Manuel de la Calva cumple 85: los secretos de su vida, contados por su mujer Mirna

Manuel de la Calva, la mitad del Dúo Dinámico, cumple 85 años. Reconoce que el resumen que puede hacer de su vida tras estas ocho décadas y media desde su nacimiento en Barcelona es muy simple: “Soy un hombre feliz. No puedo pedir más a la vida. He trabajado en la música, que es lo que siempre me ha gustado y que me ha permitido vivir muy bien. Tengo una familia unida y a Mirna, mi mujer desde hace cincuenta años, mi compañera y la persona que mejor me entiende. Y por supuesto y lo más importante para poder compartir esta serenidad que dan los años es que tengo salud. Nunca he bebido, ni he fumado”.

No hay proyectos inmediatos, sino mantener la misma línea laboral que antes de la pandemia. “Ramón vive en Miami y lo que hacemos ahora es juntarnos para los conciertos y galas que tenemos previstos para el verano. Ya no es como antes, que teníamos la agenda completa todo el año. Desde hace un tiempo lo que hacemos son actuaciones de junio a octubre. Dejamos de hacer el invierno en América”.

Cuando se le pregunta cuál ha sido el secreto para mantener la relación profesional durante sesenta años con su compañero y amigo, Ramón Arcusa, al que considera parte de su familia, lo define en tres palabras: “Respeto, cariño e independencia”. Y recuerda cómo se conocieron en la fábrica de motores de aviación Elizalde cuando, con veinte años, ambos trabajaban de mecánicos torneros: “Unas navidades, en la fiesta de la empresa, cantamos y a partir de ahí pensamos que lo podíamos hacer profesionalmente”. En su biografía solo hay un desencuentro que duró un mes y fue por una chica que les gustaba a los dos. “Únicamente duramos distanciados un par de semanas”, recuerda.

El trabajo de la convivencia

Poco a poco, el Dúo Dinámico se convirtió en una referencia musical, como compositores pero también como arreglistas. Algunas de las canciones de Julio Iglesias como ‘Me olvidé de vivir’ y ‘Soy un truhán’ o el ‘La, la, la’ con el que Massiel ganó Eurovisión en 1968 llevan su sello. Y, por supuesto, el ‘Resistiré’ como himno del confinamiento. Toda esta biografía profesional de la pareja se complementa con un perfil personal que nos descubre Mirna Carvajal, su mujer y madre de sus dos hijos: “Nos conocimos en abril de 1968 y nos casamos el 23 de septiembre de 1972. Siempre juntos”.

No hay secretos para la convivencia. Por los menos, en su matrimonio, como cuenta Mirna: “El respeto mutuo y saber mantener la parcela de independencia del otro. Manolo es una persona tranquila y nunca ha tenido ese perfil de artista endiosado. Cuando llegaba a casa y cerraba la puerta, la profesión quedaba fuera. Yo en los veranos me repartía: pasaba un tiempo con él de gira y otro con los niños. Por ejemplo, a diferencia de Ramón, él no quiso instalarse en Miami. Todo eso nos ha fortalecido como pareja”.

Mirna cuenta cómo su hijo pequeño no descubrió que su padre era una figura de la música hasta que tuvo 8 años. “Él veía trofeos, pero no sabía de qué eran. Manuel y Ramón actuaban en Málaga, y aprovechando que el concierto era por la tarde, nos lo llevamos para que viera a su padre. Se quedó en shock y cuando terminó el concierto se acercó y le agarró el pantalón mientras le decía: ‘Oye, ¿me puedes firmar también a mí un autógrafo?’. A mis hijos siempre les hemos mantenido al margen de la fama de su padre. No se les conoce y así se han desarrollado”.

Viven en el centro de Madrid, en una casa espaciosa que cambiaron por el chalet de La Moraleja donde la familia estuvo cuarenta años. “Aquí tenemos todo cerca y no hay que estar todo el día con coche arriba, coche abajo. ¿Qué puedo decir de Manolo? Pues todo. Es un caballero, un señor, un hombre bueno que me cuida a mí y a la gente que le rodea. Se adapta a todo”.

Reconoce que es difícil discutir con él porque busca siempre el punto de encuentro y no al contrario: “Evita las peleas porque dice que es una pérdida de tiempo. Es una roca en todos los sentidos”. Superó un cáncer del que casi estaba desahuciado tras una operación. “Hemos pasado cosas buenas y regulares. Ratos raros, pero nunca nada que no se pudiera solucionar en el día. Lo hemos tenido claro los dos y gracias a Dios llegamos al final del camino juntos, de la mano y llevándonos estupendamente”.