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El fracaso de la reina Sofía
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El fracaso de la reina Sofía

Las aguas en Mallorca están más revueltas que nunca, y no por causa de ningún viento de Tramontana o Gregal. El ir y venir de miembros

Las aguas en Mallorca están más revueltas que nunca, y no por causa de ningún viento de Tramontana o Gregal. El ir y venir de miembros de la Familia Real a Marivent, con los consiguientes cálculos de algunos para no coincidir con esos otros con los que la relación no es lo suficientemente fluida, están convirtiendo este verano en uno de los más movidos y ajetreados que se recuerdan en lo que a la Primera Familia se refiere. En medio del vendaval marcado por las presiones del rey y del príncipe a la infanta Cristina, el confinamiento de los duques de Palma en Pedralbes y las tensiones existentes entre las y los cuñados, tan sólo se ha alzado una voz mediadora que, pese a los esfuerzos, no ha tenido demasiado éxito en su propósito conciliador: la reina Sofía.

La esposa de don Juan Carlos se ha convertido en el único nexo de unión en el seno de la Familia Real patria. En multitud de ocasiones ha antepuesto su papel de madre y abuela al institucional, como cuando se desplazaba a Washington para ver a su hija, su yerno y sus nietos con el consiguiente disgusto del rey, y también ahora, cuando no ha dejado de insistir a la infanta Cristina para que le enviara a Juan, Miguel, Pablo e Irene a Marivent con ella, hasta que finalmente consiguió su objetivo. 

Pese a su empeño en alcanzar un punto de convergencia con el resto de miembros del clan Borbón y solucionar de una vez por todas el conflicto familiar, lo cierto es que sus esfuerzos por salvaguardar la institución -no la monárquica precisamente- han sido en vano. Ni la infanta Cristina ha viajado a Mallorca para acompañarla en sus vacaciones (a lo que ha contribuido necesariamente la presión que ha ejercido don Juan Carlos sobre su hija) ni ha podido disfrutar de sus cuatro nietos más de tres días.

Los hijos de los duques de Palma, que el pasado domingo abandonaban Pedralbes visiblemente afectados y con lágrimas en los ojos, permanecían en Marivent con sus primos Marichalar Borbón y su abuela dos noches y tres días. Este martes hacían de nuevo las maletas y ponían rumbo a Barcelona, para celebrar con su padre el día de San Ignacio. Unas fugaces vacaciones que terminaban por sorpresa, sin la presencia de la infanta Cristina y sin el tiempo que había confirmado Zarzuela, que aseguraba que los hermanos Urdangarin Borbón pasarían en la isla una semana.

Los intentos de la reina Sofía por llegar a un entendimiento familiar resultaban, por tanto, del todo ineficaces. Ahora, la esposa de don Juan Carlos se ha quedado sola en Marivent, con la única compañía de su hija Elena y sus nietos Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Los últimos movimientos llevados a cabo en el entorno de la Familia Real son, cuando menos, difíciles de entender, y sólo queda esperar la llegada de los príncipes de Asturias y del rey que, como ellos pretendían, no coincidirán en Palma con la infanta Cristina y su marido, después de que estos hayan dado plantón a doña Sofía. La resolución del conflicto familiar está cada vez más lejos.

Las aguas en Mallorca están más revueltas que nunca, y no por causa de ningún viento de Tramontana o Gregal. El ir y venir de miembros de la Familia Real a Marivent, con los consiguientes cálculos de algunos para no coincidir con esos otros con los que la relación no es lo suficientemente fluida, están convirtiendo este verano en uno de los más movidos y ajetreados que se recuerdan en lo que a la Primera Familia se refiere. En medio del vendaval marcado por las presiones del rey y del príncipe a la infanta Cristina, el confinamiento de los duques de Palma en Pedralbes y las tensiones existentes entre las y los cuñados, tan sólo se ha alzado una voz mediadora que, pese a los esfuerzos, no ha tenido demasiado éxito en su propósito conciliador: la reina Sofía.

Fundación Reina Sofía