7 curiosidades del Teatro Real: un templo para el ego de Fernando VII
Convertido en uno de los espacios culturales más importantes del mundo, el Teatro Real de Madrid guarda muchos secretos en su interior. Descubre su origen y curiosidades
A lo largo de los últimos siglos, buena parte del patrimonio cultural de Madrid ha nacido y crecido por la influencia de la monarquía en la ciudad. Así, algunos de los edificios más importantes de la villa y corte fueron promovidos por diferentes reyes y reinas.
Por ejemplo, el propio Palacio Real, del que ya te desvelamos curiosidades, o el Museo del Prado, impulsado por la reina Isabel de Braganza. Precisamente, situado frente al espectacular palacio que encargó Felipe V, nos encontramos con un templo musical encargado por otro rey, Fernando VII.
Tras la derrota de Napoleón en España y el resto de Europa, con un papel destacado de su exnovia y reina de Suecia, Désirée Clary, nuestro país vivía nuevos aires culturales. Así, Fernando VII decidió que se encontraba en unos años de esplendor que bien merecían un teatro de la ópera al estilo de París o de Londres. Más allá de los diferentes sucesos políticos y sociales, la realidad es que España se encontraba en la ruina tras salir de una guerra y en plena pérdida de las colonias.
Diversos levantamientos independentistas en países como México, Venezuela o Chile, que promulgó su constitución ese mismo año, hacían que no pareciera la época ideal para una inversión económica de esas características. Sin embargo, el rey Fernando VII, por una cuestión de ego, según muchos historiadores, buscaba la fama y el reconocimiento visto en otros monarcas. Por lo que decidió lanzarse.
Así, el 13 de abril de 1818 se dispone la primera piedra del futuro Teatro Real. Sin embargo, la primera curiosidad a destacar, que no suele ser conocida, es que antes que este escenario ya existía otro teatro en ese mismo emplazamiento. Se trataba del Real Teatro de los Caños del Peral, original de 1738, y que fue derruido un año antes del inicio de las obras.
Este era un enclave teatral en el que se podían ver funciones líricas, pero que también vivió momentos únicos como la celebración de las sesiones de las Cortes Constituyentes de Cádiz en 1814 tras su traslado a Madrid desde San Fernando de Cádiz, y antes que pasaran al actual Senado (entonces Monasterio de Doña María de Aragón).
Más de 30 años de obras en el Teatro Real
No sería la única ocasión en la que teatro y política se unirían en Madrid bajo el mismo techo, ya que mientras estaba en construcción, el Teatro Real acogió al Parlamento desde 1841 a 1850 por las obras del Palacio del Congreso de los Diputados en la carrera de San Jerónimo. Así, los políticos celebraban sus reuniones en lo que después sería el salón de baile.
Regresando a la construcción del Teatro Real, no fue una tarea sencilla. Por eso, cuando decimos la expresión popular para las obras y reformas largas de que se tardó como en las obras de El Escorial (en referencia a los 21 años que duró la creación del Real Monasterio), quizás deberíamos cambiarla por "como las obras del Teatro Real". Así es porque curiosamente en total se tardaron 33 años en llevar a término este proyecto cultural.
El arquitecto Antonio López Aguado fue el primero en encargarse de su construcción, pero su muerte, problemas de logística, falta de presupuesto y épocas de abandono hicieron que no se terminaran las obras hasta más de tres décadas después.
Finalmente, sería Custodio Teodoro Moreno el arquitecto que lo finalizaría y la reina Isabel II la monarca que lo inauguraría. La madre de Alfonso XII, el rey que vivió su duelo de viudedad en otra joya del patrimonio cultural como es el Palacio de Riofrío, dio comienzo a una edad dorada para el Teatro Real en 1850, con 75 años de temporadas de éxito.
Sin embargo, ese éxito entre el público no fue un éxito económico, como dato anecdótico sobre la historia del Teatro Real. A lo largo de esos años contó con varios empresarios e instituciones al frente, provocando pérdidas millonarias por malas gestiones, además de un incendio en 1867 que destruyó algunas zonas interiores y decorados. Una mala fortuna económica que le acompañó en la etapa de la I República, cuando pasó a llamarse Teatro Nacional de la Ópera. Aunque su revés definitivo llegó en 1925 con su cierre.
"¿Por qué el Teatro Real tuvo que cerrar sus puertas?", te preguntarás. Nos vamos hasta el cuarto dato desconocido de este maravilloso espacio cultural. De estilo neoclásico y ecléctico, buena parte de ese eclecticismo viene dado por las constantes renovaciones que ha sufrido por culpa de su estructura y cimentación. Por ello, en el mencionado 1925 tuvo que ser clausurado por importantes daños de construcción.
Desgraciadamente, lo que se preveía como una corta remodelación de nuevo fue para largo. Problemas arquitectónicos más serios de lo esperado, la Guerra Civil (que destruyó casi por completo el interior del cercano Palacio de Liria, sede la Casa de Alba) o la ruina económica durante la posguerra fueron algunas de las claves que hicieron que el Teatro Real siguiera sin abrir. Aunque el hecho de que estallara un polvorín almacenado en su interior durante la guerra fue otro punto muy relevante en su mal estado.
