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Boris Karloff: las seis mujeres, el pasado como camionero y el corazón noble de 'Frankenstein'
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90 ANIVERSARIO

Boris Karloff: las seis mujeres, el pasado como camionero y el corazón noble de 'Frankenstein'

La película de James Whale cumple nueve décadas. Su protagonista sigue siendo una de las figuras más recordadas y admiradas del Hollywood clásico

Foto: Boris Karloff, caracterizado como Frankenstein. (CP)
Boris Karloff, caracterizado como Frankenstein. (CP)

William Henry Pratt no hubiera sido quien fue si no se hubiese llamado, artísticamente, Boris Karloff y si su eterno compañero de terrores, Bela Lugosi, no hubiese rechazado el papel de Frankenstein. La película, de cuyo estreno se cumplen ahora 90 años, nació a rebufo del 'Drácula' que protagonizó Lugosi y dirigió Todd Browning. Aquella adaptación de la novela de Bram Stoker fue la que impulsó a Universal como el estudio del terror, con sus hombres lobo, sus momias y su blanco y negro cargado de poesía visual. Muchos años antes de aquellas películas, Karloff escogió por sí mismo su nuevo nombre, convencido de que lo de Pratt sonaba fatal y nunca le llevaría a ninguna parte.

Pese a nacer en el sur de Londres cruzó el charco para perseguir su deseo de ser actor. Así fue como dejó atrás una vida relativamente cómoda ya que, como el menor de nueve hermanos e hijo de un diplomático, su vida laboral prometía grandes esperanzas. Elegir el camino de la actuación se lo puso bastante difícil. Antes de llegar a los escenarios y a las rutilantes giras por todo Estados Unidos tuvo que conducir un camión de cemento en Los Ángeles. Un amigo suyo, consciente de su talento, le enseñó a conducir y a ganarse la vida hasta que pudiese vivir del teatro. Así, entre transporte y transporte, el joven Henry luchaba por su sueño. Los pequeños papelitos que consiguió en Hollywood no eran muy de su gusto. Casi siempre estaban relacionados con su físico exótico, sus pobladas cejas y sus enormes ojos oscuros, que lo alejaban del prototipo de galán de otras grandes figuras de los 20 como Rodolfo Valentino.

Su desembarco en la producción de 'Frankenstein' tuvo lugar cuando se encontró con el director James Whale en la cafetería de Universal. El refinado realizador le pidió una prueba de cámara y lo dejó atónito. "¿Para qué?", preguntó. "¡Por un maldito monstruo horrible!", dijo Whale, hombre de exquisitas sensibilidades que odiaba estar relegado al cine de terror. Sin sospechar que aquella cinta lo convertiría en una estrella, Karloff padeció, día tras día, las interminables sesiones de maquillaje para transformarse en el monstruo ideado por Mary Shelley. Aunque nos hayamos acostumbrado a que todos los Frankensteins de adaptaciones posteriores tengan la cabeza cuadrada y la mirada de ultratumba, la idea de ese look fue de un genio del maquillaje, Jack Pierce, al que la película le debe mucho.

placeholder Boris Karloff y Marilyn Harris, en un fotograma de la película. (CP)
Boris Karloff y Marilyn Harris, en un fotograma de la película. (CP)

Marilyn Harris, la niña que aparece en la película y a la que Frankenstein mata de manera accidental, hablaba maravillas de Karloff. El intérprete la cuidó y protegió durante todo el rodaje. Karloff fue, de hecho, una persona dedicada a los niños durante toda su vida. No fueron pocas las ocasiones en las que aprovechó su popularidad para visitar hospitales y apoyar a los pequeños que estaban enfermos. Su grabación del cuento del 'Grinch' también está considerada un auténtico tesoro para infantes.

Entre sus compañeros de oficio también fue figura muy querida. Él fue uno de los primeros en unirse al incipiente Screen Actors Guild (SAG), organización nacida en 1933, cuando estaba en el apogeo de su popularidad. Cualquiera que lo conociese sabía que su personalidad tenía poco que ver con los horrores de la gran pantalla. Esa fue la imagen que perpetuó en muchas películas e incluso parodió en la famosa 'Arsénico y encaje antiguo', una obra de Broadway que se convirtió en una exitosa comedia protagonizada por Cary Grant. Amante del críquet, del arte y de las buenas maneras, siempre fue consciente de que su vida profesional estaría ligada a un solo género. Con los años, aprendió a no ambicionar ser ningún Laurence Olivier ni a ganar un Oscar.

Una mujer conflictiva

En lo personal, Boris Karloff se casó con seis mujeres a lo largo de su vida. Los cronistas de la prensa rosa, sin embargo, no han escrito demasiado sobre ellas. Sí sobre la última, que provocó un cisma familiar e hizo que el actor se distanciase de su única hija, Sarah Jane. Cuando Karloff sobrepasaba los 80 años y ya estaba muy enfermo, Evelyn Hope, que así se llamaba la sexta esposa, vendió un sinfín de propiedades para recaudar dinero antes de que el testamento la dejase sin nada. Para colmo de maldades, también evitó que Sarah o los grandes amigos del actor pudiesen despedirse de él antes de que fuese demasiado tarde.

placeholder Fotograma de 'El ladrón de cadáveres', una de sus películas más célebres.(CP)
Fotograma de 'El ladrón de cadáveres', una de sus películas más célebres.(CP)

Siendo ya toda una leyenda, participó en series televisivas y producciones de toda calaña una vez pasó la fiebre del terror de Universal. Algunas de esas películas, de 'El terror' a 'La comedia de los horrores', fueron variaciones cómicas de sus prototípicos personajes, en las que supo reírse de sí mismo y de la imagen que los espectadores tenían de él. Pese a que de joven había trabajado en el campo para llegar a ser un actor de renombre, Karloff siempre fue un estómago agradecido con el género de terror. Hasta el mismo día de su muerte en el hospital, a causa de un enfisema pulmonar, jamás renegó de su encasillamiento o tuvo malas palabras para los miedos que le habían hecho famoso. Después de todo, quienes mejor lo conocieron siempre supieron que, tras la máscara del monstruo, existía un hombre de gran corazón.

William Henry Pratt no hubiera sido quien fue si no se hubiese llamado, artísticamente, Boris Karloff y si su eterno compañero de terrores, Bela Lugosi, no hubiese rechazado el papel de Frankenstein. La película, de cuyo estreno se cumplen ahora 90 años, nació a rebufo del 'Drácula' que protagonizó Lugosi y dirigió Todd Browning. Aquella adaptación de la novela de Bram Stoker fue la que impulsó a Universal como el estudio del terror, con sus hombres lobo, sus momias y su blanco y negro cargado de poesía visual. Muchos años antes de aquellas películas, Karloff escogió por sí mismo su nuevo nombre, convencido de que lo de Pratt sonaba fatal y nunca le llevaría a ninguna parte.

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