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Ellas (pocas) te cuentan la invasión de Ucrania: "A una compañera la llamaban 'Barbie guerrera"
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Ellas (pocas) te cuentan la invasión de Ucrania: "A una compañera la llamaban 'Barbie guerrera"

Irene Savio (France 24, 'El Periódico') y Leticia Álvarez (A3, Onda Cero) reflexionan desde Kiev sobre las razones de la escasa visibilidad de las periodistas que trabajan en zonas de conflicto

Foto: Leticia Álvarez e Irene Savio, haciendo la cola para comprar comida en Ucrania.
Leticia Álvarez e Irene Savio, haciendo la cola para comprar comida en Ucrania.

La historia de las periodistas que trabajan en zonas de conflictos armados lleva décadas escribiéndose, desde la legendaria Margaret Bourke-White (1904-1971), considerada la primera corresponsal de guerra, hasta hoy, cuando varias mujeres están dando una lección de reporterismo diaria desde 'El País' (María R. Sahuquillo), RTVE (Erika Reija o Marián Serén), Antena 3 y Onda Cero (Leticia Álvarez, Pilar Cebrián), Cataluña Radio (Cèlia Cernadas) o 'El Periódico de Catalunya' (Irene Savio). Las reporteras están en minoría frente a sus compañeros varones, algunas se quejan de que su trabajo a menudo se ha invisibilizado y no ha obtenido el mismo reconocimiento que el de sus compañeros, y otras no quieren poner el foco en su nombre y piensan que es cuestión de tiempo.

En la tesis doctoral que Ana del Paso dedicó al asunto, y que luego publicó en el libro 'Reporteras españolas, testigos de guerra' (Debate), la periodista recogía el testimonio de compañeras como Carmen Sarmiento, que pidió ser enviada a la guerra de Vietnam y su jefe de TVE le contestó: “Pero ¿cómo vamos a enviar a una mujer? ¿Está usted loca?”. Según se lee en el libro, Sarmiento tuvo que esperar a la década de los 80, hasta que le fue asignada la cobertura de la guerra civil en El Salvador (1982), mientras que su compañera de TVE Rosa María Calaf consiguió que la enviaran al Líbano: “En aquella época, éramos muy pocas y muchas menos, españolas. Algunos nos miraban extrañados y la mayoría de ellos, por encima del hombro; siempre con cierto talante de supremacía”.

Las mujeres han avanzado mucho en este sector del periodismo. Según el informe de 2021 de Reporteros Sin Fronteras, nunca en la historia ha habido tantas mujeres periodistas encarceladas por ejercer su profesión, en torno a 60 actualmente, un tercio más que en 2020. Un síntoma algo perverso de que la mujer va teniendo más presencia en el lado salvaje del periodismo, aunque a juzgar por la opinión de las profesionales que están actualmente cubriendo la invasión de Ucrania, aún hay mucho que trabajar.

"No tengo la sensación de que haya más mujeres cubriendo este conflicto", nos dice Irene Savio suavemente, ante la falsa impresión que podríamos tener desde el sofá desde el que contemplamos las noticias. Está trabajando 24 horas, siete días a la semana, para France 24 y 'El Periódico', pero esta reportera especializada en información internacional encuentra un hueco para atender a Vanitatis, "porque es un tema del que hay que seguir hablando, para llenar un vacío que existe".

Foto: Imagen: EC Diseño

Manda sus respuestas en grabaciones de audio, suena asombrosamente calmada a pesar de que en alguno de esos audios se filtran las sirenas que alertan a la población de Kiev. "Las mujeres que estamos trabajando dentro del país somos muy pocas. A nosotras, France 24 nos ha puesto un coche y un chófer a disposición que está con nosotras las 24 horas, también nos ha dado otros recursos como un jefe de seguridad que nos monitorea desde París, pero las que estamos dentro del país en este momento, que la situación es muy volátil, no somos muchas. El camino a recorrer es todavía muy largo para que haya una igualdad en las coberturas entre mujeres y hombres. Las mujeres muchas veces no son valoradas de la misma forma. Recuerdo el conflicto de Ucrania de 2014, que también cubrí, había una compañera a la que llamaban 'la Barbie guerrera'. Esto habla por sí solo".

placeholder Irene Savio, con una niña ucraniana y su ordenador.
Irene Savio, con una niña ucraniana y su ordenador.

