Alejandra Ruiz Rato y Espartaco: la empresa que les une a pesar de un cambio sorprendente

Se dice que los cambios nunca vienen solos, y tal cual parece haberse cumplido en los últimos meses en la vida de Alejandra Ruiz Rato, la hija del conocido torero Espartaco y su exmujer, Patricia Rato. El pasado mes de noviembre se hacía pública la noticia del que seguramente será el mayor cambio de su vida, su embarazo, y a su vez, aunque de manera privada, se sucedía otro cambio más, concretamente en el ámbito laboral. Tal como ha podido conocer Vanitatis, actualmente la joven ha quedado al margen de la estructura legal del negocio familiar que dirige junto a su padre. Un cambio burocrático, como veremos más adelante, que no ha afectado a su día a día.

Ale, como la llaman en la familia, se instaló en Sevilla poco después de conocer en 2018 al que hoy es su marido, Ernesto de Novales, y allí comenzó a trabajar. Concretamente de la mano de su padre, que desde que se divorciara de su madre vive en la finca familiar Dehesa Majavieja, un lugar que decidieron explotar para eventos y de forma turística y que ella gestiona junto a él desde 2019, cuando abrieron las puertas al público.

Esta tierra nace, tal como reza su descripción, “fruto del amor, respeto y agradecimiento de Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ al toro bravo”, está situada en la localidad de Constantina y tiene espacio suficiente para albergar la vivienda del diestro y de las personas de servicio, organizar todo tipo de eventos, ofrecer escenarios naturales para sesiones fotográficas o rodajes e incluso visitar y conocer los toros bravos que allí se encuentran. Precisamente esa es la principal fuente de ingresos de la finca, la ganadería en la que Espartaco invirtió en 1993 y que a día de hoy ha crecido y da sus frutos.

Su hija ha demostrado no una, sino cientos de veces en los últimos años, estar enamorada de ese lugar, de los animales que habitan en él, de su luz… Solo hay que echar un vistazo a su Instagram para darse cuenta de ello. Y por si no fuera prueba suficiente, cabe recordar que pudiendo elegir cualquier lugar donde casarse, lo hizo allí. En mayo de 2021 organizó una boda campestre en la propia finca en la que trabaja cada día. “Ya en nada está aquí el bebé, pero sigo trabajando en Majavieja, todo va muy bien y estamos muy contentos. Todos los meses tenemos eventos y lo llevo personalmente, esta ha sido una apuesta muy personal en la que he tenido el apoyo de mi padre”, confiesa a Vanitatis.

Sin embargo, hace poco más de dos meses se hicieron cambios en la sociedad de la finca. Hasta el pasado noviembre, Alejandra y Espartaco eran administradores solidarios de la empresa, pero tal y como refleja el Registro Mercantil, desde ese momento la sociedad pasó a estar gestionada por un administrador único, en este caso Espartaco.

Se trata de un gran cambio sobre el papel que podría indicar que ella quedaba fuera del negocio, pero tal como la propia Alejandra explica amablemente a Vanitatis, no es más que un trámite y en la práctica ella sigue al frente. Además, ya está todo preparado para que después de dar a luz continúe siendo así. El equipo que trabaja hasta ahora con ella seguirá haciéndolo y ella se incorporará cuando lo considere oportuno después de tener a su niña.

De los tres hijos del diestro, ella es la que más unida está a su padre, y es entre otras cosas por esa pasión que les une por el campo y los animales. De hecho, la idea de Alejandra siempre fue estudiar Veterinaria, pero finalmente tomó la decisión de cursar Administración y dirección de Empresas y posteriormente un Máster en Marketing y Gestión Comercial, cuyos conocimientos está ahora volcando en el buen funcionamiento del reclamo turístico en el que han convertido el campo en el que su padre está viviendo su retiro.

Y Alejandra, feliz, pues aunque comparte muy poco de su vida privada y es bastante reservada en cuanto a los momentos que muestra a través de redes, sí ha confesado que está viviendo un momento maravilloso y disfrutando de la espera de su bebé junto a su pareja, Tito Novales. Él dirige una agencia de comunicación y publicidad desde antes de conocer a la que ahora es su mujer y mantiene una relación muy cordial con su suegro.

A todos les une la pasión por el campo y la naturaleza, tanto que han fabricado incluso aceite de oliva para tomar en casa: “Es para consumo propio, no lo hemos comercializado, lo envasamos y es el que tomamos aquí. Todo lo que tenga que ver con el campo y la naturaleza me gusta”, concluye Alejandra.