Real Club La Moraleja: lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas
El exclusivo complejo cuenta con 6.000 socios. Entre sus fundadores, Antonio García, padre de Ana Obregón, o el cantante Julio Iglesias. Bing Crosby falleció en sus instalaciones
"Ser socio del Real Club La Moraleja implica mucho más que practicar un deporte o pagar una cuota, supone actuar ante la vida con integridad, respeto y honestidad tanto fuera como dentro del campo. Supone aceptar que hay una forma correcta de hacer las cosas, en la que ganar significa ser siempre fiel a sí mismo, a sus principios y valores. Porque aquí, además de jugar al golf, se establecen relaciones sociales basadas en el respeto y en el reconocimiento mutuo". La web del Real Club La Moraleja saluda con una declaración de intenciones, no hay lugar a dudas. "La actitud importa", dicen, de ahí los seis valores sobre los que sus 6.000 socios deben conducirse en las instalaciones. A saber: "Integridad, respeto, etiqueta, principios, esencia y actitud".
El altercado protagonizado por uno de los socios y su acompañante esta semana (el socio invitó a una 'amiga' que se puso en 'top less' y a la que terminaron echando de mala manera) ha puesto en el mapa a este exclusivísimo lugar en el que cada socio desembolsa en torno a 30.000 euros por acción. Es el club privado más grande de España por número de hoyos y el mayor de Europa ubicado en un área metropolitana. Fue fundado en 1973 y actualmente cuenta con cuatro campos de 18 hoyos, otro más de nueve, ocho pistas de tenis, 12 de pádel, dos de 'squash', una piscina cubierta, tres al aire libre, gimnasio, 'spa' y varios chalés sociales para adultos y menores. Está situado en la urbanización La Moraleja (Alcobendas), aunque también tiene parte de su infraestructura en Algete.
Dicen que desde la muerte de Bing Crosby en sus instalaciones no se había producido una noticia que diera tanto de qué hablar. Ocurrió una tarde de octubre de 1977, mientras el cantante y actor jugaba al golf con Manuel Piñero (campeón de España), Valentín Barrios y uno de los fundadores del club, el vicepresidente de la Real Federación Española de Golf César de Zulueta (también presidente del club en aquellos momentos). "Crosby sufrió un infarto de miocardio cuando se dirigía desde el campo hacia la terraza de la sede social del club, tras 'jugar estupendamente dieciocho hoyos', como declararía Zulueta. Fue atendido en la enfermería del club, en donde, al parecer, todavía respiraba y trasladado inmediatamente al hospital de la Cruz Roja, en donde ingresó cadáver", reza la crónica del día siguiente publicada por 'El País'. Crosby pasaba por España para jugar al golf en Madrid y Palma de Mallorca, pero también para acudir a dos cacerías de perdices.
Lo cierto es que la anécdota de esta semana y la de Crosby son de las pocas que jalonan la crónica negra de este lugar privilegiado de verde infinito al que el rey Felipe VI concedió en 2018 el título de 'real'. Desde su fundación en los años 70, el club ha sido un 'entorno seguro' para empresarios y grandes fortunas. Antonio García, conocido en estos lares por ser el padre de Ana García Obregón, fue uno de los protagonistas de su génesis junto al citado Zulueta. "El proyecto de urbanización [de La Moraleja] fue realizado por Juan Antonio Ridruejo y, dentro de esta ordenación, existían 52 hectáreas para uso deportivo. En el consejo de Niesa [la inmobiliaria de García] propuse que fueran para un club de golf, y fue aceptado", explicaba el propio Antonio en una entrevista reciente para la publicación del propio club. César de Zulueta fue el ideólogo de un club privado al estilo de los clubes ingleses y americanos que él había conocido en su juventud: “Un club que se convirtiera en una extensión de la propia casa de los socios”, decía.
