La otra boda de Patricia Rato: con Espartaco, a medianoche y sin exclusivas

Han pasado nueve años desde que Patricia Rato y Javier Moro se conocieran en el cumpleaños de un amigo común. Ella estaba ya divorciada del torero Juan Antonio Ruiz Espartaco, con quien tuvo tres hijos, y el empresario también estaba en la misma situación. De amigos pasaron a ser pareja y antes del verano tomaron la decisión de contraer matrimonio. En esas fechas, Vanitatis se puso en contacto con Patricia, que no quiso confirmar la información. Parece que aún no tenía la anulación matrimonial. El pasado 30 de agosto por fin pudimos dar la exclusiva de la boda, que se va a celebrar en la finca de Ciudad Real del novio. Como adelantaba Saúl Ortiz en ‘ABC’, será el sacerdote Ramón Fresneda, amigo de la familia, quien oficie la liturgia religiosa.

El nuevo matrimonio ha querido que todo lo que rodea su boda mantenga un perfil mediático bajo. No hay exclusiva, como tampoco la hubo con el enlace de Alejandra Ruiz Rato con Ernesto Novales el pasado mes de mayo. Se repartieron imágenes como también se hará con esta celebración. La novia ha elegido un vestido largo color gris perla de la firma Tot-Hom, que fue también quien le diseñó el vestido que llevó en la boda de Alejandra.

Un enlace en la intimidad

Hace tiempo que Patricia Rato dejó de aparecer en actos y fiestas sociales. Dejó su trabajo como entrevistadora en la revista ‘Telva’ y sus apariciones públicas eran contadas. No ha querido que su segunda boda sea multitudinaria, sino una celebración muy reducida con la familia directa y el círculo más íntimo. Su primera boda también fue en privado.

Espartaco y Patricia Rato se casaron el 7 de julio de 1991. Antes de que dieran las doce de la noche, el torero y la sobrina del que fuera exministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato, firmaban sus votos matrimoniales en el santuario de la Virgen de Loreto.

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Lo hicieron en secreto y a esa hora intempestiva para preservar su intimidad. La ceremonia fue tan discreta que solo acudieron los padres, hermanos y Rafael Moreno, apoderado del torero. Nadie de la familia de la joven, que había cumplido veinte años y los padres no estaban de acuerdo con la boda. La consideraban demasiado joven y preferían un noviazgo más largo. Hubo rumores, pero no traiciones que desvelaran la noticia, y la joven pareja consiguió que no se filtrara ningún dato.

Varios meses después, fueron los propios protagonistas los que distribuyeron las fotos y reunieron a los periodistas en una fiesta multitudinaria en la finca de Espartinas. Así lo contábamos en la revista 'Tiempo': “Nos hemos casado y no lo quisimos decir antes para que nadie pensara que podíamos utilizar esta noticia en medio de la temporada. Por eso hemos esperado y también para anunciar que esperamos una niña. La vamos a llamar Alejandra. No sé por qué este nombre, simplemente porque nos gusta a los dos”.

La boda de Espartaco y Patricia se celebró en el santuario de la Virgen de Loreto y fue oficiada por el superior de la comunidad y por el padre Leonardo, el sacerdote de los toreros. Los padrinos fueron los padres del novio, que había cumplido 29 años. El torero iba vestido de corto con chaqueta de terciopelo. Un traje que había encargado una semana antes al sastre Pedro Algaba y que, para que no hubiera especulaciones, aseguró que era para un festival benéfico.

También llevaba el reloj que le había regalado Patricia. La novia, de veinte años, cumplió con todas las expectativas, de blanco y con velo tul ilusión. Su vestido no era de un diseñador de renombre. Lo había comprado en una tienda de Sevilla y tampoco hubo filtración.

Estas eran las palabras del torero ante la prensa en la fiesta que organizó en su finca como fin de temporada. Hay que recordar que en aquel momento Espartaco ocupaba el número uno del escalafón taurino. Un lugar que había mantenido durante los siete años anteriores: “Iba muy guapa y al principio estaba muy nerviosa. Todo fue muy bonito, muy familiar porque así lo hemos querido. No hubo regalos especiales. A Patricia le regalé un anillo y lo que es más importante: le he dado mi vida”.

Un amor juvenil que derivó en boda

Patricia, una ‘niña bien’ educada en los mejores colegios, tenía veinte años. Se habían conocido en un festival benéfico cerca de Madrid en 1989. Espartaco toreaba y, al final del festejo, la joven fue a saludarle y darle la enhorabuena. Juan Antonio le pidió el teléfono y ella le dio el de la empresa donde trabajaba.

Espartaco la llamaba todos los días y cada vez que viajaba a Madrid se veían un rato. “En esos primeros tres meses estuvimos muy poco juntos, pero nuestras conversaciones telefónicas eran eternas. Pagaba unas cuentas enormes. Después ya la invité a la finca, a un herradero de machos, a primeros del año pasado (1990) y conoció a mi familia y a toda mi gente”, nos contaba el propio Espartaco a los periodistas que asistimos a la fiesta en su finca en 1991.

Y así hablaba de ella: “Aparte de su belleza, es una persona muy inteligente, muy agradable, muy cariñosa con toda mi gente, me ayuda mucho en los momentos malos, me da consejos y entiende mi profesión, que no es fácil”.

Patricia dejó la casa familiar en el barrio de Salamanca y se instaló con su marido en la finca donde se criaron sus tres hijos, Alejandra, Isabella y Juan. Majavieja es el lugar donde empezó todo el organigrama afectivo de la familia Ruiz Rato.