Charlène luce uno de los diamantes más raros del mundo en homenaje a Grace Kelly

Nueva York, 3 de noviembre. El 583 Park Avenue, un conocido e histórico local de la ciudad en el que se celebran todo tipo de eventos, está preparado para uno histórico. Se entregan los premios de la Fundación Princesa Grace en la gala anual. Y aunque es una cita que se celebra cada año, la de este jueves era diferente. Iba a estar presidida nada menos que por los príncipes de Mónaco, que se convirtieron en protagonistas absolutos de la velada, con permiso del exclusivo diamante que lució Charlène. Una pieza rarísima que se convertía en todo un homenaje a Grace Kelly y que también marcaba la diferencia de la gala, por las peculiaridades de la piedra.

No es habitual la presencia del príncipe Alberto y mucho menos la de Charlène. Pero cada vez queda más claro que la sudafricana ha vuelto a su agenda con fuerza y, después de ese viaje a Noruega con el que retomaba sus compromisos internacionales y su visita al Vaticano, ahora ha sido el turno de Nueva York. Claro que no era una celebración cualquiera. Este año se ha cumplido el 40 aniversario del fallecimiento de la princesa Grace, por lo que la pareja quiso estar presente en una noche tan importante para la fundación que lleva su nombre, creada por el príncipe Rainiero pocas semanas después del fatídico accidente que costó la vida a su esposa.

Así, Alberto y Charlène llegaron en último lugar, como marca el protocolo -incluso en estas fiestas que no tienen mucho de etiqueta royal-, centrando toda la atención de los medios al pasar por la alfombra roja, elegantes y muy adecuados para la ocasión. Y claro, si ya de por sí cada aparición de la sudafricana levanta expectación, el verla con un look de gala lo hace aún más. Su elección, un vestido largo con estampado floral de Terrence Bray, un diseñador monegasco por el que la princesa ha apostado en numerosas ocasiones, impulsando así la moda del país.

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Pero había un detalle de su estilismo que centraba toda su atención. Hablamos de las joyas y especialmente del collar que lucía. Una pieza exclusiva y con una historia muy particular, además de tener un diamante en el centro con el que Charlène rendía un claro homenaje a Grace Kelly, su suegra y la otra protagonista de la noche. Se trata de una piedra preciosa extraída de una mina en Argyle, en Australia. Aunque está cerrada desde hace un par de años, es uno de los lugares donde se han descubierto los diamantes más extraordinarios, de color rojo o champán, además del 90% de los diamantes rosas que existen en el mundo.

Precisamente, el diamante que lucía este jueves por la noche la princesa Charlène era de ese color, haciendo que sea una pieza casi única. Es la francesa casa Mazerea, especialista en este tipo de diamantes 'raros', la que lo adquirió en 2021 y lo cambió de nombre, bautizándolo como Diamante Grace: "Cortado y pulido a mano por maestros artesanos, este diamante cuadrado, de forma radiante, de 1,79 quilates, elegante, vívido, púrpura y rosa, revela un extraordinario resplandor sonrojado... como si estuviera iluminado desde dentro", escriben sobre él en su página web.

Pero la historia futura del diamante también es, cuando menos, curiosa, ya que está aún por escribirse. Aunque la esposa de Alberto de Mónaco lo lució como piedra central de un espectacular collar llamado 'La vie en rose' y creado por el joyero Lorenz Bäumer de París, no será su último destino. Dentro de un año, el diamante se quitará del collar y será reemplazado por otra piedra rosa para salir a subasta. Después, será engarzado en otra pieza de joyería, sin que se sepa, de momento, cuál será y en qué momento podremos verla.

Así, Charlène de Mónaco ha sido la primera persona que ha podido lucir esta exclusiva piedra preciosa, casi única. Y aunque era difícil que con el estampado del vestido la joya luciera con todo su esplendor, lo consiguió. Es raro que la exnadadora no supiera que iba a tener el honor de lucir ese peculiar diamante rosa de 1,79 quilates, por lo que la elección de vestuario sorprende un poco, ya que un diseño monocolor hubiera dado mucho más protagonismo a esta singular pieza. En cualquier caso, la joya se convirtió, junto a su propietaria -aunque momentánea- en la protagonista de la noche.