Mohamed VI prorroga en París sus dos meses de vacaciones en el Mediterráneo

Mohamed VI huyó del fuego de Gabón y cayó en las brasas de París. Tras cinco meses de estancia ininterrumpida en su reino (desde el 23 de marzo al 1 de septiembre), el rey de Marruecos viajó el viernes pasado por la tarde a París. Reanuda así su costumbre de pasar largas vacaciones fuera de su país. Sus ausencias prolongadas provocan malestar en las élites marroquíes porque el monarca ostenta casi todo el poder ejecutivo.

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R. R.

En Francia, el soberano marroquí prorrogará los más de dos meses de vacaciones de los que ya disfrutó al borde del Mediterráneo. Las empezó a finales de junio, en su residencia de Rincón, que los marroquíes llaman M’Diq, a 29 kilómetros al este de Ceuta. Las continuó después en Alhucemas, la capital del Rif. Fue allí donde celebró su 60º cumpleaños acompañado por sus hijos, el heredero del trono, Moulay Hassan, y la princesa Lalla Khadija.

Sólo interrumpió su descanso el 29 de junio para acudir a la mezquita Hassan II de Tetuán con motivo de la fiesta del Aid Al-Adha (Sacrificio), la mayor del islam, y un mes después a las celebraciones de la Fiesta del Trono, también en esa misma ciudad y sus aledaños. Esta fiesta conmemora el aniversario de su entronización en 1999.

En Gabón ya no gobierna Ali Bongo, de 64 años, aquel presidente que hablaba de Mohamed VI como “mi hermano” porque, en 2018, le acogió en Rabat durante meses después de que sufriera un grave accidente cardiovascular. Fue derrocado el 30 de agosto por un puñado de militares capitaneados por el general Brice Oligui Nguema. Aunque este se formó en la Real Academia Militar de Meknes (Marruecos), no es el gran amigo que fue Bongo, ahora asignado a residencia.

El monarca alauí no puede volver a Gabón, al menos mientras su amigo del alma esté arrestado e impere la inseguridad en el país. Ya le pilló, en enero de 2019, una intentona golpista allí que Bongo sí logró entonces abortar. El rey optó, por tanto, por no reabrir las puertas de su residencia de Pointe-Denis, en el estuario de Komo, un lugar paradisíaco a tan solo una docena de kilómetros de Libreville, la capital gabonesa.

A Mohamed VI siempre le queda París. Muy cerca de la Torre Eiffel, posee un palacete que los franceses llaman “hôtel particulier”, que adquirió por 80 millones de euros el 28 de julio de 2020. Al día siguiente, por la noche, en su discurso del Trono, pidió a los marroquíes que en tiempos de pandemia hicieran sacrificios. En los años setenta, Hassan II, el padre del actual rey, compró también un castillo en Betz, en el departamento de l’Oise, à 75 kilómetros al noreste de la capital. Es allí donde se acaba ahora de instalar el monarca a juzgar por el despliegue de la Gendarmería en sus alrededores.

A diferencia de Bongo, el presidente francés, Emmanuel Macron, no era un amigo, pero sí mantenía con Mohamed VI una relación cordial. Esta se quebró en julio de 2021 cuando la investigación del consorcio periodístico Forbidden Stories reveló que Macron, su primer ministro y 14 de sus ministros habían sido espiados por Marruecos con el programa malicioso israelí Pegasus. El presidente llamó al monarca para pedirle explicaciones y disculpas y este lo negó todo. Macron se enfadó y “faltó el respeto al rey”, según reveló en junio el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun, que mantiene estrechas relaciones con el palacio real alauí.

Al roce por Pegasus se añadieron otras fricciones. Francia, el país que más visados concede a marroquíes, redujo a la mistad, a partir septiembre de 2021, el número de documentos de viaje que les concedía. Fue una represalia por las trabas puestas por Rabat para readmitir a los inmigrantes marroquíes en situación irregular que las autoridades francesas querían expulsar.

La medida se dejó de aplicar en 2022, pero entonces fue la monarquía alauí la que levantó la voz para exigir que Macron siguiera los pasos del presidente Pedro Sánchez y diera un apoyo más contundente a la solución que propugna Rabat para resolver el conflicto del Sáhara Occidental. Sánchez lo expresó en la carta que el 14 de marzo del año pasado envió al monarca alauí. La recibió en su residencia gabonesa de Pointe-Denis. Por ahora la diplomacia francesa mantiene la posición que ya tomó en 2007, que respalda el plan de autonomía marroquí, pero con algo menos de entusiasmo que el jefe del Gobierno español.

El deterioro de la relación franco-marroquí quedó puesto de manifiesto cuando el soberano pasó en 2022 casi cuatro meses seguidos en París, de principios de junio a principios de octubre. A diferencia de otras ocasiones, Macron no le concedió una audiencia privada en El Eliseo y ni siquiera le llamó por teléfono para interesarse por su salud cuando en junio del año pasado la Casa Real marroquí desveló que padecía covid-19.

La mejor ilustración de la degradación de la relación franco-marroquí es la ausencia de embajador de Marruecos en París desde hace más de siete meses. El monarca ordenó el 19 de enero la salida de Mohamed Benchaâboun y desde entonces el puesto está vacante. Francia sí cuenta con un embajador acreditado en Rabat, Christophe Lecourtier, pero no le recibe ninguna autoridad marroquí.

Pese a este cúmulo de desavenencias, que la prensa de ambos países describe como una crisis, Mohamed VI ha vuelto a elegir París para prolongar sus vacaciones. Dos publicaciones afines a las autoridades de Rabat, la francesa 'Jeune Afrique' y la marroquí 'Barlamane', dieron el viernes por la noche la exclusiva de su viaje a Francia y, de paso, lo justificaron casi en los mismos términos.

Esa estancia real “plantea la posibilidad de un acercamiento entre Marruecos y Francia tras un periodo de frialdad entre ambos países achacable a las 'políticas cabezotas' del presidente Emmanuel Macron contra los intereses de Rabat”, señala el diario 'Barlamane'. Es, sin embargo, poco probable que una visita privada allane el camino de la reconciliación franco-marroquí.

Está por ver ahora cuanto tiempo permanecerá el monarca en Francia. Cuanto más se quede, más desasosiego causará entre sus ciudadanos e incluso entre sus más inmediatos colaboradores. Cuando está en el extranjero no despachan con él con la misma facilidad con la que lo hacen cuando permanece en Marruecos. Le rodean y le acaparan los tres hermanos Azaitar, expertos en artes marciales mixtas, con los que fraguó una gran amistad en abril de 2018, al mes de que la revista española “¡Hola!” anunció su divorcio de Lalla Salma.

Mohamed VI debería, en principio, regresar como tarde a Rabat a principios de octubre para la reapertura del Parlamento. Pronuncia entonces un discurso ante las dos cámaras. Pero su vuelta podría ser solo de unas horas, como sucedió el año pasado. Reapareció, por ejemplo, en Rabat para grabar el discurso de la Fiesta del Trono. Fue un viaje de ida y vuelta a París en el día.