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El lenguaje corporal de Charlène de Mónaco: las dos caras de la princesa en la coronación de Carlos III
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DOS DIAS, DOS ENERGÍAS

El lenguaje corporal de Charlène de Mónaco: las dos caras de la princesa en la coronación de Carlos III

El fin de semana de la coronación estuvo lleno de emociones. Tal vez eso causó que la princesa Charlène se mostrara cansada y triste durante la ceremonia

Foto: Los príncipes de Mónaco, Alberto y Charlène, en la coronación de Carlos III. (Reuters/Lisi Niesner)
Los príncipes de Mónaco, Alberto y Charlène, en la coronación de Carlos III. (Reuters/Lisi Niesner)

La presencia de Charlène de Mónaco en la coronación de Carlos III era indiscutible. Los rumores de crisis en su matrimonio la acompañan desde antes incluso de casarse y en los últimos tiempos estos han vuelto a resurgir con fuerza, por lo que un príncipe Alberto solo en la coronación era impensable.

Esto no quiere decir que Charlène se encuentre en las mejores condiciones para cumplir con la agenda normal de este tipo de acontecimientos, y lo cierto es que en esta ocasión ha podido ser más que evidente.

placeholder Charlène y Alberto de Mónaco, en la recepción en Buckingham. (Reuters/Henry Nicholls)
Charlène y Alberto de Mónaco, en la recepción en Buckingham. (Reuters/Henry Nicholls)

Se han podido ver a dos Charlènes muy diferentes en los dos días en los que se dejó ver junto a su marido, y esto no ha pasado desapercibido para el periodista y experto en nobleza Michael Begasse, quien ha dado su opinión al respecto, recogida en conocidos medios alemanes como ‘RTL News’.

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La primera noche, según apunta Begasse, se pudo ver a una princesa radiante. La recepción en el palacio de Buckingham reunió a muchos miembros de las realezas europeas y mundiales, y era la primera gran cita de todos ellos. Un encuentro más distendido para el que Charlène escogió un conjunto azul cielo con detalles bordados muy favorecedor.

En ella se mostró llena de energía, miraba al frente y sonreía posando para las cámaras al lado de su marido. Una actitud que le favorece y que en ocasiones hace olvidar el largo camino que lleva recorrido, de enfermedades y recuperaciones, y todo el que todavía le queda por delante, como destacaba el experto.

placeholder Alberto de Mónaco y Charlène, a su llegada a la abadía de Westminster. (Reuters/Toby Melville)
Alberto de Mónaco y Charlène, a su llegada a la abadía de Westminster. (Reuters/Toby Melville)

El segundo día, el de la coronación, su actitud era la contraria, “como si la hubieran intercambiado”, explicaba el experto. Charlène no oculta los momentos malos que tiene (“es princesa, no actriz”), y en este caso era evidente que no tenía la mejor de las energías. Cabizbaja y apoyada en su marido, más como si le necesitara para caminar que si buscara su apoyo por un suelo resbaladizo, como sí transmitía el lenguaje corporal de la reina Letizia.

“En mi opinión, Charlène aún no tiene la fuerza para largo e intenso día de trabajo”, señalaba el experto. “Charlène puede brillar cuando está sana, cuando está de buen humor, así es hermosa”, pero no puede ocultar cuando no se encuentra en su mejor momento. “Solo con mirarla sabes que no se siente bien”.

placeholder Alberto y Charlène de Mónaco, en la coronación. (Reuters/Andrew Matthews)
Alberto y Charlène de Mónaco, en la coronación. (Reuters/Andrew Matthews)

En opinión del experto, estas distintas energías y maneras de afrontar los compromisos están muy relacionadas con su enfermedad y el proceso de curación, que todavía no ha terminado, aunque son solo especulaciones.

Lo cierto es que la actitud de Charlène en la coronación demostraba que no estaba en su mejor momento, con la mirada baja, perdida a veces, los hombros caídos y buscando el apoyo de su marido en un gesto de protección; es él quien dirige y ella deja que sea Alberto quien la guíe.

La presencia de Charlène de Mónaco en la coronación de Carlos III era indiscutible. Los rumores de crisis en su matrimonio la acompañan desde antes incluso de casarse y en los últimos tiempos estos han vuelto a resurgir con fuerza, por lo que un príncipe Alberto solo en la coronación era impensable.

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