La tiara de zafiros de Máxima de Holanda: el origen de la joya más especial de la reina

El 30 de abril de 2013 no solo será recordado en la historia reciente de las casas reales europeas como el día que Guillermo y Máxima de Holanda tomaron el relevo a la reina Beatriz (hoy princesa de los Países Bajos) y accedieron por fin al trono como soberanos, sino también por el impresionante atuendo (joyas incluidas) que lució la argentina para la coronación de su marido y que no era otra cosa que la antesala a un despliegue de looks que hoy en día, y nuevo años después, se mantiene como su seña de identidad para grandes actos.

Para tal importante ocasión, confió en el holandés Jan Taminiau, uno de sus diseñadores de cabecera, y Máxima lució radiante y elegante gracias a un vestido azul Klein confeccionado en gasa con cuerpo de pedrería, minicinturón a tono y falda larga con bordados en el bajo, un llamativo modelo sobre el que además llevó un abrigo-capa a juego. Si su vestido era toda una declaración de intenciones, la elección de sus joyas más de lo mismo. Destacó por encima del resto la tiara. Conocida popularmente como tiara de zafiros, es una pieza singular y única que forma parte del joyero de los Orange desde tiempos inmemoriales y también la favorita de la reina Máxima.

Realizada con 31 zafiros cachemira y 655 diamantes de Sudáfrica, su zafiro central, de 44 quilates, anteriormente formaba parte de un broche. Fue diseñada en 1867 por la joyería parisina Mellerio siguiendo la técnica 'pampille en tremblant', que para aquellos que lo desconozcan, es un procedimiento en el que los diamantes son colocados en pequeños compartimentos que, literalmente, tiemblan al más mínimo movimiento. No fue hasta 1881 cuando entró a formar parte del joyero de los Orange, momento en el cual el rey Guillermo III de los Países Bajos la compró como regalo para su esposa, la reina Emma.

Aunque la original estaba montada en oro, en 1928 se cambió la montura por una de platino para hacerla más llevadera. Década a década, generación tras generación de royals, a la tiara se le han ido añadiendo otras piezas de zafiros para formar un 'grand parure', una palabra francesa que hace referencia a una composición de otras joyas que van a juego con la pieza principal, en este caso, una tiara y que en la actualidad consta de dos brazaletes, un collar, unos pendientes y un broche.

Al fallecer, la reina Emma le dejó este repertorio de joyas con zafiros a su nieta, la reina Juliana, y más tarde, esta última a la reina Beatriz (la madre del actual rey), quien nunca llegó a lucir el juego al completo. No es el caso de Máxima, quien en más de una ocasión ha portado todas las piezas, a pesar de que, tal y como señalan algunos expertos, su peso sigue siendo excesivo (se calcula que ronda los 39,75 quilates).

La primera vez, para la coronación de su marido, aquel 30 de abril de 2013, día en el que la argentina estaba impresionante, y la última y más reciente, para la visita de Estado que el rey Guillermo y la reina Máxima de Holanda realizaron el pasado noviembre de 2021 a Noruega. Para asistir a una cena de gala en el Palacio Real de Oslo en compañía de Harald y Sonia de Noruega, el príncipe Haakon y su mujer, la princesa Mette-Marit, y la princesa Marta Luisa, y volver a convertirse en el centro de atención a cuenta de la tiara.

Es una de las catorce tiaras a las que podrá acceder en un futuro Amalia de Holanda como heredera del trono. Dotada de una auténtica belleza y un brillo extraordinario, aunque sin desmerecer otras como la tiara Stuart, la más valiosa de todas por su diamante superior, es la grandiosidad de su tamaño, así como el color azulado de sus zafiros, los dos detalles que convierten a esta tiara en una joya única.