Los bodis reductores y fajas se apoderan de Instagram: psicólogos, dermatólogos y médicos estéticos responden ante el fenómeno
Si eres mujer y pasas tiempo en Instagram, te habrá saltado algún vídeo en el que una influencer se enfunda un diminuto body con el que su anatomía se reduce varias tallas. La presión corporal, en todo su esplendor, se apodera de las redes otra vez.
“Estos vaqueros ya no me cerraban y al ponerme este body reductor, de repente me sobra una talla”. Puede que la cita no sea exacta, pero ese es el claim de los miles de vídeos que inundan Instagram.
Influencers de todas las tallas se colocan el mismo body que parece diminuto en sus manos pero, cuando en la siguiente toma aparecen con él puesto, no solo resulta que les vale, sino que ha comprimido sus carnes de tal modo que ha reducido considerablemente su figura.
Si perteneces a la generación Z, eso de que una misma prenda le valga a todas las mujeres como por arte de magia te sonará a película (‘Uno para todas’, 2005) y puede que hasta te despierte la curiosidad.
Pero, mientras en la película que hizo saltar a la fama a Blake Lively la idea era la de que una prenda unía a 4 amigas, el sinfín de vídeos con estas prendas reductoras termina por estimular otros instintos y puede que algunos sentimientos negativos.
“La exposición constante a mensajes que están dirigidos a modificar el cuerpo, como es lógico, afecta de manera considerable a las personas que poseen un TCA (trastorno de la conducta alimentaria), pero también, a toda aquella persona con problemas de imagen corporal”, señala Laura Jorge, dietista-nutricionista y directora del centro de nutrición y psicología Laura Jorge.
“El mensaje es ‘no puedes tener volumen’, ‘debes ocupar cuanto menos mejor’, ‘no puedes tener tripa, corrígelo’, por lo tanto, esto puede ocasionar estar en constante insatisfacción corporal, o con el deseo de querer ‘corregir algo que es normal’", explica.
El riesgo, como desarrolla la nutricionista, no está en ver modificada la imagen de forma temporal, sino en ver nuestro cuerpo real como un error y acostumbrarnos a verlo remodelado por este tipo de prendas de reductoras. El efecto al no llevarlas es el de rechazo a nuestra anatomía, “la faja puede convertirse en un producto que genere ‘una falsa seguridad’ al usuario, generando la necesidad de su uso con mayor frecuencia para conseguir una determinada imagen, ‘un cuerpo más delgado’".
Prendas como las fajas tradicionales que comprimen el bajo vientre, las nalgas o los muslos han visto cómo la oferta de moldeadores se extiende también al tronco con los bodis reductores. Lo más probable es que te haya saltado alguna campaña de publicidad de HeyShape, cuyo eslogan, curiosamente, es “Ama tu forma”, pero igual que la firma estadounidense existen otras tantas en Europa e incluso en España.
En plena era de la aceptación corporal, el éxito de este tipo de prendas reductoras, que actúa como un ‘filtro’ para la figura parece contraproducente, pero la multiplicación casi masiva de estas publicaciones en redes sociales, sobre todo Instagram, es digno de estudio. Por supuesto, también hace inevitable que nos vengan a la mente preguntas como si la presión del body reductor o de la faja tradicional tienen solo un efecto visual o si a la larga modifican el cuerpo o hasta qué punto puede ser realmente inocuo llevarlas con cierta frecuencia.
¿Cuál es el verdadero funcionamiento de una prenda reductora?
O has tenido, o tienes, o alguien a tu alrededor la ha llevado. En el siglo XVIII eran los corsés, pero bien sea la “braga-faja que esconde el vientre. ¡Muy utilizada entre las abuelas!”, que decía Bridget Jones o el body constrictor que hasta las influencers xxs llevan en 2024, su funcionamiento es el mismo.