Finalmente, sus obras de reconstrucción se prolongaron en esta segunda fase vital 41 años. Sería en 1966 cuando se abriría de nuevo a todos los espectadores, en esta ocasión como auditorio y como sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático. Además de celebraciones más curiosas como ser la sede de Eurovisión en 1969, con un espectacular decorado diseñado por Salvador Dalí, tras la victoria el año anterior de Massiel.
Aunque, de nuevo, su vida pública terminaría pronto. Viajamos hasta 1988, cuando el Teatro Real volvió a clausurarse para su rehabilitación. La Orquesta Nacional daría el último concierto de esta etapa el 13 de octubre de ese año y en 1991 comenzarían las obras. Por suerte, en esta ocasión solo duraron 8 años, un periodo mínimo en comparación a otros periodos, por lo que en 1997 los reyes Juan Carlos I y Sofía pudieron reinaugurarlo. Ahora sí, parece que de forma definitiva.
Más allá de sus problemas arquitectónicos, otra de las curiosidades que merece la pena descubrir sobre este reputado escenario es su espectacular tamaño. A simple vista, a pie de calle no parece tan amplio como lo es en realidad, dado que la mayor parte de su superficie se encuentra bajo tierra. En total tiene 78.210 m² de superficie y capacidad para casi 2.000 personas (1.958 personas, concretamente) y una de las cajas escénicas tras el telón más avanzadas e innovadoras de los teatros del mundo.
Aunque, como adelantábamos hace unas líneas, sus zonas más desconocidas son sus sótanos. Un total de ocho plantas bajo el subsuelo de Madrid que sirven como foso para guardar la escenografía de hasta seis óperas diferentes. Además, cuenta con los talleres y departamentos de maquillaje, utilería, vestuario, atrezzo... Sin olvidar la gran clave del Teatro Real, los muros de contención que ahora sí lo protegen sus cimentos.
La rehabilitación que sufrió finales del siglo XX sirvió para prevenir el deterioro de la estructura del teatro debido a la cercanía de las obras del metro de Madrid y sobre todo por dos ríos subterráneos que discurren bajo él. Ahora, a salvo de nuevos problemas estructurales, promete seguir siendo un epicentro internacional de la música muchos siglos más.
Su fastuosa decoración interior, tanto con partes originales como fieles reproducciones del diseño de 1850, también es digna de un teatro de estas características, con piezas tan increíbles como la lámpara de araña que encontramos sobre el palco de butacas del salón principal. Una obra de cristal de roca y bronce que llega a los 2.400 kilos.
Sin embargo, al hablar de este edifico no podemos olvidarnos de hacerlo también a vista de pájaro. Muy comentada es la forma de ataúd que presenta el teatro, provocando diversas teorías al respecto. El posible homenaje de Antonio López Aguado, su arquitecto primigenio, a un cementerio cercano o a una fosa común son algunas de las razones más creídas.
Internacional y multidisciplinario: de la ópera a las fiestas
Pero los historiadores se centran en el hecho de que el anterior solar dejado por el Real Teatro de los Caños del Peral y la necesidad de tener corredores y pasillos alrededor del rectángulo central de la parte del escenario marcaron este diseño de estilo ataúd.
Dejando de lado lo arquitectónico, lo que está claro es que el Teatro Real se ha convertido en un referente artístico en todo el mundo con obras líricas, pero también conciertos de música más moderna. Un sexto dato desconocido para muchos, ya que no se relaciona este tipo de escenarios con actuaciones más modernas y pop.
Sin embargo, artistas como David Bisbal, Amaral, Sting, Aitana o Manuel Carrasco (que también tiene un lado empresarial) han subido a su escenario en ciclos especiales fuera de la programación de ópera. Asimismo, es habitual ver nombres de la crónica social asiduos a las obras del Teatro Real, como Isabel Presyler o Mario Vargas Llosa, además de los miles de ciudadanos anónimos que lo visitan.
A los que sumar que a lo largo de su historia ha contado con la presencia de artistas como el compositor Giuseppe Verdi, que tuvo que salir a saludar 13 veces por el éxito de la obra que estrenó aquí, la actriz Sarah Bernhardt o el también compositor Ígor Stravinski, que fue aplaudido por un emocionado Alfonso XIII.
Aunque, y como último dato desconocido del Teatro Real, nos gustaría recodarte que se puede ser mucho más que un simple espectador. Aunque no son públicos los precios, el Teatro Real puede alquilarse para eventos, reuniones o fiestas. Por lo que si deseas cerrar un espacio o varios para ti, y supones que si cuentas con un presupuesto elevado, es posible hacerlo.
Si no es el caso, no te preocupes. Además de las obras y conciertos, puedes conocer a fondo el Teatro Real de Madrid a través de las conferencias, talleres y visitas guiadas que organizan. Una excusa ideal para disfrutar de esta zona del centro de la capital y, sobre todo, de un espacio tan desconocido como este. La única limitación es el Palco Real, la zona reservada siempre para una posible asistencia de la familia real. El resto del teatro nos espera, siempre listo para subir el telón tras más de 200 años de historia.
A lo largo de los últimos siglos, buena parte del patrimonio cultural de Madrid ha nacido y crecido por la influencia de la monarquía en la ciudad. Así, algunos de los edificios más importantes de la villa y corte fueron promovidos por diferentes reyes y reinas.