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Paloma Cuevas, la protectora y el apoyo de Victoriano Valencia
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Paloma Cuevas, la protectora y el apoyo de Victoriano Valencia

Los padres de la empresaria acaban de celebrar sus cincuenta años de casados y siguen formando un núcleo familiar muy compacto

Foto: Paloma Cuevas, con su padre. (LP)
Paloma Cuevas, con su padre. (LP)

Antes de que comenzara la pandemia, la familia Cuevas tenía previsto celebrar las bodas de oro por todo lo alto. Así lo contaba el propio Victoriano Valencia cuando en alguna entrevista le preguntaban por el éxito de su matrimonio. La paciencia de su mujer, Paloma Díaz, a lo largo de los años, el respeto y el amor inmenso entre ellos han sido la base de este medio siglo de relación. Llegó el covid-19 y el confinamiento obligado que pasaron todos juntos, incluido Enrique Ponce, en la Cetrina, la finca de Jaén.

En esos días de unidad por decreto, la familia se planteaba cómo celebrar las fiestas importantes que tenían a los miembros de los Ponce-Cuevas como protagonistas. La primera comunión de Bianca, el cumpleaños de Paloma y, quizá lo más emotivo, las bodas de oro de Victoriano y Paloma Díaz. Mantener cincuenta años la promesa que se hicieron el 15 de octubre de 1971 era lo suficientemente importante para recordar esa fecha de una manera especial. Este viernes, su hija Paloma era la encargada de hacer público el amor de sus padres con una foto de ambos bailando el mismo año en que se casaron. Victoriano, con aspecto de galán de cine y una jovencísima y bella Paloma Díaz, cuya hija Paloma ha resultado ser una fotocopia si se comparan las imágenes.

El mensaje de la empresaria dedicado a sus padres era el siguiente: “50 años bailando tan enamorados mientras la luna os tocaba. ¡Qué belleza vuestro amor! La caricia exacta al corazón. Os adoro con toda mi alma”. Frases acompañadas de corazones que demuestran ese gran cariño de los Cuevas, donde ahora la hija primogénita se ha convertido en la protectora de sus padres. Sobre todo de Victoriano, que durante este último año ha sufrido varios ingresos hospitalarios. Paloma era la encargada de supervisar cada entrada y estancia en la clínica Ruber y en todas las ocasiones ha permanecido junto a él hasta que le daban el alta.

Esta organización pasa por la convivencia de todos ellos en la casa del barrio de Moncloa. La razón de esta convivencia tiene que ver con la salud del que fuera uno de los grandes toreros de los años 70. De esta manera, Paloma está más tranquila y las niñas felices al tener a sus abuelos cerca. Esta decisión se tomó en cónclave y era una manera de facilitar la vida a la que ahora es lo más parecido a la jefa del clan.

Victoriano y su mujer tienen una casa muy amplia en el paseo de La Habana, que era su vivienda habitual además de la de Córdoba donde se criaron los tres hijos y fueron al colegio. La unión entre todos ellos es grande y más aún al fallecer Victoriano (júnior), al que todos llamaban Nano. Fue el punto de inflexión y solo el paso del tiempo ha servido para procesar de alguna manera la tragedia. En todos los acontecimientos importantes en la vida de los Valencia, como fue la primera comunión de Bianca y ahora la fiesta de aniversario, Nano ha estado siempre presente.

Paloma Cuevas tenía muy claro que las bodas de oro de sus padres iban a ser una reunión divertida y entrañable. No fue multitudinaria, pero sí acudieron amistades del matrimonio así como de las hijas. De haber seguido casados Paloma y Enrique Ponce, la celebración habría sido en la Cetrina, el lugar preferido de la familia. La decoración de las mesas tuvo el sello de la empresaria y todo lo relativo a la organización donde hubo hasta mariachis. Como explicaba Paloma este verano en la gala Starlite: “Mi prioridad son mis hijas y mis padres, y después todo lo demás”.

Hace un año, en plena efervescencia pública con Ponce y Ana Soria mostrando en Instagram sus pasiones, hubo comentarios en prensa que aseguraban que Paloma Cuevas y sus hijas se instalarían fuera de España. Nunca hubo este planteamiento y así lo confirmaban fuentes de toda solvencia a Vanitatis: “Para Victoriano, su hija Paloma lo es todo y no estar con ella le supondría una gran tristeza. Ahora se han cambiado los papeles. Ella es la que les cuida y está pendiente de todo”.

El día del 'sí, quiero'

Victoriano Valencia y Paloma Díaz se casaron el 15 de octubre de 1971 en la iglesia de la Concepción, en el barrio de Salamanca. La novia de 18 años salía del domicilio familiar en la calle Goya. Solo tenía que cruzar la calle para entrar del brazo de su padre, el empresario Andrés Díaz Arcos, en el templo. Allí la esperaba Victoriano Valencia, de 36 años. Fue el primer torero licenciado en Derecho y con un currículum amoroso que finalizó el mismo día que se convirtió en el marido de Paloma Díaz. La princesa Beatriz de Saboya y Geraldine Chaplin fueron algunas de las mujeres con las que se le relacionó.

Uno de los invitados a esa boda fue Rappel, que acudió con sus padres: “Los míos y los suyos eran muy amigos y Paloma madre ese día estaba deslumbrante. Era y sigue siendo una belleza, que han heredado sus hijas, Paloma y Verónica”. El vidente recuerda que del colegio salió para casarse: “Podía haber hecho una carrera fantástica como bailarina. Estudió baile clásico y también flamenco en la escuela de baile de Paco Reyes. Las alumnas que destacaban bailaban en el teatro y ella lo hizo en el Lope de Vega. Cuando se casó, dejó todo para formar familia. Le tengo muchísimo cariño”.

Antes de que comenzara la pandemia, la familia Cuevas tenía previsto celebrar las bodas de oro por todo lo alto. Así lo contaba el propio Victoriano Valencia cuando en alguna entrevista le preguntaban por el éxito de su matrimonio. La paciencia de su mujer, Paloma Díaz, a lo largo de los años, el respeto y el amor inmenso entre ellos han sido la base de este medio siglo de relación. Llegó el covid-19 y el confinamiento obligado que pasaron todos juntos, incluido Enrique Ponce, en la Cetrina, la finca de Jaén.

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