Primicia | La infanta Cristina vivirá en Ginebra el primer año universitario de su hija

Las dos saben que es un reto y así es como se lo han planteado. La infanta Cristina e Irene Urdangarin vivirán juntas los primeros meses de este curso, el primer año universitario de la joven. Será en septiembre, y a partir de entonces verán si la distancia que tendrá que recorrer a diario les encaja en su día día.

La única hija de la expareja formada por doña Cristina e Iñaki Urdangarin se ha matriculado en la École Hôtelière de Lausanne (conocida como EHL). Es la más prestigiosa en todo el mundo y está a unos cuantos kilómetros de Ginebra. En concreto, a poco más de 70, lo que supone un viaje de unos 50 minutos de ida y los mismos de vuelta.

“Lo van a intentar -señalan fuentes familiares a Vanitatis-. Son conscientes de que puede ser duro, pero al principio verán si les va bien o no. Irene no quiere dejar sola a su madre y doña Cristina está feliz con su hija en casa”.

Sine die

Los primeros meses de curso serán los que sirvan para probar si la experiencia es demasiado difícil o si vale la pena. Así pues, la infanta Cristina ha decidido seguir viviendo en Ginebra, al menos este curso que viene.

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Hace años que se especula con una posible vuelta a España, pero desde su entorno inmediato no se cansan de repetir que no, que en la ciudad suiza vive muy tranquila y feliz, sin que nadie la moleste. Además, hace ya un tiempo se mudó “a una casa, con jardín privado, muy bonita, y no quiere volver a España por el momento”.

La mayoría de sus hijos viven fuera de España. Todos menos Pablo, que vive en Barcelona, y lo hace muy integrado ahora en la familia de su novia, Johanna Zott, con quien comparte su día a día. Incluso duerme en casa de los Zott en Esplugues muchas noches. Y no solo eso, Pablo cuenta con sus primos Gui, los hijos de Ana Urdangarin, que son grandes aliados y le ayudan a sentirse en casa. Lo ha dicho él mismo y lo confirman todas las fuentes consultadas.

La vida de los otros

Mientras, Miguel y Juan, tal como informó Vanitatis en exclusiva hace unos días, viven en Reino Unido. Juan, en Londres, donde trabaja para la empresa de coches de Alejandro Agag, yerno de José María Aznar y Ana Botella; y Miguel, en un municipio al sur de Londres, que la familia prefiere que no se desvele, para que pueda mantener su intimidad. Allí se ha graduado en Biología Marina, en una de las mejores universidades del mundo de esta especialidad. Y después de vivir unos meses explorando el mundo y la naturaleza, volverá para estudiar algún máster y especializarse todavía más.

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Por todos estos motivos, la infanta Cristina ha encontrado en Ginebra su casa y su refugio. Allí vive ajena a los focos, sobre todo desde que se mudó a un barrio más moderno y alejado del centro histórico. Todos los medios conocían su antigua casa y aquel portón de madera gigantesco que se abría y cerraba para que entraran los miembros de la familia forma parte ya del imaginario colectivo.

Planes rotos

Durante el caso Nóos, aquella puerta era el foco mediático de tantos enviados especiales españoles y al final esa casa se convirtió en una pesadilla. Por eso la infanta Cristina se mudó. Por eso y porque esperaba a su marido, Iñaki Urdangarin, una vez hubiera salido de la cárcel. Los planes de ambos eran que él volviera a Ginebra, por eso ella nunca se planteó vivir en España por entonces. Disfrutaban pensando en el futuro, en una vida tranquila y estable después de haber atravesado momentos tan duros.

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Todo se truncó cuando Urdangarin empezó una relación con su compañera de trabajo, Ainhoa Armentia, y decidieron separarse. Ahora están en plena negociación por el divorcio, una negociación dura, que se rompió en junio por las exigencias económicas del exduque de Palma.

Visitas frecuentes

Así que doña Cristina no piensa volver a vivir en España. Y eso que tanto ella como su hija Irene son conscientes de que será complicado. Tendrá que ir y venir cada día en un largo trayecto. Ya cuenta con amigos que la llevarán hasta que no logre el carné de conducir y pueda ir con su propio coche, lo que le dará mucha más autonomía.

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Con todo, si madre e hija ven que la situación no encaja, que es demasiado tiempo perdido para Irene, la joven se irá a vivir al campus de la universidad. Y pasará, entonces, los fines de semana con su madre, ya sea en Ginebra, ya sea en Barcelona o Madrid. Como vienen haciendo desde hace años, en los que, casi cada 15 días, la Infanta viaja a Barcelona y muchas veces lo hace acompañada de su hija.