Cuando habla de 'nosotras' se refiere a su compañera, la periodista Leticia Álvarez, que está cubriendo el conflicto para Antena 3 y Onda Cero, entre otros. Álvarez coincide con Savio en la escasez de mujeres ejerciendo el periodismo en zonas calientes. "De hecho, cuando vine en el año 2014 estaba solamente yo y luego llegó Irene. Éramos tres mujeres, con Pilar Bonet, y todo hombres. Ahora sí es verdad que han venido un par de compañeras más, lo cual creo que era necesario y que lo están haciendo de forma muy profesional, pero poco más. Desde mi punto de vista, en Oriente Próximo hay más mujeres, muy preparadas y haciendo informaciones muy buenas, pero no se les da esa promoción que sí se les da a los hombres. Es más difícil que ganen los premios que dan en España, por ejemplo, cuando se juegan la vida muchas veces, algunas han entrado en Siria en numerosas ocasiones, incluso han estado con los talibanes, pero no consiguen ese reconocimiento. Es algo que siempre me ha llamado la atención".

"Nosotras tenemos más acceso a todo eso porque las mujeres nos dejan, las podemos ver en un parto, bajo las bombas, jugando con sus hijos, contando sus miedos, intentando tranquilizar a sus hombres"

Irene Savio creció en Argentina, vive en Roma y lleva quince años trabajando en información internacional. Empezó de becaria en France Presse cubriendo la muerte de Juan Pablo II, y desde entonces ha trabajado en conflictos armados, desastres naturales, la primavera árabe, ha estado en Siria, Níger, Grecia, la frontera mexicana o los Balcanes. "Me interesan las noticias pero sobre todo aquello que ocurre alrededor de la noticia, el contexto es importante y es lo que intento hacer en las coberturas, mirar más allá de lo que se ve a primera vista". Es coautora, junto a Álvarez, del libro 'Mi nombre es refugiado'.

Savio defiende que la mirada de las mujeres puede enriquecer las crónicas que se hacen desde el frente. "Contar una guerra no es solo relatar cuántos misiles se han tirado o el parte bélico del día, es también saber ver a los que sufren. Nosotras tenemos más acceso a todo eso porque las mujeres nos dejan, las podemos ver en un parto, bajo las bombas, jugando con sus hijos, contando sus miedos, intentando tranquilizar a sus hombres... Eso enmarca la noticia pura y dura de forma más amplia. Tenemos esa capacidad de empatizar con los más débiles. La mirada de la mujer en las crónicas es importante porque somos la otra mitad del mundo".

Se oye el traqueteo de un coche, es domingo por la mañana y Álvarez y Savio se están desplazando en busca de los refugiados. La sensibilidad para transmitir ese intento de mantener la normalidad en medio del caos, para contar cómo la gente va al supermercado, cómo intenta sobrellevar emocionalmente estas situaciones tan duras, ¿está más presente en las periodistas mujeres? Leticia piensa unos minutos: "No me gusta encasillar. Es verdad que en ciertas ocasiones y en ciertos escenarios las mujeres tenemos más acceso a toda esa intrahistoria, podemos acceder mejor a las mujeres para que esas historias se abran de manera más fácil. La guerra no es solo estar en primera línea viendo cómo caen los misiles, esa es la parte menos importante. La parte más interesante es poder contar el impacto de la guerra en un país entero en el que viven muchas mujeres, y nosotros podemos acceder mejor a eso".

Ninguna de las dos tiene referentes claros en la profesión, no soñaban de niñas con cubrir guerras. "Mis referentes son esas personas que se han cruzado en mi camino y que respeto y admiro por su trabajo, por aportarme su visión de los hechos. Uno de ellos es un compañero de 'El Periódico', Rossend Domènech, que cubrió el conflicto de los Balcanes y que para mí ha sido un maestro en todos estos años, él me sigue ayudando a sobrellevar estas coberturas tan duras desde un punto de vista emocional. Aquel conflicto fue muy crudo y supuso un aprendizaje muy duro para esa generación", explica Savio.

