Edgardo Osorio, el zapatero de la élite: "Adoro la energía de Naty Abascal y me hubiera gustado calzar a Wallis Simpson"
Con tan solo 36 años, sus tiendas ya comparten calle con las grandes firmas del lujo, pero ¿qué se esconde tras el director creativo de la firma que enamora a las famosas?
La firma Aquazzura es un reflejo absoluto de su diseñador, Edgardo Osorio. Nos encontramos con él en la recepción del hotel Four Seasons de Madrid. Frente a nosotros, un tipo impecable: estatura media, peinado impoluto, recién afeitado, blazer marino, camisa oxford azul cielo, pantalones beis a medida abrochados en el lateral y unos botines de ante que parecen tallados en sus pies. En un español perfecto matizado por un suave acento colombiano nos invita, infusión de jengibre mediante, a conocer de primera mano al maestro zapatero que ha creado esos complementos en los que bailar horas y horas sin lamentarlo. Algo que hasta que él llegó no era posible. Forjado entre Miami, Bogotá y Londres, nos ha regalado una mañana en Madrid en uno de los momentos más especiales de su carrera, su décimo aniversario. Así es el hombre que ha inventado el chic confortable de Aquazzura.
Llevas tan solo una década y has encumbrado tu marca al nivel de profesionales como Blahnik o Louboutin, algo que ellos han trabajado toda una vida, ¿cómo lo has hecho?
Son personas que admiro mucho, que han hecho carreras y han forjado historias increíbles. Yo quise seguir esos pasos porque vi que no había nadie de mi generación. Y además estoy orgulloso de haber conseguido vender a la chica de 15 años y hasta a la señora de 70 y 80. Vienen la mamá, la hija y la abuela a comprar y pueden salir todas con calzado; es algo increíble, sobre todo cuando es un producto como un zapato. Creo que la clave es que diseño pensando en las mujeres. Ideé mi marca porque pensaba en la comodidad y el tiempo que pasa una mujer que se sube a unos tacones en una fiesta.
En las redes sé que se ven constantemente nuestros tacones altos, pero somos mucho más que eso. Desde unas botas para todos los días, zapatillas, bailarinas, zapatillas clásicas enlazadas... Siempre ha sido un proceso pensado a la vida de mi clienta. Empecé porque un verano me invitaron como a 14 bodas y a mí me encanta bailar, ahí se sale el lado colombiano, y me sorprendió muchísimo cómo se quejaban las mujeres de los zapatos. Pensé: después de bailar dos o tres horas es lo normal, porque no llevas unos ‘tenis’, pero si tú llegas a una fiesta después de media hora y el zapato te duele es que hay algo que no funciona. Ahí detecté, como dicen los americanos, un 'white space'. En ese momento nadie hablaba de zapatos sexy y cómodos. Nadie hablaba de zapatos fashion con altura y confortables. Hablamos de un tiempo en el que las zapatillas no estaban de moda. Además, ir cómoda y alta era apostar por el tacón de la abuela. Hablé con muchas mujeres y por esa razón creamos modelos como Christy -unas bailarinas que tenían un lazo a modo de alpargata que se ataban en el tobillo- respondiendo a lo que yo veía y me daba cuenta de que necesitaba el mercado en ese momento.
Te adelantaste al cambio de paradigma de apuesta por el zapato cómodo que ha llegado después del covid. ¿Lo has notado en las ventas?
Sí, pero lo interesante del cambio del mismo tiempo fue que tiene dos aristas. El que usan el día a día es mucho más 'casual'. Pero la otra cara de la moneda es que la gente se empezó a vestir más. Y después de dos años donde no salimos, no festejamos, no gozamos la vida, nos dimos cuenta de lo importante que es disfrutar, de pasar un buen momento con las personas que amas, de sentirse bien, de verse bien, de que no querer estar siempre con la sudadera puesta.
