Delphine de Bélgica y la guerra de nunca acabar: de no querer nada a exigirlo todo

Tras una larga batalla en los tribunales, la justicia belga determinó en 2020, siete años después de la primera demanda de paternidad interpuesta por la entonces Delphine Boël y ahora Delphine Sajonia-Coburgo, que la mujer de 53 años era fruto de una relación extramatrimonial del rey emérito Alberto II de Bélgica.Entre lágrimas, durante sus primeras palabras tras convertirse en princesa de Bélgica, insistía en que no había iniciado el proceso judicial por dinero. Algo que quedaba patente en un primer momento cuando varios medios de su país publicaban que Jacques Boël, quien ejerció de padre durante casi toda su vida y le dio su apellido, tenía una fortuna diez veces mayor que la del rey Alberto.

"Cuando salieron los resultados de las pruebas de ADN, no dije nada, lo mantuve en silencio. Le di la oportunidad de salir de todo esto como un hombre humilde y de salir los dos como ganadores. Pero no fue así. Y no quería que se me conociera como la hermana diferente", aseguró entonces ante la prensa.

Pero la hermanastra del actual rey de los belgas, fruto de la relación del monarca emérito con Sybille de Selys Longchamps, ha ido cual hormiguita dando pequeños pasos para ir consiguiendo sus objetivos dentro de la familia real. Tan solo unos meses después de su victoria judicial, en la que conseguía el derecho a usar el apellido familiar, Sajonia-Coburgo-Gotha, pasaba a la ofensiva.

Delphine exigía entonces al juez los mismos privilegios que sus hermanos, es decir, una paga estatal y una vivienda, como la que reciben Felipe, Laurent y Astrid, además del título de princesa. Pero ahora sus exigencias suben un poco más de intensidad al seguir insistiendo en la desigualdad de trato con ellos y reclamar su presencia como invitada a todos los eventos de la familia real.

A través de una carta remitida al primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, y redactada por el abogado de la artista, Marc Uyttendaele, Delphine ha manifestado su deseo de acudir "a todos los eventos reales”, y no solo a la fiesta nacional, el 21 de julio, o los homenajes a familiares fallecidos. En la misiva se destaca también su pesar por haber sido excluida de la celebración el pasado 15 de noviembre del Día del Rey.

La carta afirma de modo tajante que "la situación se está volviendo insostenible" y coloca "en un dilema" a Delphine, que según su abogado se enfrenta ahora a dos posibilidades: "O dice la pura verdad y daña la imagen de la monarquía, o se calla", algo que no parece dispuesta a hacer a tenor de las últimas informaciones.

En el documento, Uyttendaele ha recordado al primer ministro que el Tribunal de Apelación de Bruselas dictaminó en 2020 que Delphine debía situarse "en pie de igualdad" con los demás hijos de su padre, el rey Alberto II. El abogado asegura que su clienta "siempre ha tenido cuidado de no alimentar la polémica", pero también cree que la princesa "ya no puede evitar las preguntas de la prensa".

Fue la oficina del rey Felipe, a la que se dirigió en primer lugar, la que la remitió al Gobierno. Este alegó su falta de competencia en la materia y dijo que se trataba en última instancia de una decisión del Gobierno federal. "Hemos recibido la carta del abogado de la princesa Delphine y estamos preparando una respuesta", ha declarado De Croo, según informan varios medios belgas.

Una prensa que señala que a la ahora princesa se le había justificado la diferencia de trato por el hecho de que no recibe una dotación del erario público, pero su abogado considera que "no hay justificación para que no se la considere plenamente como miembro de la familia real".