El cambio de imagen de la infanta Cristina: así resurge de sus cenizas tras su separación

La infanta Cristina comienza a resurgir de sus cenizas y hemos podido verla de lo más guapa en la boda de Mafalda de Bulgaria, hija de sus grandes amigos Kyril de Bulgaria y Rosario Nadal. Con un vestido bastante hippie de rayas de colores y alpargatas de esparto en color rojo, la hija menor de los reyes eméritos era fotografiada a su llegada a Porreres, en Palma de Mallorca, donde Kyril tiene una finca y donde celebraron la fiesta previa a la boda de su hija Mafalda con Marc Abousleiman.

Atrás van quedando los días grises en los que se vio sumida tras salir a la luz las imágenes de su todavía marido, Iñaki Urdangarin, de la mano de una compañera de trabajo, Ainhoa Armentia, en enero. Si en un principio apenas salía de casa y se mantenía aislada en Ginebra, asimilando que su relación estaba rota tras casi 25 años y cuatro hijos en común, ahora podemos verla mucho más sonriente y rejuvenecida, alternando por Madrid con amigos como Antonio Resines y su mujer, o este pasado fin de semana en Mallorca en la boda de Mafalda de Bulgaria.

Han sido, y siguen siendo, meses muy complicados para Cristina, a la que podíamos ver en contadas ocasiones visiblemente más delgada, ojerosa e incluso vistiendo de negro, como cuando reaparecía en Barcelona para animar desde las gradas a su hijo Pablo, jugador de balonmano en el Barça, en un partido de Champions. En sus primeras apariciones, la hermana del rey Felipe VI podía incluso camuflar la tristeza que le ha provocado su separación de su rostro bajo la mascarilla y, según la ocasión, las gafas de sol, pues las prohibiciones por la pandemia bien le permitieron ocultar su dolor del ojo público sin tener que quedarse en casa.

Pero la infanta Cristina ha vuelto a sonreír y tiene mucho mejor aspecto. El color, poco a poco, está volviendo a su vida y así se ha demostrado en las imágenes que hemos podido ver de ella estos días en diferentes medios cuando acudía este pasado sábado a la boda de Mafalda Sajonia-Coburgo-Gotha y el empresario de origen libanés Marc Abousleiman. Una presencia que causó gran sensación y que evidenciaba que Cristina va dejando la sobriedad atrás para lucir un vestido de lo más veraniego lleno de color y estampado de rayas verticales, con un largo casi hasta la mitad de la pantorrilla.

La infanta regresaba así a Palma y lo hacía junto a su hijo Miguel y su hermana, la infanta Elena, uno de sus grandes apoyos en este momento tan difícil para ella. Aunque no han trascendido imágenes del look que la infanta Cristina llevó el día de la boda, debido a las estrictas medidas de seguridad que hicieron que la hija pequeña del rey emérito llegase en una furgoneta con los cristales tintados, ha sido el tío de la novia, Konstantin de Bulgaria, quien, a su llegada a España, ha confesado que Cristina “estaba muy bien”.

Desde luego, el buen aspecto que lució el día previo al enlace, con ese look hippie lleno de color, el pelo suelto peinado de peluquería y gafas de sol, evidencia que los días más tristes van quedando atrás y la infanta enfrenta el futuro con una sonrisa, aunque sea solo por momentos y cuando se rodea de las personas que más la quieren. Su hermana Elena, que optó por un estilismo de grandes lunares en la falda y chaqueta de color blanco con una gran flor, ha sido, junto a la reina Sofía, uno de los pilares en los que apoyarse. No ha sido el caso de su hermano Felipe, con el que no guarda relación a raíz del caso Nóos y después de que le fuera retirado el título de duquesa de Palma.

Konstantin de Bulgaria habló de una Cristina “tranquila” y “cómoda”, y es que la infanta está en un proceso de cambio en el que su trabajo en la Fundación Aga Khan le sirve de vía de escape para dejar atrás su vida con el que ha sido su marido, Iñaki Urdangarin, del que siempre se ha mostrado de lo más enamorada y por el que lo apostó todo, incluso en los peores momentos, donde llegó a renunciar a su propia familia.