¿De dónde viene tu pasión por el calzado? O fueron esas 14 bodas…
Yo empecé a trabajar cuando era muy ‘chico’ y me di cuenta de que quería hacer algo creativo desde que tenía diez años, pintaba muchísimo, me gustaba la decoración y el arte. Me fui acercando a la moda y a los 14 años hice un curso en Central Saint Martins. Cuando terminé mis profesores veían lo que estaba haciendo y me dijeron: “Enfócate en los accesorios, que mira lo bien que te salen”. Y cuando llegué a Colombia, en ese momento empecé a hacer pasantías como a los 15 en marcas de moda y de ahí, a los 19, a Italia a Ferragamo, René Caovilla… Me enfoqué en eso porque me parecieron siempre mucho más interesantes los accesorios, mucho más modernos.
¿Recuerdas el primer zapato que dibujaste?
Hace como cuatro años, mi mamá, que vive en Italia pero fue a Colombia, estaba sacando álbumes de fotos y tú sabes como en los álbumes sale mi ‘first drawing’, mi primer dibujo, y era un zapato. Era casi un jeroglífico, pero parecía la silueta de uno de mis zapatos de ahora.
¿Qué tienen de especial los zapatos que nos enamoran?
En cierto sentido, son los complementos más democráticos, porque normalmente el accesorio es la primera puerta al lujo, además del perfume. Es tu primera inversión de lujo, pasa como con un bolso. Tú te puedes vestir de Zara o de H&M o de lo que sea, y si tienes buenos accesorios, puedes ir muy bien vestida y sobre todo cuando hablamos de calzado. La gran diferencia se nota cuando un zapato está bien hecho. Está bien pensado, porque un zapato no es solo su estética.
¿Hablas del gran misterio de la horma?
Ahí está la diferencia entre un zapato y otro. Si uno hace ‘fast fashion’ es imposible hacer calidad y confort con altura. Cuando me mudé a Italia tuve la fortuna de conocer a mucha gente, muchos técnicos en mi proceso, y tuve la oportunidad de conocer, entre esas personas, a un técnico fantástico que llevaba 50 años trabajando en las hormas, estudiaba la ergonomía del pie. Llevaba toda su vida perfeccionando esas hormas, un hombre que estaba apasionado y centrado en ello. Justo en ese momento estaba buscando empezar mi marca y nos encontramos. Me lo presentaron en una fábrica con la que yo estaba empezando a trabajar y me desarrolló todas mis hormas. Todo partió de estas y de la construcción. Solo en diseñarlas tardamos juntos un año. Y eso que él llevaba cinco décadas desarrollando; de ahí la comodidad del calzado de Aquazzura.
¿Y ese nivel de precisión lo aplicas en todo?
Soy un esteta. Para mí es un proceso natural porque, al final, el zapato no deja de ser un objeto de lujo de culto que incluso adorna la casa.
¿De ahí que hayas dado un salto a la decoración?
Decidí lanzar una línea de casa antes porque quería, porque me apasiona la idea de la mesa. Soy más apasionado por la decoración que por la moda en general. Leo más información de interiorismo y diseño que de desfiles. No hay cosa que me inspire más que pasear por el Mercado de las Pulgas. El arte me encanta. Invitar a alguien a tu casa, a alguien a comer, hacer una cena u organizar algo es un acto de amor muy grande porque estás dando lo mejor de ti. Esas personas que vas a invitar, estás pensando en cómo hacerlas sentir bien, qué comida les vas a dar, qué música van a escuchar, cómo sentar, cómo voy a poner esta mesa. Los restaurantes son fantásticos y me encantan, pero es tan maravilloso invitar a alguien a tu casa, porque las conversaciones que puedes tener, la intimidad que se genera es completamente diferente. Es un regalo y eso para mí me parece increíble. Lo volvimos a descubrir estos últimos años y espero que es algo que no se pierda, porque es algo muy bonito como seres humanos compartir lo más íntimo.
¿Este universo que estás creando no ha despertado el deseo de alguna de las grandes corporaciones de moda?
Sí, he tenido ofertas, pero todavía no estoy preparado, me gusta toda la idea que estoy transmitiendo. Me gusta mi independencia. Yo hago las cosas por pasión y porque me gusta, afortunadamente somos una compañía independiente. Hago las cosas como me gustan y por ahora voy a seguir así.