“Su efecto principal es oprimir y contraer los tejidos para crear una apariencia más estilizada de manera temporal, ya que al ejercer la presión sobre el cuerpo da la sensación de una silueta más definida y contorneada; sin embargo, no elimina grasa ni provoca un cambio permanente en la figura”, determina María Angustias Palomar Gallego, Catedrática de Anatomía y Embriología Humana y Directora de Máster de Medicina Estética.
Además del efecto compresor, como señala la dermatóloga Keila Mitsunaga, “algunas prendas están diseñadas para proporcionar soporte adicional a áreas específicas del cuerpo, como el abdomen o los glúteos, lo que ayuda a contornear esas áreas”, de ahí que haya fajas con efecto push up en los glúteos o bodis que realzan el busto.
Una diferenciación importante es que no son lo mismo las fajas tipo prenda, a las que recurrimos a la hora de vestir, que las fajas o mallas de compresión específicas para el posquirúrgico utilizadas en la medicina estética. “El objetivo de la faja, en el caso de nuestro tratamiento Lipo Láserfit Medical es, una vez se ha licuado la grasa localizada en el procedimiento, utilizarla para moldear la figura y ayudar a eliminar la grasa que previamente hemos tratado. En nuestro caso, la faja se utiliza durante un mes, por lo que solamente se utiliza para este tipo de procedimientos, durante poca duración”, declara la doctora Jennifer Rodríguez, de 360Clinics.
En ese caso, las fajas ayudan al proceso de recuperación del tejido, reduciendo la hinchazón y controlando el edema que pueda surgir al comprimir la zona que ha sido intervenida, funcionando así como un soporte de la piel y los tejidos.
La doctora María Angustias Palomar Gallego recuerda que, aunque es poco probable que los cambios temporales en la forma se mantenga, ya que el cuerpo tiende a tener su forma original, existen defensores que afirman que su uso continuado puede ayudar a moldear gradualmente el cuerpo, "sin embargo, la evidencia científica que avale esta teoría es muy escasa. Mi recomendación, si se llega a usar, es hacerlo con moderación y complementar con hábitos saludables como una dieta equilibrada y ejercicio regular".
¿Qué pasa con la celulitis?
Además del componente genético, el deporte o la alimentación, una de las causas habituales de la aparición o el empeoramiento de la celulitis es el uso de prendas muy ajustadas. ¿Cabe, por tanto, la posibilidad de que llevando fajas estemos justamente empeorando el estado de nuestra piel?
Al parecer, y como apunta la Catedrática de Anatomía, este es un tema de debate en el sector, “al afectar a la circulación sanguínea y al drenaje linfático empeora la celulitis existente”. Como la doctora señala, la celulitis es la acumulación de grasa, agua y toxinas en el tejido subcutáneo y al complicar la circulación, su estado empeora, además, de que el uso continuado de este tipo de prendas tampoco contribuye a la reducción o eliminación de la grasa.
Curiosamente, acompañar el uso continuado de una faja con otros procedimientos como la dieta cetogénica, la radiofrecuencia, los masajes linfáticos o el deporte, “serviría de apoyo para acelerar el proceso de pérdida de tallas y moldeamiento de la figura” como apunta la doctora Rodríguez.
“Si bien es cierto que usar ropa ajustada y constante, además de otros factores, contribuyen a la presencia de celulitis, la piel flácida no contenida también da aspecto de celulitis, por lo que el empleo de fajas de compresión media y de material tipo Spandex (como la ropa deportiva) moldea y alisa la piel, lo que siempre acompañado de tratamientos anticelulíticos, ejercicios y dieta tendrá mejores resultados”.
Efectos secundarios de las prendas moldeadoras
Una de las sensaciones más extendidas al quitarse una faja, un body o cualquier prenda reductora (incluidos los sujetadores) al llegar a casa es el de liberación. Además del alivio, la doctora María Angustias Palomar indica que al retirar la prenda, se restablece el flujo sanguíneo y linfático “lo que puede provocar sensación de calor en la zona e incluso una ligera inflamación”. Si se ha usado la prenda durante mucho tiempo, otro posible efecto es la sensación de entumecimiento de la piel y tejidos que hayan estado oprimidos.
