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Los hijos de Palomo Linares se enfrentan al embargo de la finca El Palomar
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Los hijos de Palomo Linares se enfrentan al embargo de la finca El Palomar

Los problemas económicos con la Agencia Tributaria persiguieron al torero durante su vida y ahora también a sus herederos

Foto: Palomo Linares. (CP)
Palomo Linares. (CP)

A la vera de la carretera de Andalucía, en un terreno llano de horizonte infinito cerca de esa Seseña que hizo famosa el Pocero, se encuentra la finca El Palomar. Decenas de hectáreas de terreno rústico, buena parte de secano, que un día compró el torero Palomo Linares con el fruto de su trabajo en las plazas para convertirlo en su refugio. Hoy, sus herederos la gestionan a través de una empresa que la explota para celebraciones.

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La finca arrastra, sin embargo, una serie de problemas desde los años en que Palomo Linares era su propietario. Deudas con la Agencia Tributaria que tenía el padre y a las que ahora se enfrentan los hijos. El Organismo Autónomo Provincial de Gestión Tributaria de Toledo acaba de abrir diligencias de embargo de la finca, propiedad de una empresa que gestionan los herederos del torero. El pasado 11 de marzo apareció publicada en el BOE la notificación, instándoles a comparecer en la sede central del Organismo Autónomo Provincial de Gestión Tributaria en 15 días naturales.

Hacienda ya quiso embargar la finca toledana en el 97 para resarcirse de una deuda de quince millones de pesetas, cantidad a la que ascendían entonces los impuestos impagados por Palomo Linares. Entonces, el erario público se encontró con que la finca había sido vendida a unos empresarios taurinos, los hermanos Lozano. Según explicaba el diario 'El País' en una crónica de la época, Hacienda realizó una investigación exhaustiva a nivel nacional y resultó que no había ninguna propiedad registrada a nombre de Sebastián Palomo.

placeholder Sebastián Palomo Danko. (Leticia Díaz)
Sebastián Palomo Danko. (Leticia Díaz)

Los hermanos Lozano, que gestionaron la plaza de Las Ventas durante años, fueron los descubridores del maestro y Palomo Linares les hizo ganar mucho dinero. Le compraron la finca cuando Hacienda le mordía los talones como una forma de 'devolverle' el favor al torero. Así lo reconoció Palomo al hablar de su trayectoria profesional con Vanitatis en un reportaje en vídeo donde mostró su casa y sus cuadros a Vanitatis: “Ellos creyeron en mí y me ayudaron. Son mi familia”.

El propio Eduardo Lozano lo explicaba en un reportaje anterior: “Palomo tuvo problemas con Hacienda, con préstamos hipotecarios y con negocios que no le salieron bien y le embargaban El Palomar. Lo que hice fue comprarle la finca en el año 1997 para que no la perdiera. Decía que era su paraíso”. Allí Palomo vivió feliz con su segunda mujer, la jueza Concha Azuara, hasta su muerte. En El Palomar recibía a sus amigos de todo el mundo, pintaba y disfrutaba de un campo que había comprado en 1981.

Recompraron la finca a los Lozano

Después de su muerte y tras arreglar algunas diferencias personales, sus hijos recompraron parte del paraíso de su padre por una cifra cercana a los cuatro millones de euros (cifra que publicó 'El País') a través de una empresa, El Palomar de Aranjuez SL, creada al efecto en 2018. La sociedad está administrada solidariamente por Sebastián y Andrés Palomo Danko. En verano de 2019, Miguel Palomo, el tercer hermano fruto del matrimonio entre Palomo Linares y la colombiana Marina Danko, dejó de ser administrador mancomunado.

Eduardo Lozano contó en estas páginas cómo habían llegado a un acuerdo después de tantas polémicas meditáticas: "Todo ha vuelto a su cauce. He traspasado las acciones y la finca es de los tres hermanos, que tienen una relación espléndida. Han sabido gestionar el tema económico y Miguel, aparte de vivir en El Palomar, va a ser el que saque rentabilidad a la finca a través de alquilarla para eventos de todo tipo. Es un lugar muy especial y perfecto para organizar bodas. Sebastián, el mayor, es un hombre muy sensato y con una capacidad importante para gestionar y equilibrar los intereses de todos ellos. El padre estaría muy orgulloso de cómo han sabido apartar los malentendidos y sacar beneficios de la que siempre fue su casa. Son muy buenos chicos".

placeholder Concha Azuara y Palomo Linares, en una imagen de archivo. (EFE)
Concha Azuara y Palomo Linares, en una imagen de archivo. (EFE)

Desde 2018, El Palomar de Aranjuez SL es propietaria de cinco parcelas de terreno. Parte de estos terrenos es de su propiedad en pleno dominio y otra solo en un porcentaje del 20%, compartido con un particular al que le fue donado el 80% restante en 2010 en pago de una deuda. Sobre varias de ellas pesa desde julio de 2020 una anotación preventiva de embargo (prorrogada en enero de 2021 por seis meses más) solicitada por la delegación de Albacete de la Agencia Tributaria. Hacienda reclama 479.000 euros a la sociedad que crearon los hermanos para gestionar estos terrenos más 95.000 euros en concepto de recargo. El procedimiento ya está en manos de la Unidad de Recaudación Ejecutiva.

Los hijos de Palomo Linares ocuparon mucho espacio mediático en el pasado por una serie de desencuentros que comenzaron (al menos públicamente) tras la muerte de su padre, que falleció el 24 de abril de 2017. Años después solucionaron sus diferencias, aunque los problemas originados por la gestión de El Palomar volvió a crear fricciones entre ellos. De los tres, Sebastián, Miguel y Andrés, es el primero quien ha sido más 'famoso' por su propia carrera taurina y como escritor, aunque actualmente vive su vida alejado de los medios. Miguel, el mediano, fue quien más apoyó a Palomo Linares tras su separación matrimonial de Marina Danko y también adquirió cierta notoriedad al casarse con Marta González, la hija de Dámaso González, de la que se separó en 2013.

A la vera de la carretera de Andalucía, en un terreno llano de horizonte infinito cerca de esa Seseña que hizo famosa el Pocero, se encuentra la finca El Palomar. Decenas de hectáreas de terreno rústico, buena parte de secano, que un día compró el torero Palomo Linares con el fruto de su trabajo en las plazas para convertirlo en su refugio. Hoy, sus herederos la gestionan a través de una empresa que la explota para celebraciones.

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