Hamburgo: conquistamos la ciudad más traviesa, portuaria e inquietante de Alemania
Aunque Berlín es la capital más animada del país de Beethoven, no hay que perder de vista a Hamburgo, una urbe divertida y con un impresionante patrimonio arquitectónico
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Hamburgo fue una puerta al mundo durante siglos, ya que su puerto —en la actualidad el segundo más importante de Europa tras el de Róterdam— ha sido durante siglos un punto de entrada y salida estratégico no solo de mercancías, sino de todo tipo de personas atadas a sus raíces y costumbres. Así, no es de extrañar que Hamburgo sea hoy una de las ciudades más cosmopolitas de Alemania porque el trasiego de sus dársenas situadas a ambas orillas del río Elba han enriquecido el carácter de sus ciudadanos. Así, los hamburgueses son la mar de hospitalarios y Hamburgo, una animada ciudad que puede con todo tipo de frío.
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Por este motivo, el puerto fluvial de Hamburgo y sus alrededores, la llamada zona de Hafen City, es una de las primeras visitas que el viajero debe realizar para hacerse con la mejor visión global de la urbe. Hamburgo fue uno de los pilares de la Liga Hanseática, la federación comercial que dominó el norte de Europa durante siglos. En este sentido, en Hafen City se encuentra una de las más emblemáticas salas de conciertos de Alemania, la Filarmónica de Elba, que cuenta con una fachada impresionante y una acústica vanguardista.
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El Speicherstadt de Hamburgo, un laberinto de ladrillo rojo
Muy cerca está el Speicherstadt, el antiguo distrito de almacenes de ladrillo rojo del siglo XIX, declarado Patrimonio de la Unesco, en parte por su curioso sistema de construcción sobre pilotes de madera de roble, que fue un gran avance para la época. El Speicherstadt está repleto de canales y puentes —cabe recordar que Hamburgo es la ciudad del mundo con más puentes, unos 2.500— que permitían la entrada a los barcos para que descargaran sus mercancías directamente en los almacenes mediante ingeniosos sistemas de poleas.
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En la actualidad, las embarcaciones, por su tamaño, ya no atracan en el Speicherstadt. Todos esos edificios se han reconvertido hoy en oficinas y en espacios culturales que acogen varias instituciones, como el Museo Marítimo Internacional, el Aduanero, el del Café, el de las Especias o el Miniatur-Wunderland, una exposición que recrea el mundo a través de maquetas hiperrealistas y que se ha convertido en uno de los museos más visitados de Alemania.
Junto al Speicherstadt está otro de los barrios más emblemáticos de Hamburgo, también declarado Patrimonio de la Unesco. Se trata del Kontorhaus, cuyo paisaje urbano está repleto de grandes edificios de oficinas de arquitectura expresionista alemana de principios del siglo XX. A tal efecto, una de las construcciones más emblemáticas es, sin duda, el Chilehaus, diseñado por el arquitecto alemán Fritz Höger como un encargo del empresario Henry Sloman, que amasó su fortuna comerciando salitre proveniente de Chile. Este edificio llama mucho la atención por sus fachadas que acaban en ángulos muy agudos y por su piso superior con forma de proa de barco.
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Tan tentador o más puede ser el Chocoversum Hamburgo, un museo de chocolate interactivo situado también en el barrio de Kontorhaus donde, galleta en mano, se prueban diferentes variedades de chocolate que revolucionan las endorfinas de cualquier ser humano.
Sankt Pauli, el barrio más travieso y carnal de Hamburgo
Con la oxitocina disparada por el cacao, puede que este sea el mejor momento para adentrarse en Sankt Pauli, el barrio rojo de Hamburgo, cuyos neones iluminan la noche más retozona de Alemania. Más allá de los sex shops y los clubes con barras americanas, Sankt Pauli es un barrio con muchas propuestas culturales, ya que a lo largo de la Reeperbahn hay muchos teatros, cines y locales de música en directo. Como curiosidad, Sankt Pauli fue el lugar donde los Beatles se dieron a conocer y, por este motivo, hay una plaza dedicada al cuarteto de Liverpool, la Beatles Platz.
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Carnal y pecaminosa. Estos dos adjetivos definen a la perfección la Herbertstrasse, lo más rojo del barrio rojo, una calle repleta de prostíbulos con mujeres que se muestran con poca ropa tras las ventanas iluminadas en tonos escarlata. Acceso exclusivo para hombres mayores de 18 años. Cabe destacar que todas ellas están aseguradas, al igual que en Ámsterdam.
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Después de una noche de fiesta el sábado por la noche por los locales de Sant Pauli, muchos acaban de madrugada en el Fischmarkt, el mercado de pescado de Hamburgo, para comer el típico bocadillo de arenque o salmón con un café. El también llamado Mercado de Altona, que tiene lugar a la orilla del río Elba y se remonta a 1703, es un lugar perfecto también para aquellos madrugadores que quieren conocer el animado ambiente portuario y pesquero de esta ciudad-estado.
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Y no debemos irnos de Hamburgo sin visitar su casco antiguo, con bellos edificios y residencias del siglo XVII y su Rathaus Platz. Muy cerca se alza la iglesia de San Nicolás, que tuvo el honor de ser el edificio más alto del mundo hasta el año 1876 y desde la que se tienen una de las mejores panorámicas de la ciudad. Porque un poco de arquitectura siempre viene bien para poner el punto y final a un destino tan inquietante y sugerente como Hamburgo.
Hamburgo fue una puerta al mundo durante siglos, ya que su puerto —en la actualidad el segundo más importante de Europa tras el de Róterdam— ha sido durante siglos un punto de entrada y salida estratégico no solo de mercancías, sino de todo tipo de personas atadas a sus raíces y costumbres. Así, no es de extrañar que Hamburgo sea hoy una de las ciudades más cosmopolitas de Alemania porque el trasiego de sus dársenas situadas a ambas orillas del río Elba han enriquecido el carácter de sus ciudadanos. Así, los hamburgueses son la mar de hospitalarios y Hamburgo, una animada ciudad que puede con todo tipo de frío.