De Eugenia Martínez de Irujo a Vicky Martín Berrocal: el adiós a Conchita Spínola, madre del Litri
Numerosos amigos de la familia se han acercado hasta el tanatorio de San Isidro para despedirse de ella
Conchita Spínola fallecía la madrugada del domingo en su domicilio madrileño. Una tragedia inesperada que sucedía quince días después de la muerte de su marido, el torero Miguel Báez Espuny, a los 91 años. El comentario de amigos y conocidos era lo difícil que resultaba procesar su desaparición. Si ya lo es cuando una persona querida está enferma y el final es el esperado, en el caso de la madre de Miguel Báez Spínola ha sido tan sorprendente que el día que se hizo pública su desaparición, era difícil confirmarlo.
Como decía su hermana Mayte a Vanitatis: “No me hago a la idea. Me parece imposible. Nos ha dejado huérfanos. Tengo el alma rota. Era la mujer más guapa, más inteligente, más buena que he conocido. Es durísimo. El día de antes había estado con ella y con su hija Rocío almorzando en casa de unos amigos, aquí cerca de nuestra casa. No sé cómo voy a poder superarlo. Es terrible”.
Este estado de incredulidad afectiva era el denominador común del resto de la familia y de los muchos amigos que han acudido al tanatorio madrileño de San Isidro. Este martes se ha celebrado una misa funeral presidida por los tres hijos, Rocío, Miriam y Miguel, este último acompañado de su mujer, Casilda Ybarra. La pareja de recién casados tuvo que interrumpir su viaje de novios en dos ocasiones. Primero cuando murió el padre y ahora cuando le notificaron que su madre Conchita acababa de fallecer. El matrimonio se encontraba en Italia y regresaron a Madrid en el primer vuelo. Muchos de los amigos del mundo taurino quisieron darle su apoyo: José Raúl Gracia, el Tato; Óscar Higares, Julio Aparicio, Francisco Rivera, Paloma Cuevas, Pedro Trapote, Begoña García Vaquero, Simoneta Gómez-Acebo, Eugenia Martínez de Irujo y María León, entre otros muchos rostros conocidos. A las ocho de la tarde dio comienzo la eucaristía.
Las hermanas Spinola, Mayte y Carmen, se habían encargado de todo lo relacionado con los durísimos protocolos funerarios. La mecenas y fundadora del grupo Pro Arte y Cultura, al que también pertenecía Conchita, no estuvo presente en la liturgia religiosa en el tanatorio. El martes por la mañana viajaba hasta Azuaga (Badajoz) acompañada de su hija, Mayte, para cumplimentar todos los trámites del entierro en el panteón familiar: “Es donde está mi padre y donde Conchita quería estar”.
Para la familia Spínola, esta localidad forma parte de la historia familiar; es donde se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo Casa Spínola. La historiadora y periodista Julia Sáez-Angulo, perteneciente al Grupo Pro Arte y Cultura y gran amiga de Mayte, explicaba esta relación con Azuaga: “Oriunda de Génova, la familia Spínola se enraizó en España -desde Azuaga, Extremadura- cuando Juan Bautista de Spínola, marqués de Spínola, viajó de Italia en 1641 para ayudar al rey de España y cayó herido en la batalla de Elba contra el duque de Braganza, que se había erigido como rey de Portugal, apoyado por su cuñado el duque de Medina Sidonia y el marqués de Ayamonte -ambos Guzmanes-, para anexionar Andalucía y Extremadura a Portugal”. Una lección de historia que explica el nexo de unión de esta rama de la familia de Miguel Báez.
Conchita Spínola fallecía la madrugada del domingo en su domicilio madrileño. Una tragedia inesperada que sucedía quince días después de la muerte de su marido, el torero Miguel Báez Espuny, a los 91 años. El comentario de amigos y conocidos era lo difícil que resultaba procesar su desaparición. Si ya lo es cuando una persona querida está enferma y el final es el esperado, en el caso de la madre de Miguel Báez Spínola ha sido tan sorprendente que el día que se hizo pública su desaparición, era difícil confirmarlo.