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Margarita II de Dinamarca, la última reina de la vieja guardia: querida, respetada y altamente valorada
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Margarita II de Dinamarca, la última reina de la vieja guardia: querida, respetada y altamente valorada

Mientras la longeva monarca escandinava deja el trono en manos de su hijo Federico, recordamos la vida y los logros de una mujer moderna, creativa y de fuerte personalidad

Foto: Margarita de Dinamarca, en una imagen de archivo. (Getty)
Margarita de Dinamarca, en una imagen de archivo. (Getty)

Fallecida su prima la reina Isabel II de Gran Bretaña, Margarita II reina de Dinamarca, Groenlandia y las Islas Feroe había quedado en solitario como la última reina de Europa por derecho propio tras la ya lejana abdicación de su otra prima la reina Beatriz de Holanda. Una posición sin duda alguna singular, a la que también se sumaba el peculiar privilegio de ser la última soberana de Europa nacida de un matrimonio de rango igual entre príncipes, el rey Federico IX de Dinamarca y la princesa Ingrid de Suecia, y por tanto nieta, al mismo tiempo, del rey Christian X de Dinamarca y del rey Gustavo VI Adolfo de Suecia.

De ahí el gran vacío que su abdicación deja sentir, pues mientras llega la nueva generación de reinas que poblarán Europa (en Suecia, Bélgica, España, Holanda y Noruega), todas ellas nacidas de matrimonios de rango distinto, nadie podrá ocupar ese lugar simbólico que Margarita ha ostentado y al que ella siempre ha sabido sumar un más que valioso conjunto de cualidades personales ciertamente excepcionales.

placeholder Federico y Margarita. (Getty)
Federico y Margarita. (Getty)

Querida, respetada y altamente valorada en un pequeño país en el que la monarquía goza de una excelente salud, 'Daisy', como siempre ha sido conocida entre sus regios primos, ha cumplido a la perfección con las expectativas que su pueblo depositó en ella allá por 1972, cuando subió al trono tras el fallecimiento del rey Federico IX, un padre muy querido. Nadie ha podido nunca corregirle un punto ni una coma, y ni siquiera los vaivenes psicológicos y emocionales de su consorte, el un tanto pretencioso francés Henri de Laborde de Montpezat, pudieron dejar una mancha en su expediente, pues el suyo ha sido un reinado rico en estabilidad y en prosperidad para Dinamarca.

Un país en el que la monarquía no ha pasado por ninguna ruptura en más de mil años de existencia y que, desde el siglo XV hasta nuestros días, ha estado gobernado ininterrumpidamente por distintas ramas de la casa de Oldenburgo que a lo largo de la historia también ha dado zares, reyes y soberanos a Rusia, Grecia, Noruega y el gran ducado de Oldenburg.

placeholder Isabel II y Margarita de Dinamarca en 1980. (Getty)
Isabel II y Margarita de Dinamarca en 1980. (Getty)

Émula de su antepasada, y única otra gran reina danesa, Margarita I, Margarita II será recordada por su buen manejo de lo que es la realeza por la cercanía a su pueblo y por sus grandes intereses personales impregnados de una inspirada creatividad a lo largo de sus más de 52 años en el trono. Culta, talentosa y artista muy versátil, estudió Filosofía en la Universidad de Copenhague y Arqueología en Cambridge, compartiendo con su abuelo el rey de Suecia una gran pasión por la arqueología que, a lo largo de su vida, la ha llevado a participar en numerosas excavaciones dentro y fuera de su país.

Todavía estudiante en Gran Bretaña, ilustró con mano propia bajo el pseudónimo 'Ingahild Grathmer' la novela épica 'El Señor de los Anillos', de Tolkien, y en décadas posteriores siempre supo maridar sus labores de representación con una amplia producción artística en numerosos ámbitos: diseño de escenografías y vestuario para la escena (destacan sus trabajos para la obra 'La reina de las nieves'), pintura con acrílicos, acuarela, dibujo, bordado, ilustración y hasta el diseño de su propia tumba.

placeholder  Una joven Margarita en 1965. (Getty)
Una joven Margarita en 1965. (Getty)

Trabajadora infatigable, también ha sabido encarnar de forma notable la idea de majestad sin que ello la envolviese en un halo de lejanía o de soberbia, siendo muy consciente de la importancia de las tradiciones y de los elementos simbólicos en el mantenimiento de la imagen pública de una monarquía y de una dinastía.

