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Ray Zapata: la historia de sacrificios de un padre coraje con plata olímpica
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Ray Zapata: la historia de sacrificios de un padre coraje con plata olímpica

El dominicano nacionalizado español vio en los JJOO recompensada una vida de esfuerzos en la que llegó a salvar a su madre de un desahucio gracias a la gimnasia

Foto: Ray Zapata, con la plata olímpica. (Instagram @rayderleyzapata)
Ray Zapata, con la plata olímpica. (Instagram @rayderleyzapata)

Cuando por fin los jueces emitieron su veredicto se confirmaba el triunfo de la gimnasia española, que volvía en Tokio a un podio olímpico trece años después. Lo hacía con la plata que se colgaba al cuello Ray Zapata, sustituyendo en tan alto honor a Gervasio Deferr, el que ha sido su ídolo y su gran valedor desde que el legendario deportista vislumbrara un potencial que ahora ya es una realidad aunque antes fuera solo una quimera.

Porque Rayderley Miguel Zapata Santana, más conocido como Ray Zapata o incluso como ese 'negrito saltador' con el que en forma de hashtags suele firmar sus posts en Instagram, ha debido hacer frente a grandes desafíos e incluso a la lógica que dictaba que era demasiado mayor para practicar un deporte cuya mera existencia desconocía cuando era un niño en su República Dominicana natal.

Ray llegó a Lanzarote junto a sus tres hermanos con tan solo diez años para iniciar una nueva vida y al principio llevó mal el cambio, pero encontró refugio en el deporte. "Era un chico siempre activo que me estaba todo el tiempo dando la lata, cuando conseguimos lo de la gimnasia sentimos un alivio espectacular, la verdad, porque llegaba a casa hecho polvo", contaba en TVE su madre Raisa, tras lograr la plata en los Juegos Olímpicos de Tokio.

El esfuerzo de su madre por sacarle a él y a su familia adelante fue enorme, siendo ella la que sostenía a todos económicamente. Años más tarde llegaría la oportunidad de su hijo de agradecer sus sacrificios cuando al recibir una beca consiguió frenar el desahucio de su familia. El dinero que le propició su talento en la gimnasia sirvió para mantener el hogar de su familia en la isla.

Porque talento le sobra a este joven prodigio que en 2013 dejaba a los suyos para emigrar de nuevo, esta vez hasta Madrid, para trabajar con el equipo nacional. Solo tardó un año en saborear el metal cuando fue bronce en la Copa del Mundo de Cottbus y en 2015 ya conseguía el oro en los Juegos Europeos de Bakú y el bronce en el Mundial de Glasgow.

La decepción en los JJOO de Río 2016, donde se tuvo que conformar con la undécima posición, solo sirvió para que afrontara con más ánimos aún su cita con la gloria en Japón. Incluso creó sus propios saltos: el Zapata y el Zapata 2. Aunque su participación en Tokio 2020 estuvo a punto de frustrarse tras suspenderse por la pandemia la Copa del Mundo que se celebraba en Bakú.

Foto: Ana Peleteiro posa en sus redes sociales. (Instagram/@apeleteirob)

Finalmente pudo acudir y pese a que tan solo una diferencia de 0,10 de puntuación en dificultad le separó del oro, celebró por todo lo alto su medalla. "¡No puedo estar más contento!", escribía en su muro de Instagram. "¡Estoy muy pero que muy feliz! ¡He conseguido que mi sueño se haga realidad! ¡En estas fotos hay emociones muy fuertes! ¡Ha sido un camino muy muy duro, pero ha valido la pena!".

Parte importante de la celebración fue el babero de su hija, nacida pocos meses antes y que su pareja había metido en su equipaje sin él que se diera cuenta. A ella le dedicaba su triunfo: "Cuando naciste te dije que ganaría una medalla olímpica para ti, realmente no sabía de qué color iba a ser esa medalla. Cumplí con mi palabra y me siento orgulloso por ello. ¡Sé que aún no tienes conciencia, pero cuando la tengas, sé que también estarás orgullosa de mí! ¡Mi mayor gran premio eres tú!", escribía este padre entregado.

La pequeña, fruto de su relación con su novia Susana Sanz, es ahijada de otra de las grandes triunfadoras en los últimos JJOO, la saltadora Ana Peleteiro. Grandes amigos los dos, ambos protagonizaban una pequeña polémica debido a la entrevista ambos concedieron a su vuelta a nuestro país. "Somos de color, pero representamos a España...", empezó a decir Zapata antes de que Peleteiro le interrumpiera para puntualizar que "somos negros, qué de color, de color son ellos que cambian más de color que el sol".

Más adelante, en 'El hormiguero', la gallega explicó aquellas declaraciones asegurando que "el 99,9% de la gente lo entendió. Los que lo han entendido mal ya me odiaban de antes. Todo el mundo me felicitaba por la medalla y por el mensaje. Yo soy española, no tengo desprecio por ser negra, pero no pasa lo mismo con Ray, que es más canario que los plátanos canarios. Dejemos eso de que por ser diferentes no somos buenos, las diferencias nos enriquecen".

Cuando por fin los jueces emitieron su veredicto se confirmaba el triunfo de la gimnasia española, que volvía en Tokio a un podio olímpico trece años después. Lo hacía con la plata que se colgaba al cuello Ray Zapata, sustituyendo en tan alto honor a Gervasio Deferr, el que ha sido su ídolo y su gran valedor desde que el legendario deportista vislumbrara un potencial que ahora ya es una realidad aunque antes fuera solo una quimera.

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