Así era un joven Pérez-Reverte en su etapa como reportero de guerra
Antes de dar vida al capitán Alatriste, el periodista se jugaba la vida micrófono en mano en conflictos armados desde el Líbano hasta los Balcanes
Los más jóvenes quizá no lo recuerden, pero muchos antes de que sus bestsellers poblaran las estanterías de las librerías y sus reflexiones en Twitter polarizaran a medio país, Arturo Pérez-Reverte fue uno de nuestros más destacados corresponsales de guerra. El ahora célebre escritor se pasó más de dos décadas recorriendo Europa, África, Asia y América del Sur para contarnos en directo algunos de los conflictos más convulsos y sangrientos de finales del siglo pasado.
Pérez-Reverte estuvo presente, entre otras guerras, en la de Chipre, diversas fases de la guerra del Líbano, la guerra de las Malvinas, la crisis de Libia o el golpe de estado de Túnez. Los últimos enfrentamientos armados que cubrió fueron la revolución de Rumanía y las guerras del Golfo y de los Balcanes.
Más tarde se reciclaría como presentador en RNE y TVE, conduciendo programas como 'La ley de la calle' o 'Código uno', sobre la actualidad de la crónica negra. Célebre fue su carta de dimisión en 1994 del ente público, al enterarse de que se le pretendía "abrir expediente por justificar gastos en zonas de guerra con facturas falsas", según escribiría más tarde en su libro 'Territorio comanche', y que terminaba con un "que os den morcilla".
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No ha sido hasta este 2022 cuando el siempre controvertido literato explicaba en una entrevista para 'El Mundo' cuáles fueron las verdaderas razones que provocaron aquella amarga despedida. "Coincidió mi fatiga del periodismo con mi éxito como novelista, y yo pude adelantar mi jubilación gracias a que la literatura me dio una independencia económica que no había tenido sin ella. Mi éxito como novelista me permitió irme antes del periodismo", explicaba entonces.
Pero antes de alcanzar el éxito como escritor, el campo de batalla era su lugar de trabajo. Una faceta que nos recuerda de cuando en cuando a través de publicaciones en Instagram donde podemos apreciar a un barbilampiño reportero en lugares que nos suenan tan exóticos como Beirut o Chad.
También a través de sus clásicas columnas en 'XL Semanal', que lleva escribiendo de forma ininterrumpida desde 1991, nos ha acercado en numerosas ocasiones a aquellos tiempos.
"Las guerras no eran entonces lugares tan frecuentados como ahora, las oenegés no existían y los testigos exteriores de aquellas tragedias eran muy pocos. A menudo, en África, Asia o Hispanoamérica, un enviado especial debía buscarse la vida en soledad durante semanas o meses. No era un mundo fácil", escribía en una de ellas, recordando cómo al principio de su etapa como reportero de guerra debía hacer él mismo sus propias fotos, ante la falta de un cámara que le acompañara.
Poseedor de infinitas anécdotas sobre aquellos tiempos, no le ha importado compartirlas incluso en sorprendentes entornos como los micrófonos de uno de los youtubers más conocidos de España, Jordi Wild. A él le contaba el murciano la razón por la que nunca se ha hecho un tatuaje.
Todo ocurrió cuando él tenía 22 años y se encontraba cubriendo "mi primera guerra" en un Beirut "como el de las películas". Pérez-Reverte recuerda que vio en el estudio de un tatuador una serpiente preciosa y pensó: "Me la voy a hacer". Como inciso, recordó que en aquellos tiempos, muy diferentes a los de ahora, tan solo se tatuaban "los marineros, los legionarios y las prostitutas". Pero entonces se dio cuenta de que por su condición de periodista quizá no le convenía llevar un diseño tan distintivo que no le iba a ayudar a pasar precisamente inadvertido.
Aficionado a la historia como el que más, Pérez-Reverte ha hablado también en numerosas ocasiones sobre otras guerras que él no vivió en persona. Recientemente, en una entrevista para la editorial Penguin reflexionaba sobre el tema siempre espinoso de la guerra civil española.
"Con perspectiva histórica, la Guerra Civil está muy clara. Hay un bando republicano legítimo y un bando rebelde ilegítimo. Pero cuando te acercas al frente de batalla, solo ves seres humanos, personas, chicos, padres de familia, gente llevada allí por el vendaval de la guerra, algunos de ellos por ideología, pero la mayor parte forzados", era su razonamiento.
Chicos y chicas valientes mueren otra vez, combatiendo solos y sin esperanza ante profesionales de la guerra. Europa es una piltrafa y Putin lo sabe. En unas semanas, quienes hoy lo critican negociarán sobre hechos consumados. "Hemos conseguido la paz", dirán. Y hasta la próxima.
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) February 25, 2022
Tampoco ha esquivado en los últimos tiempos el ofrecer su opinión sobre el conflicto más candente de la actualidad, la guerra en Ucrania. "Europa es una piltrafa y Putin lo sabe. En unas semanas, quienes hoy lo critican negociarán sobre hechos consumados. 'Hemos conseguido la paz', dirán, y hasta la próxima", reflexionaba en Twitter al comienzo de la invasión rusa.
Cuando un usuario de esta red criticaba su comentario, el creador del capitán Alatriste se limitaba a argumentar: "Yo solo soy un exreportero que escribe novelas y que se limita a reconocer situaciones y tragedias que ya vivió. No sé nada de soluciones, ni estoy capacitado para proponerlas. Nunca lo hice. Yo solo miraba y contaba. Y ahora miro y recuerdo".
Los más jóvenes quizá no lo recuerden, pero muchos antes de que sus bestsellers poblaran las estanterías de las librerías y sus reflexiones en Twitter polarizaran a medio país, Arturo Pérez-Reverte fue uno de nuestros más destacados corresponsales de guerra. El ahora célebre escritor se pasó más de dos décadas recorriendo Europa, África, Asia y América del Sur para contarnos en directo algunos de los conflictos más convulsos y sangrientos de finales del siglo pasado.
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