Modernidad y tradición

Moderna, 'avant la lettre', no por ello dejó de salir nunca al balcón del palacio de Amalienborg para, desde allí, saludar y arengar con pasión todos los años a su pueblo, con su imagen inimitable siempre envuelta en sus grandes abrigos de pieles y tocada con el gran collar de la orden del Elefante y cubierta de valiosas joyas de la corona, entre las que destacan los bellos diamantes Rosenborg.

Muy querida y valorada entre sus primos regios de Europa, –su hermana Ana María es la reina madre de Grecia–, guarda un parentesco muy estrecho con los monarcas de Suecia, Noruega, Gran Bretaña, Bélgica y Luxemburgo, y no podemos olvidar su cercanía de sangre y de amistad con la reina doña Sofía quien, por nacimiento, también ostenta el título de princesa de Dinamarca. Hija de rey Federico IX y de la valorada princesa Ingrid de Suecia, su subida al trono en 1972 tuvo que pasar previamente por una modificación en las leyes sucesorias en 1953, al darse el caso de que sus padres no tenían hijos varones.

placeholder La reina Margarita, el día de la boda de Federico y Mary. (Getty)
La reina Margarita, el día de la boda de Federico y Mary. (Getty)

Un cambio que desplazó en el orden sucesorio al hasta entonces heredero, su tío el príncipe Knud, pero una modificación que resultó ser un completo acierto, pues si en el momento de su acceso al trono el porcentaje de daneses a favor de la monarquía era del 42%, en la actualidad esa cifra se eleva a un saludable 85,4%. Algo que facilita enormemente la sucesión a pesar del reciente escándalo marital del príncipe heredero, Federico, que sin duda continúa gozando de una gran popularidad.

Mujer de su tiempo, Margarita II ha sabido navegar con buena brújula durante su largo reinado, sin sentir que para ello tenía que prescindir de los necesarios elementos de boato que envuelven a las monarquías de su magia y de su mística. Pero también ha sabido en tiempos recientes tomar decisiones difíciles como recortar el número de príncipes de Dinamarca.

placeholder La reina Margarita de Dinamarca, junto a su familia en Amalienborg. (EFE)
La reina Margarita de Dinamarca, junto a su familia en Amalienborg. (EFE)

Una titulación que recientemente decidió retirar a sus nietos Nicolas, Félix, Enrique y Athena, hijos de su segundogénito el príncipe Joaquín y actualmente titulados condes y condesas Laborde de Montpezat. Un reajuste necesario en un clan ya amplio, en el que la reina ha querido siempre incluir en los actos de corte a sus hermanas la reina Ana María de Grecia y la princesa Benedicta, con sus hijos, y a su primo, el conde Ingolf de Rosenborg.

Daisy, que no quedará ociosa por sus innumerables y reconocidos intereses personales, puede darse por satisfecha tras el segundo reinado más largo de la historia de Dinamarca y pasará a la historia con nombre propio. Mucho ha sido lo hecho, mucho también lo representado y lo sostenido, y hoy veremos a las masas congregarse bajo el balcón del palacio de Christianborg para despedir a una soberana emblemática y de fuerte personalidad, posiblemente el estandarte de una vieja monarquía que ya no volverá, y dar paso al nuevo reinado de Federico X.

Fallecida su prima la reina Isabel II de Gran Bretaña, Margarita II reina de Dinamarca, Groenlandia y las Islas Feroe había quedado en solitario como la última reina de Europa por derecho propio tras la ya lejana abdicación de su otra prima la reina Beatriz de Holanda. Una posición sin duda alguna singular, a la que también se sumaba el peculiar privilegio de ser la última soberana de Europa nacida de un matrimonio de rango igual entre príncipes, el rey Federico IX de Dinamarca y la princesa Ingrid de Suecia, y por tanto nieta, al mismo tiempo, del rey Christian X de Dinamarca y del rey Gustavo VI Adolfo de Suecia.

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