García y Eladio Pérez, entonces consejero delegado de Niesa, se pusieron al habla con "varios amigos", entre los cuales estaban César de Zulueta, José Goizueta y Eduardo Vega, con los que formaron una sociedad a la que más tarde se unieron José Luis Aguirre y el cantante Julio Iglesias, entre otros, comprando esas 52 hectáreas a la inmobiliaria, donde proyectaron construir un club de golf. El proyecto del campo se adjudicó a Jack Nicklaus (considerado por muchos como el mejor golfista de la historia), con el que firmaron un contrato en el año 1973. "Constituimos una sociedad anónima de 6.000 acciones, con ventas muy dificultosas al principio. Sorteamos las primeras acciones entre los promotores y a mí me tocó la primera", contaba el padre de Ana Obregón.
Hoy, la empresa Golf La Moraleja SA goza de excelente salud a juzgar por las cifras presentadas al Registro Mercantil. En 2012 ampiaron oficialmente las instalaciones al poner en marcha dos campos más en terrenos de la finca Soto Mozanaque, de Ioannes Osorio, en Algete. Hoy cuentan con activos superiores a los cien millones de euros, a pesar de haber sufrido las consecuencias de los cierres decretados por la pandemia y haber tenido que reconstruir parte de las instalaciones por Filomena. Los socios disfrutan de ese intangible que es la exclusividad a través de almuerzos privados con personajes relevantes de la sociedad española, torneos familiares y la conciencia de gozar de algunas de las mejores instalaciones para la práctica del golf del país.
El actual equipo directivo está encabezado por Juan Pablo Ridruejo Timbal, que revalidó el apoyo de los socios en 2019 y estará al mando hasta 2024. El máximo responsable del complejo accedió al cargo en 2014, aunque antes ya había formado parte del consejo de administración con el que fuera presidente de la entidad Ricardo Pradas, condenado por la Audiencia Nacional por la gestión de Novagalicia. Desde que Pradas ostentaba el poder hasta que tomó el mando Ridruejo, la acción del Club La Moraleja perdió un 80% de su valor, según una información de El Confidencial. En concreto, pasó de costar más de 100.000 euros a los 18.000 que fuentes de la entidad estimaban que valía en 2019. Hoy ya ha subido a los 30.000.
A lo largo de este tiempo los socios han tenido sus más y sus menos con el Consejo del complejo, aunque lo que pasa en el club se queda en el club. El equipo directivo tiene el reto de revalorizar la acción, pero también está centrado en renovar infraestructuras y conseguir la sostenibilidad de los campos a largo plazo, intentando que su mantenimiento necesite cada vez menos agua. Pero sobre todo, han de proteger ese 'je ne sais quoi', algo que se ha hecho añicos esta semana. El club ha enviado a sus socios un comunicado estos días anunciando que se ha abierto "una investigación interna para aclarar lo sucedido".
Nadie como uno de los fundadores para explicarlo. "¿Qué ingredientes ha de tener un club para ser 'el mejor', como usted dice?", le preguntaba el periodista a don Antonio García en la citada entrevista corporativa. "Tiene que ser un club de amigos, fundamentalmente, donde impere la buena educación, el buen trato, la calma. Así de sencillo. En los años 70 nos conocíamos casi todos los socios. [...] Ahora, por las dimensiones que ha adquirido, no es posible que todos los socios se conozcan entre sí, claro, pero la idea es que los socios, cuando acuden al club, sigan experimentando esa sensación de familiaridad".
"Ser socio del Real Club La Moraleja implica mucho más que practicar un deporte o pagar una cuota, supone actuar ante la vida con integridad, respeto y honestidad tanto fuera como dentro del campo. Supone aceptar que hay una forma correcta de hacer las cosas, en la que ganar significa ser siempre fiel a sí mismo, a sus principios y valores. Porque aquí, además de jugar al golf, se establecen relaciones sociales basadas en el respeto y en el reconocimiento mutuo". La web del Real Club La Moraleja saluda con una declaración de intenciones, no hay lugar a dudas. "La actitud importa", dicen, de ahí los seis valores sobre los que sus 6.000 socios deben conducirse en las instalaciones. A saber: "Integridad, respeto, etiqueta, principios, esencia y actitud".