Colorimetría, el truco coreano para saber qué colores te sientan mejor y realzan tus facciones

El porcentaje de surcoreanos que desconocen qué estación cromática son es tan pequeño que, prácticamente, es imposible que encuentres a alguien en el país que se equivoque a la hora de elegir los colores con los que vestir. Así lo explicaba Choi Ji-hye (en Instagram @in_the_pink_color), consultora coreana de colorimetría y experta en determinar la gama de colores que más favorecen a cada persona.

Si hablamos de España, al preguntarle a cualquier persona de qué estación es, lo más probable es que responda con la estación en la que nació. Sin embargo, la influencia de la colorimetría ha viajado desde Corea del Sur hasta Italia, donde contratar los servicios de un experto que determine cuáles son los colores que te favorecen se ha convertido en una práctica muy habitual. Fue justo así como descubrí eso de ser otoño, invierno, primavera o verano. “Ese no es tu tono de naranja, tú eres otoño, como yo”, me dijo una amiga que vive en Milán y a la que, por su cumpleaños, le regalaron un análisis de color. Mi amiga tenía razón, soy otoño, pero para descubrirlo, tuve que contar con el ojo clínico y los años de experiencia de Choi Ji-hye, en el taller Na-Da-um impartido en el Centro Cultural Coreano de Madrid.

Cuentas con varias opciones para descubrir qué estación eres, pero todas ellas se apoyan en los test de color, en la colorimetría personal. La opción más rápida, aunque su grado de precisión dependerá única y exclusivamente de ti, es comprar un test de color en papel. Al desdoblarlo encontrarás primero los dos colores que determinarán si tu base es fría o cálida y, a continuación, la gama de colores correspondiente a cada estación.

Al acercar los colores al rostro, observarás con cuales las facciones se ven realzadas y el rostro resplandece. El mismo proceso se puede realizar con pañuelos. Esta opción resulta mucho más sencilla, ya que basta con apoyar la tela sobre el escote para notar el efecto. Este es también el método que utilizan los consultores de colorimetría personal.

El proceso, paso a paso

La primera exigencia, antes de someterte a un proceso de colorimetría, es acudir con la cara lavada, el cabello recogido y ropa de colores neutros (blanco, negro o crudo). De este modo, ningún otro color interfiere. Y si te estás preguntando por qué no se puede llevar nada de maquillaje, ni siquiera base y corrector, la explicación está en que mientras el color de nuestra piel puede variar, de más oscuro a más claro según la estación en la que estemos, si nuestro tono es cálido o frío lo va a determinar el color de nuestras ojeras. De ahí que no se puedan cubrir ni ocultar. Lo que se valora aquí, apunta Choi Ji-hye, es el subtono de la piel, que es el que no va a cambiar por estímulos externos. El subtono no cambia porque nos bronceemos.

Por supuesto, si llevas los ojos maquillados o barra de labios, determinar el color también resultaría más complicado. Además del tono de las ojeras, las sombras que se formen en rostro, así como las arrugas, también son determinantes.

Por tanto, el primer paso es descubrir si somos fríos y cálidos. Aquí entran en acción dos colores: el rosa (de base azul) y el melocotón (de base amarilla). Al aproximar tanto un color como el otro a la piel, se debe prestar atención a con cuál el rostro parece como más despierto, con el que las facciones se vean realzadas y haya una mayor luminosidad. El color incorrecto apagará el rostro, hará que se vea más triste, pálido o enfermo. Para confirmar si se tiene un subtono cálido o frío, también entran en el juego el color oro y el color plata. El efecto que la luz que reflejan sobre la piel ejerce sobre el rostro es determinante y siempre saca de dudas.

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Otra forma de identificar si somos fríos o cálidos es a través de las venas del interior de la muñeca. Si las venas se ven de color verde, eres una persona cálida, mientras que si se ven azules, eres fría. Así de sencillo, igual que cuando probamos una base de maquillaje antes de comprarla. Más sencillo aún puede ser probarse un labial rosa y uno melocotón e identificar cuál te sienta mejor.

Los colores cálidos son aquellos con una base amarilla, como el rojo tomate o el amarillo yema huevo, mientras que los fríos son los que tienen base azul, como el rojo vino o el amarillo limón. Tras tener estos conceptos claros, toca el siguiente paso que es el de descubrir qué paleta de colores nos queda mejor. En las estaciones cálidas encontramos la primavera y el otoño, mientras que en las frías están el verano y el invierno. Como ves, no tiene nada que ver con la meteorología, sino que es una clasificación de colores según su tonalidad de base: fría o cálida.

Así llegamos a la teoría de las 4 estaciones:

• Primavera. Su base es cálida. Abarcan colores de tono claro, empolvados, pero también los colores del arcoíris.

• Verano. Su base es fría. Basta con que visualices los colores de la playa, de la arena al mar. Nos encontramos con colores pastel, fríos y claros. Son más bien tonos apagados, mezclados con color gris.

• Otoño. Su base es cálida. Imagina la clásica estampa del otoño con la caída de las hojas de los árboles. Son colores apagados, pero cálidos, oscuros y profundos. Hay que hacerse a la idea de que todo tiene un toque vintage, como pasado por un filtro sepia de Instagram. Mostazas, burdeos, musgos, azul Egeo... Con base gris.

• Invierno. Su base es fría. La mejor forma de identificar los colores de la gama de invierno es imaginar el frío, el hielo, los cielos oscuros. También hay lugar para los colores oscuros y profundos. Aquí entran los borgoñas o azules oscuros, pero, cuidado, también en esta clasificación están los colores del arcoíris, pero los más fríos. Los colores neones también entran dentro de la clasificación invierno.

Cómo aplicar la colorimetría

Para determinar la estación exacta a la que pertenecemos, tras saber si somos cálidos o fríos, hay que tomar los colores de las estaciones pertinentes. En mi caso, mi base era cálida, así que los colores que me probaron fueron los de la primavera y el otoño. De nuevo, toca fijarse en el color de las ojeras y el efecto que cada gama de colores tiene sobre ellas. Si se ven intensificadas y el rostro sigue ‘triste’, los colores de la otra estación ejercerán un efecto iluminador. También se puede prestar atención al efecto sobre los labios. Si están sublimados y no apagados, esa será nuestra estación.

Pero que los colores de la estación a la que pertenezcas te gusten es otra cosa. “¿Sueles vestir de estos colores?”, me preguntó Choi Ji-hye cuando señaló, inequívocamente, que yo era otoño. Mi respuesta fue que no. Los colores por los que me decanto suelen ser justamente los opuestos, los del verano, justo los que la experta me desaconsejó: "Pues tu vida vuelve a comenzar hoy porque ya no los usarás". Pero, como explicaba Choi Ji-hye, eso no significa que no pueda utilizar todos los colores, el truco está en mantenerlos lo más alejados posible del rostro.

Por ejemplo, los colores cálidos se verán mejor con joyas doradas, mientras que los fríos con la plata; en el caso de las personas que sean verano, las perlas son una excelente opción. Aplicado al maquillaje, probablemente es más sencillo de comprender. Puede que si resultas ser una persona de primavera, te encante vestir de rojo, pero cuando te pintas los labios, por más que lo intentes, siempre termines llevando un labial rosa. La colorimetría está haciendo su magia entonces.

La finalidad del estudio es encontrar la armonía natural, a través de los colores que resalten las facciones y utilizarlos para resaltar la belleza natural. “La colorimetría buscar la armonía natural, potenciar los rasgos de nuestro rostro, el color que mejor se adapta a la piel de cada uno”, concluye Choi Ji-hye.