Pero no te cierras a colaboraciones, hemos visto que lo has hecho con grandes amigas tuyas como Claudia Schiffer o Poppy Delenvigne. ¿Sueñas con alguna?
Bueno, hay tantas cosas que podrían ser interesantes de hacer. Me gustaría con una marca muy histórica, Chanel, por ejemplo, me encantaría. Sería divertido hacer algo para Chanel porque es algo tan icónico y tan histórico, pero al mismo tiempo sería interesante interpretarla a mi manera. Con un ojo más sensual.
Si hubieras tenido que dar alegría a una musa del pasado, ¿a quién te hubiera gustado calzar?
Bueno, yo siempre he encontrado maravillosa a Wallis Simpson. Tenía un gusto increíble. También María Félix, siempre me han encantado las mujeres excéntricas, las personas con personalidad. Que no tienen miedo de lo que va a pensar la gente.
Veo que tu cabeza no para, ahora acabas de abrir tienda en Madrid…
El mercado español nos ha apoyado muchísimo desde el inicio, en general la mujer española. Y también la mujer latina que vive en España ha sido siempre una mujer Aquazzura. Siempre ha sido un mercado fuerte y con clientes que compraban en el exterior o que compraban online, pero no habíamos encontrado todavía el lugar adecuado para abrir y no nos había dado tiempo. Teníamos otras tiendas en otros mercados. Y lo interesante es que, con el ‘retail’, las cosas salen cuando tienen que salir. Lo maravilloso ha sido abrir en la Galería Canalejas y también en El Corte Inglés, en Serrano, que es tan grande como la tienda de Canalejas, que es increíble como esta ciudad.
Sabemos que tienes buenas amigas aquí como Nay Abascal o Carolina Herrera, ¿pero conoces bien la ciudad?
Adoro la energía de Naty, ojalá yo la tenga a su edad. Cuando vengo la veo y adoro ir al Prado. Los colores en los cuadros de Velázquez, de Torres o de Goya me enriquecen. Hablando de arte más contemporáneo o más moderno, en el Thyssen siempre tienen una parte de la colección increíble, me gusta visitarlo, me divierte muchísimo. Esta ciudad tiene una vida de restaurantes y una movida genial, y uno nunca sabe dónde va a terminar la noche. Yo pienso que es de las ciudades más divertidas de Europa.
¿Cuando sales se te va la mirada a los zapatos de las mujeres buscando los tuyos?
Entro a un restaurante o estoy caminando y veo a una mujer en la calle con un par de zapatos maravillosa y veo que está feliz, y no hay nada que me dé más felicidad. Eso es mi parte latina. Quiero dar alegría. Con mi trabajo doy alegría a las personas o genero una sonrisa. Es para dar un momento fantástico. Cuando te compras un zapato como el mío, lo vas a llevar a una cena, a un evento, a una cosa importante, a un matrimonio, a una fiesta, a algo que te va a recordar, o lo puedes llevar todos los días; es magnífico. Dar alegría es mi trabajo.
La firma Aquazzura es un reflejo absoluto de su diseñador, Edgardo Osorio. Nos encontramos con él en la recepción del hotel Four Seasons de Madrid. Frente a nosotros, un tipo impecable: estatura media, peinado impoluto, recién afeitado, blazer marino, camisa oxford azul cielo, pantalones beis a medida abrochados en el lateral y unos botines de ante que parecen tallados en sus pies. En un español perfecto matizado por un suave acento colombiano nos invita, infusión de jengibre mediante, a conocer de primera mano al maestro zapatero que ha creado esos complementos en los que bailar horas y horas sin lamentarlo. Algo que hasta que él llegó no era posible. Forjado entre Miami, Bogotá y Londres, nos ha regalado una mañana en Madrid en uno de los momentos más especiales de su carrera, su décimo aniversario. Así es el hombre que ha inventado el chic confortable de Aquazzura.