Clark Gable y Carole Lombard, la pareja gamberra que rompió un trágico accidente de avión
Este lunes se cumplen sesenta años del fallecimiento del mítico protagonista de 'Lo que el viento se llevó'. Recordamos al que fue el gran amor de su vida, la 'reina de la comedia' de los años 30
El número 7000 de Hollywood Boulevard sigue siendo un lugar mágico. Y no solo porque allí se ubica el mítico Roosevelt Hotel en el que se celebraron los primeros Oscar, sino porque una de sus suites albergó los inicios de uno de los amores más legendarios de Hollywood: el de Carole Lombard y Clark Gable. Alrededor de 1936, la pareja ocupaba la habitación, que hoy lleva su nombre, de tapadillo. Había razones para el secretismo: el actor seguía casado en segundas nupcias y aquel enamoramiento habría supuesto un escándalo enorme para la prensa del momento.
Años después de aquellos encuentros y de la muerte de Gable, que falleció un 17 de noviembre de hace 60 años, nadie duda de que Lombard fue el gran amor de su vida, la mujer que tuvo mucho que ver con quién fue el protagonista de 'Sucedió una noche', del rey de la Metro y de un cine que ya nunca volverá.
Los dos se conocieron en el rodaje de 'No man of her own' (1932), que curiosamente fue la única película que rodaron juntos. Por entonces, ambos estaban casados. Carole, por ejemplo, había contraído matrimonio con otra gran estrella, William Powell. Aunque ya tenían una química envidiable en pantalla, no hubo el más mínimo filtreo entre ella y Gable, que ya daba sus primeros pasos para hacer honor a su sobrenombre, El Rey.
Varios años más tarde, Carole Lombard asistió a un baile organizado por el millonario John Hay Whitney. Y allí, entre canción y canción, volvió a encontrarse con Gable. Las cosas habían cambiado para ambos. La crítica consideraba a la actriz una auténtica reina de la comedia, una bufona rubia de grandes ojos cuyo irónico sentido del humor iba parejo a su belleza. Clark ya podía presumir del Oscar que había ganado por 'Sucedió una noche', una película en la que en principio no quería estar. La noche de baile exigía una etiqueta: todos los invitados tenían que ir vestidos de blanco. Lombard, que ya había dado sobradas muestras de su capacidad para la gamberrada en el cine, con personajes como los de 'La comedia de la vida' (1934) o 'Al servicio de las damas' (1936), asistió al evento con un traje similar al de una enfermera. La forma de llegar al salón de baile también fue original: en una camilla y dentro de una ambulancia. Entre los muchos invitados que se quedaron de piedra, atónitos y riendo a carcajadas, estaba Clark Gable. Como si se tratase de su legendario Rhett Butler, admirado ante las irreverencias de una pícara Scarlett O'Hara, se dice que esa misma noche se enamoró de la actriz. Al fin y al cabo, había encontrado a su igual en versión femenina.
Tal y como revelan las películas caseras de ambos que han llegado hasta nuestros días, Gable y Lombard estaban hechos el uno para el otro. Más que amantes, parecían los colegas de una juerga interminable. Pescando truchas, yendo de acampada o jugando al tenis, ambos protagonizaban una continua película de aventuras que, en este caso, era la vida real. En una época en la que todo parecía impostado siempre se mostraban con una naturalidad pasmosa, demostrando que el glamour no está reñido con la ironía ni con el sentido del humor. La mayoría de esas cintas las rodaron amigos o invitados a su finca de Encino, una especie de Arcadia en la que huían del oropel hollywoodiense; el lugar donde eran libres de hacer lo que les diese la gana.
Cuando Gable obtuvo el divorcio, en 1939, ambos se fugaron a Kingman, Arizona para contraer matrimonio. Ninguno de los dos tenía prisa en hacerlo, pero los jefes de publicidad de sus respectivos estudios consideraban que su amor debía estar legalizado ante la puritana sociedad de los 30. 1939 fue, de hecho, uno de los años más importantes en la vida personal y profesional de Gable; fue entonces cuando encarnó, casi a regañadientes, al Rhett Butler de 'Lo que el viento se llevó'. Lombard, una estrella a su altura gracias a comedias como 'La reina de Nueva York' (1937), vivió en primera persona el despido de George Cukor durante aquel rodaje o las neuras de su esposo cuando se quedó sin Oscar pese a las diez estatuillas que consiguió la película. Aquella fue, a su pesar, la noche de Robert Donat, que lo obtuvo por 'Adiós Mr Chips'.
