Diada: Rafael Medina, la vida de un aristócrata (españolista) en Barcelona

Cada mañana, cuando Rafa Medina sale de casa y cruza la Ronda de Dalt para ir al trabajo, ve esteladas colgadas de los balcones y lazos amarillos adornando farolas. El duque de Feria vive en Barcelona desde hace algunos años y pese a las tendencias políticas independentistas que dominan el discurso público en los últimos años, él se ha declarado defensor de la unidad de España. Por eso, este día 11, la Diada de Catalunya, su nombre vuelve al punto de mira.

El aristócrata no se ha cortado nunca en expresar sus ideas, alto y claro. Cuando ha querido, ha lucido la bandera de España en su muñeca, algo que pocos hacen en Cataluña. Pero Rafael de Medina Abascal es distinto. Duque de Feria, hijo de Naty Abascal, musa de de los mejores diseñadores internacionales, alto directivo en Inditex y españolista en terreno contrario. Ah, y madridista. Medina celebra las victorias del Real Madrid en casa con banderas también (como la última Champions).

Los amigos españolistas

En la Diada del 8 de octubre de 2017, se atrevió a salir a la calle con algunos amigos llegados de fuera de Barcelona, como Alonso Aznar, hijo del expresidente del Gobierno.

Consciente de la situación política, el duque y su mujer, Laura Vecino, viven con sus mellizos (y sus dos perritas, Wilma y Rumba) en una de las zonas menos ‘indepes’ de Barcelona: el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, donde los secesionistas no suelen obtener grandes mayorías. En las últimas elecciones, Ciudadanos ganó en el barrio de Sant Gervasi. Allí viven ellos, discretos hasta el límite, en una urbanización por encima de las rondas que circundan la ciudad, un lugar bastante aislado.

Se trata de Torre Vilana, uno de los complejos residenciales más desconocidos y lujosos de Barcelona, donde comparten zonas comunes con personajes como Carlo Constanzia (ex de Mar Flores) y Josep Lluis Núñez Navarro (hijo del expresidente del Barça).

Desde 2014, Medina trabaja en la sección Men’s Tailoring (sastrería a medida) de Massimo Dutti, tal y como él mismo indica en las redes sociales, a las que es asiduo y en las que cuenta su vida. Allí, en la sede que la compañía tiene en Tordera, sus compañeros destacan a Vanitatis que se sorprendieron al principio por “lo normal que es”. Trata con todos, comparte comedor y bandeja, y entrena en las cercanías.

En la empresa hay un gimnasio que Medina suele pisar con regularidad. Porque es un gran aficionado al deporte, en especial a la bicicleta. Pertenece a varios clubes ciclistas y sale a darle caña cada fin de semana. Lo hace a veces con su amigo y vecino Josef Ajram, uno de los íntimos que el duque tiene en Barcelona. Agente de bolsa y deportista, Ajram es otro de los detractores de la independencia catalana.

Medina se mezcla poco con lo que sería la alta sociedad barcelonesa. En un momento político en el que decantarse por el lado menos popular de la balanza -mostrarse españolista en público no es habitual en Barcelona y mucho menos en Cataluña-, los Medina Vecino hacen su vida sin grandes gestos.

Rutina vip, pero 'low profile'

Sus hijos acuden a un colegio internacional cerca de su casa, donde ofrecen una educación religiosa y británica. Allí, comparten aula con los hijos de algunas familias pudientes de la capital catalana: es la escuela en la que estudió la hija de Custo Dalmau. El diseñador es además vecino de urbanización de la pareja.

Suelen acudir al Club Bonasport, donde él disfruta jugando a tenis y los niños en la piscina. Se trata de un club deportivo y social en el que hay socios de la high de toda la vida, con nombres como Güell y Milá. Un lugar en la zona alta de la ciudad, también cerca de su casa. Se mueven poco y reducen su círculo a su barrio. Se les ha visto en algún local para fiestas infantiles, como el célebre Magic Mirror, un local en Pedralbes donde los niños aprenden inglés mientras realizan actividades extraescolares.

A la pareja le gusta esquiar, y aunque prefieren alejarse del ruido y bajar pistas en Suiza, a veces se van a la más cercana Baqueira, donde suelen pasar también desapercibidos. Como en la Costa Brava, donde navegan a veces. Nada como dejar de hacer ruido para que el resto no te oiga.