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La exduquesa de Palma y la Casa Irreal de Felipe VI
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OPINIÓN

La exduquesa de Palma y la Casa Irreal de Felipe VI

Lo que hoy es humillación -las fotografías de su marido con otra mujer han sido casi un escarnio que ha dado la vuelta al mundo- bien podría derivar en reparación

Foto: Montaje realizado por Vanitatis de una imagen de Cristina e Iñaki
Montaje realizado por Vanitatis de una imagen de Cristina e Iñaki

Habrá que recordar que no hablamos de la Casa Real. Si acaso, de la Casa Irreal -y hasta surrealista, si cabe- que resulta de ese culebrón de infarto que envuelve a la familia del monarca. De hecho, la separación matrimonial de la infanta Cristina se ha catapultado a todas las portadas de diarios y televisiones desde las páginas rosas -no las de tribunales, como antaño-, sin que Zarzuela haya dejado sentir el más mínimo temblor.

Sin embargo, nada de lo que importe a la opinión pública le es del todo ajeno a la Casa, la Real. Y a la vista del despliegue, a la opinión le importa el escándalo. ¡Vaya si le importa! O, para ser más precisos, ‘le pone’. En todo caso, el tsunami que ahora arrolla a la exduquesa de Palma lleva trazas de transformarse mañana en un remanso de aguas algo más tranquilas en lo que se refiere a su lugar en la esfera pública y en los aledaños de la institución. Lo que hoy es humillación -la fotografías de su marido con otra mujer han sido casi un escarnio que ha dado la vuelta al mundo- bien podría derivar en reparación.

placeholder La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, hace dos años en Vitoria. (EFE/David Aguilar)
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, hace dos años en Vitoria. (EFE/David Aguilar)

En una sociedad como la española, tan sensible a las víctimas de engaño amoroso, doña Cristina podría beneficiarse -ya lo está haciendo en algunos círculos sociales- de una inédita corriente de simpatía. La propia reina Sofía, salvando todas las distancias con el caso de su hija -y sus largos años de servicio a la Corona-, vio aumentar su caché en las encuestas tras estallar el escándalo de Botsuana y Corinna.

Claro que la hermana de Felipe VI difícilmente recuperará el ducado de Palma que con tanta determinación y ejemplaridad le revocó el monarca. Y es igualmente remota la posibilidad de se recompongan sus relaciones familiares, tan rotas, con la pareja real. No obstante, de alguna manera se hará visible que la todavía sexta persona en la línea de sucesión al trono de España -ella nunca aceptó renunciar a sus derechos- ha soltado lastre. Un lastre enorme en lo que atañe a la Corona.

placeholder La infanta Cristina, en una imagen de archivo. (EFE/Cati Cladera)
La infanta Cristina, en una imagen de archivo. (EFE/Cati Cladera)

La traición de Urdangarin a su esposa se leyó en Twitter con sarcasmo: “La infanta Cristina pidiendo repetir el juicio, que ahora se acuerda de todo…”. Pero, en realidad, quien parece no acordarse ya del caso Nóos, pasado casi un lustro del juicio, es el español medio. Y quien -hija de rey, hermana de rey- fue sentada en el banquillo y declarada en sentencia ‘responsable’ civil de un lucro millonario e ilegal, en no mucho tiempo, dejará de ser vulgarmente considerada cómplice del ‘malvado’ yerno del rey Juan Carlos, para ser solo una sufrida princesa y su abnegada visitadora en la cárcel. Digna y silente víctima por amor…

Su propia fidelidad al padre de sus hijos -contra el viento y las mareas familiares… hasta el reciente zarpazo de la playa de Bidart- convierte ahora a la infanta desterrada en un personaje de novela maldita, un personaje irreal de una Casa Irreal, a la que la cosa mediática volverá a cultivar con disimulado arrobo.

Habrá que recordar que no hablamos de la Casa Real. Si acaso, de la Casa Irreal -y hasta surrealista, si cabe- que resulta de ese culebrón de infarto que envuelve a la familia del monarca. De hecho, la separación matrimonial de la infanta Cristina se ha catapultado a todas las portadas de diarios y televisiones desde las páginas rosas -no las de tribunales, como antaño-, sin que Zarzuela haya dejado sentir el más mínimo temblor.

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