Máxima de Holanda y Silvia de Suecia lucen sus dos mejores tiaras para una cena de gala en Estocolmo

Si hay dos familias reales que echan mano sin complejo a sus respectivos joyeros son la sueca y la holandesa. Y esta noche, ambas se han encontrado en el Palacio Real de Estocolmo para una cena de gala en la que las mujeres Bernadotte y Orange han tirado la casa por la ventana con históricas alhajas y sus mejores vestidos. Guillermo Alejandro y Máxima de los Países Bajos se encuentran en Suecia realizando una visita de Estado, y este primer día ha terminado con la velada ofrecida en su honor por los reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia.

Eran las 20:00 horas cuando las dos parejas reales posaban ante los medios en los salones de palacio, antes del besamanos. Era entonces cuando se desvelaba qué tiaras habían elegido las reinas para la cena. Lo llamativo es que ambas han coincidido en decantarse por las piezas más valiosas y significativas de sus respectivos joyeros. Empecemos por Máxima, quien ha elegido la tiara Stuart. La lució por primera vez en 2018 en Luxemburgo, pero no fue hasta su visita de Estado a Reino Unido cuando desempolvó el impresionante diamante Stuart, que corona la pieza, una piedra única, de valor incalculable, que solo ha llevado en Buckingham.

En esta ocasión, en Estocolmo, ha optado por jugar con la tiara, de 900 diamantes y creada por Eduard Schürmann & Co. Es habitual que la reina holandesa modifique las joyas a su antojo, y esta vez ha quitado uno de los dos diamantes laterales para que coronasen la pieza, colocándolo en el lugar en el que va el diamante Stuart. El de esta velada, claro está, es mucho menor, ya que si algo caracteriza al Stuart es su gran tamaño, pues su peso es de 39,75 quilates.

La tiara, que fue realizada para la reina Guillermina, bisabuela de Guillermo Alejandro, tiene un collar a juego y un espectacular broche en forma de lazo, del que Máxima ha prescindido. En su lugar ha preferido un famoso 'devant de corsage' que consta de un gran lazo decorado con cinco diamantes rosas de una gran rareza. Del lazo sobresalen guirnaldas de las que cuelgan tres perlas en forma de pera y un lazo más pequeño.

El broche iba colgado del sari que la argentina ha elegido para la ocasión, un vestido de Jan Taminiau, quien la vistió en su coronación y que tiene gran éxito entre las famosas españolas, siendo Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar, una de sus mejores clientas. El diseño no es nuevo, ya se lo habíamos visto a Máxima en su visita de Estado a la India en octubre de 2019. Hablamos de un vestido en rosa fresa bordado con una explosión de flores de distintos colores, elaborado en jacquard, con cintura marcada y escote asimétrico del que cae una sobretela a modo de capa del hombro derecho. La reina llevaba, además, la banda azul de la Orden de los Serafines.

Quizás conociendo la pasión de Máxima por las joyas, la reina Silvia no se ha querido quedar atrás, rescatando una tiara que hacía más de doce años que no se ponía, concretamente desde la boda de la princesa Victoria y Daniel Westling, en junio de 2010. Es la tiara Braganza. Fue un regalo de Pedro I, quien mandó hacer esta tiara para regalársela a su segunda esposa, Amalia de Leuchtenberg, con motivo de su enlace. Pedro I de Brasil y VI de Portugal era también duque de Braganza, de ahí que esta tiara floral de estilo neoclásico recibiera este nombre. Realizada en Francia, está elaborada con diamantes brasileños engarzados en oro y plata.

Amalia enviudó muy joven y a su muerte no quedó descendencia que pudiera heredar sus joyas, pues la única hija del matrimonio había fallecido con tan solo 21 años. Las joyas pasaron a manos de su hermana Josefina, quien se había hecho cargo de ella al final de sus días, cuidándola en los momentos en los que más lo había necesitado. Josefina, reina viuda de Suecia y Noruega tras la muerte de su marido el rey Óscar I, se llevó las joyas a Suecia. Algunas de ellas pasaron a manos de la familia real de Noruega, como la tiara de esmeraldas que en ocasiones hemos visto lucir a la reina Sonia. Otras se quedaron en manos de su hijo, el rey Óscar II, y de ahí las han heredado los Bernadotte.

Quienes también han llamado la atención por sus buenas elecciones han sido las princesas Victoria y Sofía de Suecia. La heredera ha estrenado un vestido color morado en seda, con escote asimétrico acabado en lazada, cuerpo drapeado y cintura marcada. Como tiara, elegía la de amatistas, a juego con su vestido. Se trata de una joya que fue propiedad de Josephine de Leuchtenberg y que llegó a la corte sueca tras su matrimonio con Óscar I. Llevaba, además, los pendientes a juego y el broche, que sujetaba la banda de la orden que le ha concedido Guillermo Alejandro, la del León Holandés.

Sofía, por su parte, estrenaba también vestido, ella en verde, con cuerpo palabra de honor y puños terminados con botonadura, y falda de seda de vuelo. La princesa Sofía optaba por la tiara que más le hemos visto desde que se casó. Se trata de un regalo de sus suegros con motivo de las nupcias con Carlos Felipe. Sin embargo, la diadema fue modificada hace unos años para adaptarla mejor a Sofía. La joya se abrió haciéndola más circular y se le quitaron las esmeraldas que originalmente llevaba. Ahora la princesa tiene más opciones: llevarla sin nada, lucirla con las esmeraldas, como ha hecho esta noche, o añadirle distintas piedras, como perlas o turquesas, dependiendo del color de su vestido.

Una mañana intensa

La cena ponía el broche de oro a una jornada llena de momentos entrañables. Como el encuentro entre la princesa Estelle, de solo diez años, y su padrino Guillermo Alejandro. La primogénita de Victoria y Daniel ha estado presente en el almuerzo que los reyes han ofrecido a sus invitados tras la ceremonia de bienvenida. Todos juntos han posado para los medios en los salones de palacio, siendo la gran protagonista la pequeña princesa, quien sonreía tímida con un vestido con print de pata de gallo y bolsito negro.

Máxima elegía para la ocasión un vestido en rosa palo de su firma de cabecera, la belga Natan. Se trata de un diseño tipo abrigo, de tafetán, con mangas abullonadas, escote en pico y maxicinturón terminado con lazada. A su llegada llevaba por encima una capa en color camel de Valentino. Lo ha combinado con un tocado a juego con el vestido, cartera de mano del mismo tono de Hermès y salones de Gianvito Rossi. Los pendientes, de diamantes, oro blanco y amatistas rosas, son de Juwelier Steltman.

Por su parte, Victoria se decantaba por un vestido en color berenjena con chaqueta y complementos a juego, entre ellos un tocado de Örjan Jakobsson y salones de Marzio. La princesa Sofía apostaba por un vestido rojo con cintura elástica, cuello redondo y manga francesa de la firma Lilli Jahilo. Lo combinaba con unos salones atados al tobillo, de Daniela Tortora, un nuevo clutch de Bottega Veneta y un tocado del mismo color.