La dama de hierro: la única baja de Letizia en 18 años de compromiso con la Corona

Era el pasado martes cuando conocíamos que la Reina había dado positivo en el test realizado para detectar si se había contagiado de coronavirus. Tal y como confirmaba Zarzuela, presentaba síntomas leves, por lo que se veía obligada a cancelar las audiencias que tenía en palacio al día siguiente, quedando en el aire su asistencia a los Cavia, toda una tradición. Pero, finalmente, también se anunciaba que se suspendía su presencia en la entrega de premios. Así que, entre otras cosas, nos quedábamos sin descubrir el look escogido para la cena, siempre sorprendente.

Una ausencia que será más que notable, pero lo cierto es que la Reina no es sospechosa de faltar a sus compromisos a la ligera, al menos cuando son oficiales y están marcados en su agenda institucional. De hecho, esta ha sido la única baja de doña Letizia en sus 18 años de compromiso con la Corona. Una situación bastante distinta a la de otras reinas y princesas europeas, que sí se han visto obligadas a cancelar citas públicas por diferentes problemas de salud, desde operaciones a lesiones que les impedían hacer vida normal.

En el caso de doña Letizia, hay que remontarse hasta 2015 para dar con la última vez en la que canceló su presencia en un acto, y no fue precisamente por enfermedad, sino porque su abuelo materno, Francisco Rocasolano, se encontraba hospitalizado. De hecho, el hombre falleció a los pocos días, aunque la agenda de su nieta no se vio alterada, puesto que coincidió con unos días libres antes de reaparecer en Mallorca. Y casi lo mismo sucedía el año pasado con Menchu Álvarez, su abuela paterna. La periodista radiofónica fallecía el pasado 27 de julio, justo cuando la Reina tenía la agenda en blanco antes de viajar a las Baleares, donde reaparecía cinco días después.

Eso sí, sus dos embarazos sí le han puesto algo más complicado lo de afrontar sus compromisos hasta sus últimas consecuencias. Pero sus ausencias tampoco se pueden considerar bajas por enfermedad, además de que han sido más que escasas. En 2005, solo unos días antes de que naciera la princesa Leonor, tuvo que prescindir por consejo médico del viaje a Oviedo para estar junto a don Felipe en los Premios Príncipe de Asturias. Lógicamente, en aquella ceremonia su marido no se olvidó de ella durante su discurso: "Está aquí con todo su corazón y su pensamiento".

La siguiente tuvo lugar en septiembre de 2006, cuando se encontraba embarazada de la infanta Sofía, justo después de que la Casa Real anunciara que los entonces Príncipes de Asturias estaban esperando un segundo hijo. La cita en la que no pudo estar presente, la cena de gala que don Juan Carlos y doña Sofía ofrecían en el palacio de la Zarzuela en honor al que era presidente de Portugal en aquel momento, Aníbal Cavaco Silva. La explicación oficial fue "las molestias propias de los primeros meses de embarazo". Así que no fue una baja por enfermedad como tal, como la que sí ha tenido que tomarse estos días, obligada además por los protocolos sanitarios.

* Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí

En total, tres ausencias en actos institucionales en 18 años, dos de ellas por embarazo y otra por la situación familiar. Es decir que, desde que se casara con el entonces príncipe Felipe, doña Letizia ha cumplido escrupulosamente con todos sus actos públicos. Teniendo en cuenta que afronta una media de casi 200 al año, es una cantidad insignificante. Una cifra que nos lleva a plantearnos si realmente la Reina goza de una salud de hierro o es más bien su sentido de la obligación lo que ha hecho que nunca, hasta esta semana, se haya cogido una baja por enfermedad.

Desde luego, no estamos en condiciones de afirmar cuál de las dos opciones es, pero tirando de hemeroteca sí encontramos alguna ocasión en la que la reina Letizia ha estado en uno de sus compromisos públicos y ha sido evidente que su estado de salud no era óptimo. Un ejemplo es una reunión con Unicef, de la que es presidenta de honor, en febrero de 2020. Apareció tosiendo y admitió que estaba bastante acatarrada. Un problema que no le pareció suficiente para faltar a sus obligaciones. Como tampoco lo fueron las náuseas y mareos que sufrió durante sus dos embarazos.

El mal de las princesas

Como con casi cada aspecto de su vida pública, es inevitable hacer comparaciones. Y desde luego, si esto fuera una competición, la reina Letizia se llevaría la victoria de calle. Dejando a un lado a la princesa Mette-Marit, cuya fibrosis pulmonar crónica la obliga a que su agenda sea mucho menos intensa que la de sus homólogas, la que más y la que menos de las princesas y reinas europeas se ha tenido que tomar en algún momento una baja. La más prolongada y preocupante, la de Charlène de Mónaco, fuera de juego casi todo el año pasado y parte de este 2022 por su infección otorrinolaringológica y sus consecuencias.

Las de Máxima de Holanda no han sido, desde luego, tan prolongadas, pero sí varias y por distintos motivos. Un virus estomacal, una infección de riñón, una conmoción cerebral tras una caída o una operación en el pie le han hecho a lo largo de estos años tener que cancelar varios actos de su agenda. Silvia de Suecia tampoco se libra y es, además, la más reciente. El año pasado se caía en el palacio de Drottningholm, donde vive, con el resultado de una muñeca fracturada. No requirió ni intervención ni ingreso y solo unas horas después estaba de nuevo en casa, pero sí tuvo que estar unos días apartada de sus compromisos oficiales.

Y casi a la vez tuvieron que cancelar sus actos de agenda María Teresa de Luxemburgo y Sonia de Noruega. La primera, por una operación de rodilla tras habérsele detectado una lesión y que sus médicos aconsejaran solucionar cuanto antes pasando por el quirófano. La segunda, por una infección respiratoria. En ambos casos, los problemas de salud no fueron a más y las dos consortes pudieron retomar sus actividades oficiales con normalidad unos días después.