Pese a todo, 'Lo que el viento se llevó' le dio muchas cosas, aparte de la inmortalidad. Meses antes de los Oscar, él y Lombard fueron vitorerados por media Atlanta, que salió a las calles para celebrar por todo lo alto la première de la película en un frío 15 de diciembre de 1939. Hay que recordar que, por entonces, la fama de Gable superaba a la de Vivien Leigh, pese a que su Scarlett O'Hara era la gran protagonista de la epopeya sureña de cuatro horas.
Meses después de aquel estreno, Gable y Lombard emprendieron una vida marital relativamente tranquila. Irónicamente, fue el ataque a Pearl Harbor el que propició que Estados Unidos le declarase la guerra a Japón y Alemania, el que dio al traste con la gran aventura de sus vidas. Como el resto del país, Hollywood se movilizó y lo hizo a través de estrellas como Carole Lombard. A principios de 1942, la actriz regresó a su Indiana natal para vender bonos de guerra, algo que muchos actores hacían dentro del célebre War Bond Tour. Su madre y Otto Winkler, amigo y publicista de Gable, la acompañaron en ese cometido.
La gira culminó con una cena en Indianápolis la noche del 15 de enero de 1942. Lombard había recaudado más de 2 millones de dólares y se mostró pletórica, emulando la V de victoria ante las cámaras de los periodistas. Winkler, su madre y ella iban a volver a Los Ángeles en tren pero la actriz no quería pasarse tres días en una locomotora. Como los otros dos miembros de la gira deseaban utilizar el tren, se jugaron la forma de viajar lanzando una moneda al aire. Desgraciadamente, fue Carole Lombard la que se salió con la suya: viajarían en avión.
El aeroplano hizo una parada en Las Vegas para repostar y nada hacía presagiar la tragedia. Minutos después, el piloto no se percató de que el vehículo no había alcanzado la altitud necesaria para sortear el imponente Monte Potosí. En una época en la que los controladores aéreos eran prácticamente ciencia ficción, el avión se acabó estrellando contra la montaña. Según recogió 'Las Vegas Review Journal', Gable viajó inmediatamente hacia el lugar de los hechos "esperando un milagro" que hubiese salvado la vida de su mujer. El milagro, por desgracia, era imposible: todos los ocupantes habían fallecido. Un amigo aconsejó a la estrella que mirase para otro lado cuando los forenses rescatasen los restos mortales de su esposa. Él, parapetado tras unas gafas de sol y con semblante serio, afrontó el duro momento casi sin pestañear.
Meses después, Gable se alistó como soldado en la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo como una forma de homenajear a su esposa, que recibió una medalla póstuma y fue considerada por el presidente Roosevelt la primera mujer caída en la guerra. Aseguran que el actor jamás se recuperó de aquel golpe. Es un hecho que, cuando regresó del campo de batalla, su carrera y su vida ya nunca fueron las mismas. Pese a que protagonizó éxitos en los 50 como 'Mogambo' o 'La esclava libre', pese a que volvió a casarse con Silvia Ashley y Kay Williams, nunca fue capaz de superar la pérdida de Carole. Tampoco volvió a brillar como lo hizo en los años 30, cuando todo Hollywood estaba rendido a sus pies.
A principios de los 60, mientras rodaba 'Vidas rebeldes' a las órdenes de John Huston, acompañado por unos erráticos Marilyn Monroe y Montgomery Clift, Clark Gable sufrió un infarto. Ingresado a toda prisa en el hospital, nada se pudo hacer por su corazón y acabó muriendo a los 59 años. Su último deseo antes de morir fue claro: quería ser enterrado en Forest Lawn Memorial Park, en el mismo mausoleo en el que descansaba su amada Carole. Y hasta allí se siguen desplazando miles de fans de todo el mundo, dispuestos a homenajear a la que quizá fue la pareja más simpática de Hollywood.
En cierta ocasión preguntaron a Gable cómo se tomaría Carole Lombard la compleja sociedad que siguió a la guerra y a su muerte en caso de estar viva. Él no dudó al responder: lo habría hecho "con una carcajada".
El número 7000 de Hollywood Boulevard sigue siendo un lugar mágico. Y no solo porque allí se ubica el mítico Roosevelt Hotel en el que se celebraron los primeros Oscar, sino porque una de sus suites albergó los inicios de uno de los amores más legendarios de Hollywood: el de Carole Lombard y Clark Gable. Alrededor de 1936, la pareja ocupaba la habitación, que hoy lleva su nombre, de tapadillo. Había razones para el secretismo: el actor seguía casado en segundas nupcias y aquel enamoramiento habría supuesto un escándalo enorme para la prensa del momento.