A pesar de que los efectos de las fajas se limitan al tiempo que se llevan, si su uso prolongado o excesivo, sí pueden aparecer algunas contraindicaciones o, más bien, efectos secundarios negativos, como explica la dermatóloga Keila Mitsunaga. Su recomendación, para tratar la grasa acumulada, la celulitis o la flacidez, combinar tratamientos de medicina estética con masajes o drenajes linfáticos, siendo especialmente eficaces la radiofrecuencia o los ultrasonidos microfocalizado de última generación, como el HIFU Liftera.
Y recuerda, “es importante utilizar las prendas con moderación y complementarlas con tratamientos eficaces y hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada y ejercicio regular, que son pilares fundamentales para obtener resultados duraderos y mantener la salud de la piel y los músculos”. Otra apreciación a tener en cuenta es el posible daño dermatológico, aquí todo dependerá del nivel de presión que se ejerza. Si la compresión es ligera, no dañará la piel ni los tejidos profundos, pero si se trata de una alta compresión sí, como apunta la doctora Mitsunaga.
También es un condicionante a tener en cuenta, el material del que estén hechas estas prendas. "A día de hoy se ve, por el aumento del uso de las fajas, factores como el uso constante, utilizando un tipo de material inadecuado e ignorando las señales de alarma del cuerpo, que puede sufrir estas consecuencias. A nivel de piel puede presentar una piel seca y sin vida o dermatitis de contacto, si no se elige un material adecuado", apunta la doctora Jennifer Rodríguez, de 360Clinics.
La experta también señala algunos de los efectos secundarios asociados a los antiguos corsés que podían interferir en la digestión y provocar reflujo e hiperventilación por la disminución de la entrada de aire, además de que su uso prolongado podía causar atrofia muscular severa y desviación de la columna.
La doctora Palomar también previene del uso excesivo de este tipo de prendas, “desde el punto de vista médico es recomendable en los casos indicados y atendiendo a la prescripción del facultativo. No estoy de acuerdo en el uso prolongado que se está difundiendo en redes sociales”.
Los efectos secundarios de los bodis modeladores
En el caso de los bodis, al igual que su zona de acción difiera de la de las fajas, sus repercusiones también son diferentes. La Catedrática de Anatomía enumera efectos semejantes a los de los corsés, desde dolores, o molestias en la piel hasta la sensación de falta de aire:
- Restricción de la respiración, “la compresión excesiva puede dificultar la respiración normal y reducir la capacidad pulmonar”, lo que puede llegar a provocar problemas respiratorios”.
- Impacto en la digestión, “provocando reflujo gastroesofágico con sus posibles consecuencias, estreñimiento, como consecuencia de falta de tono en los músculos abdominales y trastornos en la digestión”.
- Interferencia en la circulación sanguínea, “por obstaculizar la circulación por compresión, provocando hinchazón, entumecimiento y sensación de hormigueo en las extremidades”:.
- Debilidad muscular en la musculatura de la espalda y abdomen, lo que podría provocar lesiones músculo-esqueléticas a largo plazo.
- Riesgo de lesiones cutáneas, como irritación, erupciones, etc.
Los efectos que no se ven
A falta de resultados tangibles como el incremento exacto del número de ventas de este tipo de productos, esperamos que el veredicto de médicos estéticos, dermatólgos, expertos en anatomía y nutricionistas haya arrojado algo de luz sobre el difícil tema de, una vez más, la diversidad corporal.
Una certera reflexión era la de la dietista-nutricionista Laura Jorge, "si a esto, se le suma algún comentario del tipo 'qué bien te veo hoy', la dependencia a la faja puede estar asegurada. Aumentando la inseguridad de la persona a exponer su cuerpo de forma natural, o bien, a creer, que bajar peso o reducir el volumen de su cuerpo es un objetivo necesario para conseguir deseabilidad social".
“Estos vaqueros ya no me cerraban y al ponerme este body reductor, de repente me sobra una talla”. Puede que la cita no sea exacta, pero ese es el claim de los miles de vídeos que inundan Instagram.