No solo Jan: cuando el rey Juan Carlos tenía un criadero de perros en Zarzuela
Estas mascotas han acompañado siempre a la familia real y eran habituales en los posados de los Borbón en Marivent. Al rey jubilado le gustaba regalar sus cachorros
El viaje de la infanta Sofia al internado de Gales ha servido para que veamos que los perros siguen formando parte de la vida de la familia real. Jan se convirtió en el 'invitado sorpresa' en la despedida escenificada a las puertas de la casa del Jefe del Estado y su familia. Hasta ese momento no había imágenes de este tipo que en cambio sí fueron habituales a lo largo de la vida de los Borbón Grecia.
Los perros formaban parte de los posados tanto en los veranos de Mallorca como en los encuentros con la prensa en el palacio de la Zarzuela. Hay numerosos reportajes gráficos y vídeos del príncipe Felipe y las infantas de pequeños jugando en los jardines con sus perros. Según iban creciendo, las mascotas también. Cuando el heredero cambió de vivienda y se instaló en lo que se conoce como el pabellón del príncipe, se mudaron también sus perros, que se paseaban felices por los salones y el dormitorio de don Felipe. Compartían el ocio con las amistades y familiares que visitaban el palacio.
Según informaciones que se publicaron en su día, la llegada de la princesa Letizia cambió algunas normas. No estaba acostumbrada a convivir con peludos. Tenía su explicación. Al ser muy complicado conciliar el cuidado de una mascota con el trabajo periodístico, nunca los tuvo. Por lo tanto, no entraba en la agenda compartir dormitorio con los perros, como había ocurrido hasta ese momento. Esta fue una historia que circuló y se publicó en los medios en aquellos primeros años de cambios en la vida del príncipe Felipe y la periodista Letizia Ortiz.
Ahora las imágenes de la infanta Sofía con Jan demuestran que las mascotas siguen siendo los mejores amigos no solo de la familia real titular, sino también del resto de los Borbón. María Zurita contaba el papel tan destacado que tuvo su perro en el nacimiento de su hijo Carlitos. La prima de Felipe VI tuvo un parto prematuro y gracias a su intervención todo salió bien. “Me despierta Zeta (porque estaba sangrando) y me dio tiempo a llegar al hospital. A pesar de ser días de fiesta, estaban todos los médicos. Es un perro muy cariñoso y paciente que se ha adaptado perfectamente al niño”. Quizá esta intervención canina haya sido la más representativa de ese amor que sienten en general las personas y no solo la familia real por sus perros.
Y hay muchas más historias que al aparecer el labrador Jan despidiendo a la infanta Sofia se han actualizado. La mascota de los Urdangarin Borbón ha sido y es un golden retriever que viajó con la familia a Ginebra. Se convirtió en el acompañante de Iñaki, que una vez que ya no tuvo su especialísimo trabajo en Telefónica se dedicó a las labores domésticas. Hay varias imágenes del exduque haciendo la compra con Tyler.
Esta raza, junto con el pastor alemán, ha sido la preferida de don Juan Carlos. Durante 25 años tuvo en el palacio de la Zarzuela un criadero de golden. En los concursos, otros criadores se quejaban porque decían que siempre ganaban los perros de Zarzuela. Unas camadas se vendían y otros animales los regalaba, como hizo con el que fuera embajador en Naciones Unidas Inocencio Arias. El diplomático se llevó uno de los perros a Nueva York. La madre de Jaime de Marichalar también recibió su mascota de manos del consuegro rey y varias de las amistades de Palma también tuvieron su cachorro.
"No, majestad"
José Luis de Vilallonga contaba en sus memorias que era un regalo envenenado. “Si no lo aceptas porque no quieres perro, es un feo y si te lo quedas, un engorro”. El escritor y biógrafo autorizado de don Juan Carlos fue el único que le dijo: “No, majestad. Me viene muy mal”. Y así quedó la cosa. Contaba el aristócrata que tanto en Palma como en Madrid hay familias que no saben que su mascota desciende de esos primeros padres que se criaron en el palacio de la Zarzuela.
Los perros formaban parte de los alicientes en los posados veraniegos de Marivent. No había mucho que contar de esos encuentros de la prensa con el jefe del Estado. Se describía cómo iban vestidos los Reyes, el Príncipe y las Infantas, sus paseos en el Fortuna y, en el caso de los hijos y el padre, sus logros en las regatas. Nada más. No había datos sobre qué parientes recalaban en el hogar Borbón Grecia ni tampoco sobre las salidas privadas de don Juan Carlos con la llamada corte de Mallorca, pero en cambio sí de los perros que viajaban con la familia a las Baleares y que se convertían en personajes colaterales. Lo mismo que ha sucedido ahora con Jan.
A menudo se veía al Rey con su amigo y armador del Bribón Josep Cusí en el Club de Mar acompañado de alguno de sus perros. El príncipe Felipe, con su schnauzer, que incluso llegó a visitar al heredero cuando este se encontraba en Estados Unidos estudiando; a don Juan Carlos le seguía a todas partes su golden y Arky, el pastor alemán.
Hay unas fotos de la princesa Diana de Gales en la terraza de Marivent sujetando a su hijo Harry de dos años mientras la reina Sofía lleva en sus brazos un perro de raza tibetana. Se llamaba Bobby y la relación con Arky no era muy cordial. Los perros tienen esa sensibilidad que hace que se den cuenta de si los dueños conectan o no. En aquellos años, la relación entre los Reyes eméritos ya era bastante fría y los perros lo sabían.
El viaje de la infanta Sofia al internado de Gales ha servido para que veamos que los perros siguen formando parte de la vida de la familia real. Jan se convirtió en el 'invitado sorpresa' en la despedida escenificada a las puertas de la casa del Jefe del Estado y su familia. Hasta ese momento no había imágenes de este tipo que en cambio sí fueron habituales a lo largo de la vida de los Borbón Grecia.