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De Corinna a Meghan: tragedia y comedia en el 'annus horribilis' de las dos casas reales
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OPINIÓN

De Corinna a Meghan: tragedia y comedia en el 'annus horribilis' de las dos casas reales

El luctuoso aniversario de la ruptura entre el presente y el pasado reciente de la Casa Real ha coincidido en el tiempo con otra, infinitamente más viral, en la Corona británica

Foto: Corinna Larsen, en una imagen de archivo. (Getty)
Corinna Larsen, en una imagen de archivo. (Getty)

Se cumple esta semana el 'año horribilis' de Felipe VI. Nada antes fue más devastador para el monarca español que la forzosa divulgación de la ruptura con su padre. Si la monarquía como modelo de Estado se basa 'per se' en la pacífica continuidad dinástica e histórica, la constitucional del 78 renació, además, del consenso político: dos vueltas de tuerca al menos absolutista de los sistemas. Por eso la drástica huida hacia adelante del soberano fue, por necesaria, una operación quirúrgica a vida o muerte... de la Corona.

El 'bicho' que había infectado el cuerpo del enfermo institucional tenía nombre de mujer y un pretendido título regio. La princesa Corinna -que en el curso del tiempo se ha quedado en Corinna, a secas- había lanzado un año atrás un desafío en toda regla a la Casa del Rey en forma de carta. Le instaba a negociar un conflicto y unos derechos compartidos sobre un dinero de procedencia tan extraña que amenazaba con extenderse como una metástasis sobre la jefatura del Estado, apenas pasado un lustro de la abdicación del rey Juan Carlos. Aquello era una verdadera tragedia, de la que, pese a la valiente reacción de Felipe VI, nadie iba a salir indemne, y cuyas últimas consecuencias todavía no hemos conocido.

placeholder El rey Juan Carlos y el rey Felipe, en una imagen de archivo. (Getty)
El rey Juan Carlos y el rey Felipe, en una imagen de archivo. (Getty)

Por suerte para la Zarzuela, el luctuoso aniversario de la ruptura entre el presente y el pasado reciente de la Casa ha coincidido en el tiempo con otra, infinitamente más viral, en la Corona británica. La entrevista de Meghan Markle -el 'Harrysexit', como la prensa británica ha bautizado la espantada del benjamín de Lady Di y de su esforzada imitadora, esto es, su esposa- está siendo un tsunami televisivo para Buckingham Palace. Sin embargo, el despecho de la 'princesa' americana -“ay, suspiran por aquí, “Wallis Simpson sí era una señora”-, acusando de racismo a su suegro de manera velada y salvando a la reina -intocable para el pueblo británico-, no sobrepasa los límites de la tragicomedia.

placeholder Meghan y Harry, durante la entrevista con Oprah. (Reuters)
Meghan y Harry, durante la entrevista con Oprah. (Reuters)

Nada amenaza realmente los cimientos de la institución más fuerte -junto al Parlamento y la City- de Gran Bretaña. Ni las sombras más 'negras' que ahora se abren sobre un secreto orgullo de pureza de raza en una familia real de origen alemán, ni las quisquillosas desavenencias entre cuñadas -"atrapada" o no, que diría Meghan, a la princesa Kate hay que reconocerle que ella sí se lo 'curra' a diario- van a tambalearla. Y aún estaría por ver cómo se recibiría en el Imperio, más allá del escándalo mediático, un órdago a lo Corinna.

Desde luego, los problemas de Felipe VI son infinitamente mayores que los de Isabel II, porque amenazan a la propia continuidad de la Corona en medio de un clima político hostil. Pero, al menos, puede presumir con dignidad de que ninguno de sus familiares ha vendido sus intimidades a cambio de su libertad. Al menos, por ahora.

Se cumple esta semana el 'año horribilis' de Felipe VI. Nada antes fue más devastador para el monarca español que la forzosa divulgación de la ruptura con su padre. Si la monarquía como modelo de Estado se basa 'per se' en la pacífica continuidad dinástica e histórica, la constitucional del 78 renació, además, del consenso político: dos vueltas de tuerca al menos absolutista de los sistemas. Por eso la drástica huida hacia adelante del soberano fue, por necesaria, una operación quirúrgica a vida o muerte... de la Corona.

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