Leticia Álvarez también lleva años trabajando en información internacional, ha vivido en Bruselas, Grecia, Ucrania y ahora reside en Valencia. En 2014 estuvo meses trabajando en Ucrania: "Maidan, Crimea, Donetsk... Me pasé casi dos años aquí en Kiev, era una zona conocida en la que ya había trabajado, decidimos venir para hacer varios reportajes, no esperábamos que esto terminara en una guerra, fue un proceso natural porque estábamos haciendo el seguimiento de la zona. No somos enviados especiales ni especialistas en conflictos bélicos, tenemos muy trabajado el tema y el país".

"Si te fijas, en Bruselas, en Londres y demás yo veo a más hombres que mujeres. Igual es que por fin empezamos a darle importancia a esas mujeres que están sobre el terreno, si es así bienvenido sea"

Álvarez no cree que haya más mujeres trabajando sobre el terreno, "siempre las ha habido", insiste, "y suelen estar en los sitios más complicados, porque si te fijas, en Bruselas, en Londres y demás yo veo a más hombres que mujeres. Igual es que por fin empezamos a darle importancia a esas mujeres que están sobre el terreno, si es así bienvenido sea".

Les preguntamos a ambas si gestos como el de Clarissa Ward, corresponsal de CNN, que siguió trabajando con normalidad en Afganistán mientras los talibanes recuperaban el gobierno, ayudan a normalizar la presencia de mujeres en el terreno. "Clarissa lleva un equipo muy grande", matiza Álvarez, "pero sí, creo que es muy necesario el papel de las mujeres en sitios así. El caso es que esas mujeres ya estaban ahí trabajando pero no las estábamos viendo, ese era el problema, ya teníamos a mujeres en primera fila pero la atención no se la llevaban ellas".

placeholder Savio, con el caso y el chaleco que la identifica como periodista.
Savio, con el caso y el chaleco que la identifica como periodista.

Savio reconoce que, a pesar de su experiencia, "la guerra da miedo". "Todos nosotros seguimos intentando actuar con normalidad en los conflictos; por supuesto sufrimos de estrés, nos traumatiza la guerra, pero intentamos mantener la calma". La solidaridad entre compañeros, como en todos los campos de la vida, depende de las personas y no de los géneros. "Hay colegas que tienen una gran empatía y son muy solidarios, quiero mencionar a dos periodistas de TV3, Lluís Caelles y el cámara Roberto Figueroa, que han sido nuestros ángeles porque cuando llegamos a Ucrania el país estaba en paz y no veníamos a cubrir una guerra, pero cuando estalló todo no teníamos al principio ni chaleco ni casco para el 'fixer' [periodistas locales que apoyan el trabajo de los corresponsales] y el traductor. Ellos nos los prestaron y nos salvaron la vida realmente. Pero también nos hemos cruzado en estos días con otros colegas muy poco solidarios que nos han dejado tiradas en los momentos más difíciles. Tenemos un grupo para compartir información de cuestiones de seguridad y logística".

Violencia sexual

Preguntamos si no tienen miedo a la violencia sexual contra las mujeres que muchas veces ocurre en este tipo de conflictos. Álvarez dice que "en este caso, cubriendo Rusia y Ucrania" nunca ha temido "ese tipo de violencia". "He tenido más miedo a la violencia física, a ataques aéreos, artillería y demás, pero no a la violencia sexual".

Por último, una receta infalible para sortear a aquellos que aún las minusvaloran profesionalmente por ser mujeres: "A veces te encuentras con comentarios despectivos, cada vez menos, pero los hay, y entonces o contestas rotundamente o simplemente ignoras. Lo mejor es ignorar a los necios".

La historia de las periodistas que trabajan en zonas de conflictos armados lleva décadas escribiéndose, desde la legendaria Margaret Bourke-White (1904-1971), considerada la primera corresponsal de guerra, hasta hoy, cuando varias mujeres están dando una lección de reporterismo diaria desde 'El País' (María R. Sahuquillo), RTVE (Erika Reija o Marián Serén), Antena 3 y Onda Cero (Leticia Álvarez, Pilar Cebrián), Cataluña Radio (Cèlia Cernadas) o 'El Periódico de Catalunya' (Irene Savio). Las reporteras están en minoría frente a sus compañeros varones, algunas se quejan de que su trabajo a menudo se ha invisibilizado y no ha obtenido el mismo reconocimiento que el de sus compañeros, y otras no quieren poner el foco en su nombre y piensan que es cuestión de tiempo.

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