. Para equilibrar, optamos por una camisa blanca, evitando así que el traje se volviera demasiado colorido", detalla Isabel.

El día de su boda había llegado. Sin ayuda de ningún wedding planner, la novia lo organizó todo. "Lo que he aprendido en estos últimos cinco meses es que, aunque tenía una idea de cómo sería mi boda desde hace mucho tiempo, cuando comencé a tomar decisiones, me vi obligada a cambiar casi todo por cuestiones de presupuesto, disponibilidad y algunas influencias de mis padres, amigos y familia. Al darme cuenta de esto, decidí empezar de cero, sin expectativas previas, para así poder disfrutar del proceso sin comparaciones con lo que había imaginado inicialmente".

Isabel se arregló en su casa. "Mi madre y mi hermana estuvieron siempre conmigo, y luego llegaron las madrinas, (en Portugal, las amigas de la novia, suelen ser las madrinas), así como mi padre y mi hermano. Disfrutamos de esos instantes previos todos juntos, y cuando llegó el momento, me fui en el coche de mi padre y con mi hermana, siempre a mi lado ayudándome".

"La persona que me arregló el pelo y me maquilló fue Sara, conocida como Sarita aquí en Portugal. Al principio iba a llevar coleta, pero como el vestido tenía un cuello, con ayuda de Javier y Macarena, optamos por un moño y más tarde, lo soltaría para un look más relajado", explica la diseñadora de interiores.

Francisco y sus 260 invitados esperaban la llegada de la novia. Acto seguido, empezó la ceremonia religiosa. "Fue muy especial. Aunque al principio tenía dudas sobre el cura, era un antiguo profesor y cura del colegio de Tito al que no conocía y con el que no teníamos mucha relación. Sin embargo, terminó siendo una ceremonia preciosa, emotiva y completamente personalizada para nosotros. Nos sorprendió lo bien que la llevó y lo especial que la hizo".

Para el cambio de ubicación, de la iglesia al lugar de la celebración, "en lugar de un coche, alquilamos un autobús para ir con nuestros amigos a Estufa Fría. El viaje fue el verdadero inicio de la fiesta: todos estaban emocionados y con ganas de celebrar. Ver a nuestra familia sonriendo mientras nos despedían nos hizo sentir que todo saldría perfecto".

La decoración, aunque sin un tema específico, estaba inspirada en España. "Debido a mis raíces españolas por parte de mi padre, quería transmitir una fiesta muy española. Cada mesa llevaba el nombre de una canción clásica española, y esas canciones sonaban durante toda la fiesta, como al inicio de la cena. Para la decoración, busqué algo sencillo, ya que Estufa Fría tiene mucha personalidad con sus plantas y flores. Elegí los colores verde y azul para los platos y manteles, y cada invitado recibió como detalle una vela de ISM/. Las flores fueron discretas, con un toque verde en el centro, complementando el ambiente de Estufa".

"Disfruté mucho del cóctel, ya que fue el momento perfecto para estar con los invitados, sacar fotos y disfrutar de la luz del día. Contraté una banda portuguesa que tocaba música española, brasileña y portuguesa, y fue increíble ver a todos, desde tíos hasta abuelos, uniéndose a bailar".

Para animar la transición, del coctel al banquete, "tenía bailarines disfrazados de invitados para guiarnos a las mesas, pero todos estaban tan divertidos que no me hicieron caso. En vez de ir a sentarse, se quedaron bailando, y solo fuimos a cenar cuando terminaron las 18 canciones de cada mesa. ¡Cuando llegamos a la cena, parecía que ya habíamos terminado el baile!", recuerda.

"Durante el cóctel, servimos varios canapés, como tempura de bacalao con mayonesa de soja, conos de espinacas con salmón y camarones con chutney de mango. En la cena, cada invitado tenía un platito con flatbread, focaccia de romero, mini pan de algarroba, aceite de oliva virgen extra y vinagre balsámico para acompañar el primer plato: una sopa de mariscos y pescado. Luego llegó el segundo plato, un solomillo de ternera con setas y patata rellena. El postre fue un éxito: una tarta de limón con merengue".

"Lo que más me impactó fue ver lo feliz que estaba todo el mundo. A todos les encantó vernos juntos, mi vestido les dejó fascinados, y, por supuesto, Estufa Fría fue un lugar que todos adoraron. Recuerdo cuando la fotógrafa sugirió que nos apartáramos un momento para hacernos las fotos en familia en un lugar más tranquilo. Pero decidí quedarme en el centro, aprovechando ese instante de pura felicidad, rodeada de la gente que venía y quería sacar fotos con nosotros".

Una vez finalizada la cena, el novio dio un discurso. Después, arrancó el verdadero baile. "Lo abrí con mi padre al ritmo de 'El Danubio Azul' y terminé con el 'Azerejé', y todo el mundo se junto. En ese momento, la pista quedó oficialmente abierta".

Cerramos el álbum de boda de esta novia portuguesa con sus consejos para futuras novias. "Lo primero es no tener expectativas. Disfrutar cada momento para que el día no pase volando. Lo que hice fue dividir el día en etapas (ceremonia, autobús, cóctel, cena...) y, cada vez que terminaba una y comenzaba otra, me tomaba dos minutos para reflexionar y guardar ese momento en mi memoria. En muchas bodas de amigos, solía notar que entre etapas había momentos incómodos o de silencio, como si no supiéramos qué hacer a continuación. Por eso, dediqué mucho tiempo a pensar cómo enlazar cada fase del evento. Muchas veces no prestamos atención a estos pequeños detalles, pero creo que son clave para que la celebración fluya de manera más natural y agradable", concluye.