Eugenia Martínez de Irujo, un cactus y unas gracias infinitas

Eugenia Martínez de Irujo ha vivido una infancia rodeada de numerosas obras de arte, tanto del panorama nacional como internacional; una afición que acabó llevando a la práctica desde que su madre, Cayetana Fitz-James Stuart, la animara a pintar siendo muy pequeña.

Sin embargo, aunque no siempre ha estado tan presente en su vida como le hubiera gustado, el aislamiento durante la pandemia le proporcionó la excusa perfecta para reanudar uno de los ‘hobbies’ que más le apasionan. “En la pandemia retomé mi afición por pintar y expuse mis dibujos en la galería Espacio Valverde, en un acto benéfico para la Fundación Querer”, explicaba para Vanitatis en una entrevista en 2022.

Hace unas horas, una de sus seguidoras recibía emocionada un paquete de la aristócrata. Junto a un libreto de la exposición mencionada, a la admiradora le llegaba un dibujo de Eugenia, envuelto con delicadeza en un papel de seda de color rosa palo. La imagen es la de un cactus redondo al que le están saliendo las flores.

“No puedo expresar la emoción que siento al recibir esta obra de mi queridísima Eugenia. La obra CACTUS. Mil gracias, Eugenia, siempre me has tratado con mucho cariño y eres un amor de persona. Seguro que ocupa un lugar muy especial en nosotros esta obra. No dejéis de seguir el talento de esta chica, además de un gran corazón y humildad. Siempre tuve gran admiración por la Casa de Alba, ¡pero ahora más!”, escribía en su post la seguidora de la duquesa de Montoro.

Por su parte, la propia Eugenia ha querido corresponderle compartiendo una ‘story’ de su fan donde aparece el dibujo ya enmarcado. “¡¡¡Gracias a ti infinitas!!!”, comentaba Martínez de Irujo.

La artista, que ha recibido siempre clases de pintura, opta en sus obras por un estilo que le permita ser ella misma: “Creo que he construido un estilo personal basado en todo aquello que me gusta. El color y poder plasmar mi personalidad sin cortapisas es lo que busco al crear. A consecuencia de la pandemia, volví a sentir la necesidad de pintar. El color de mis pinturas era la mejor terapia para combatir esa tristeza; me pasaba horas y horas pintando. Prefiero hacerlo en casa, junto a mis perros. Allí me concentro muchísimo”, contaba en su momento para Vanitatis.