Annie Leibovitz, la fotógrafa que está detrás de las escandalosas fotos de Zelenski en 'Vogue'
Ella ha sido la encargada de hacer este significativo reportaje que ha despertado tantas críticas como aplausos. Repasamos su trayectoria vital
Han sido varias las ocasiones en las que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha utilizado los medios de comunicación como un elemento de respuesta más a la invasión rusa. No obstante, nunca hasta la fecha se había armado tal revuelo mediático por el reportaje protagonizado por su mujer, Olena Zelenska, para la revista 'Vogue'. Una sesión fotográfica que es obra nada más y nada menos que de la estadounidense Annie Leibovitz.
La fotógrafa de las estrellas ha captado en su objetivo a la primera dama ucraniana junto a soldados, en zona de guerra y en el despacho presidencial al lado de su marido. La finalidad, según la publicación, no es otra que mostrar cómo está siendo la labor de Olena durante la guerra y compartir "sus sueños respecto al futuro de Ucrania". Sin embargo, esto no ha gustado a todo el mundo y, aunque algunos han aplaudido la decisión, son muchos los que han criticado el hecho de que haya dado una entrevista a una revista de moda en medio del conflicto o que, de alguna manera, haya "romantizado la guerra".
Una serie de imágenes artísticas cargadas de sobriedad, a la par que sentimiento, que recuerdan a otros trabajos que Annie Leibovitz ha hecho a lo largo de su trayectoria. Y que, incluso, la llevaron a convertirse en premio Príncipe de Asturias hace casi una década. En cambio, no todo el mundo sabe que, durante un tiempo, protagonizó una gran historia de amor junto a otra agraciada con el Príncipe de Asturias, la novelista Susan Sontag.
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Una gran historia de amor
La habitual de las fiestas de Almodóvar y de las celebrities más perseguidas siempre ha sido la antítesis de una intelectual como Sontag. La muestra de ello la da su fulgurante inicio a partir de una imagen, aquella que mostraba a John Lennon abrazado a Yoko Ono unos días antes de morir cosido a tiros. Así fue como empezó su periplo por los rostros de la gran pantalla y del espectáculo, a los que ha rodeado de colores pastel y mundos únicos en las fotografías en las que ha capturado su imagen.
Sontag, por el contrario, estaba bastante alejada de cualquier ‘sistema’, no solo del de las estrellas. Sus columnas en los medios de comunicación para los que escribía eran demoledoras y, en cierta ocasión, llegó a causar un gran escándalo cuando afirmó que los atentados del 11-S podrían tener algo que ver con la política exterior de su país. A pesar de sus diferencias, estos dos polos opuestos se encontraron en un punto intermedio que cimentó una relación conocida por la alta sociedad neoyorquina y mantenida en secreto por casi todas sus amistades.
Sontag dijo en una ocasión que había “amado a hombres y mujeres”, y Leibovitz declaró que Susan había sido una de las personas más influyentes de su vida. Fue lo más lejos que ambas llegaron no solo a la hora de declararse homosexuales, sino de reconocer que mantenían una relación que iba más allá de la amistad. Lo único que sabía el resto del mundo es que aquellos dos talentos vivían en el mismo edificio de Chelsea, pero en pisos diferentes. Justamente por eso, no faltaron los rumores y las especulaciones.
En 2001, por ejemplo, Leibovitz dio a luz a una niña por cesárea a los 52 años. Para celebrarlo, organizó una fiesta conjunta con Sontag. La falta de sorpresa ante la edad de la madre al parir, o ante la ausencia del padre natural del bebé, era, paradójicamente, toda una sorpresa. Ni uno solo de los invitados a aquella fiesta, pertenecientes a las clases altas de Manhattan, se hizo ninguna de las dos preguntas. Los que no asistieron sí se las hicieron y dieron paso a la rumorología. Algunos chascarrillos resultaban atroces. Se llegó a decir que Leibovitz había recibido esperma del mismísimo hijo de Sontag. Nunca se confirmó. Las dos mujeres parecían felices en su burbuja, una burbuja que se decía que incluía una fortuna que ascendía a los 30 millones de dólares.
Un silencio roto por el cáncer
Fue la enfermedad la que abrió un enorme agujero en la capa de ozono artística y amorosa que mantenían ambas. El cáncer que había perseguido a Sontag desde los 43 años de edad, cuando tuvo que serle extirpado un tumor en una mama, se materializó en forma de leucemia. Leibovitz retrató entonces con su cámara cada ingreso hospitalario, cada zarpazo de la enfermedad. El Príncipe de Asturias de las Letras que recibió en 2003 fue una especie de bálsamo para los sinsabores de la quimioterapia, la pérdida de pelo y la despiadada huella del cáncer.
Cuando la muerte tocó a las puertas de Susan Sontag, Leibovitz estuvo allí para ver cómo las abría sin remedio y también para retratar el final de su vida. “Las imágenes de Susan me ayudaron a superar su muerte”, aseguró la fotógrafa para justificar la exposición que mostró la agonía de la escritora en un blanco y negro que no disimulaba ni un ápice de su crudeza. El valor testimonial de las fotografías era evidente, como también que el espíritu austero de Sontag había predominado por encima del de Leibovitz en cada una de aquellas imágenes. Ni rastro de los colores pastel, el glamour o el resplandeciente brillo de la obra de la fotógrafa. En las imágenes solo tenía cabida el dolor más naturalista.
Se acababa el amor, caía el telón para estas dos Príncipes de Asturias que compartieron lo bueno y lo malo, la salud y la enfermedad, así como las visiones contrapuestas del arte y de la vida que, sin embargo, las condujeron a un mundo en común y las hicieron merecedoras de uno de nuestros galardones más prestigiosos.
Han sido varias las ocasiones en las que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha utilizado los medios de comunicación como un elemento de respuesta más a la invasión rusa. No obstante, nunca hasta la fecha se había armado tal revuelo mediático por el reportaje protagonizado por su mujer, Olena Zelenska, para la revista 'Vogue'. Una sesión fotográfica que es obra nada más y nada menos que de la estadounidense Annie Leibovitz.